Capítulo 7 – Larga velada
Aquella
cena transcurrió bastante más aburrida de lo que yo me esperaba. Prácticamente
me limitaba a poner la comida y a escuchar, por lo demás era como si no
estuviera. Al parecer Javi fue contratado por una empresa como chico de los
recados y en poco tiempo acabó ascendiendo a comercial, y por la labia que
estaba demostrando tener, no se me ocurría mejor profesión para él. Esos días
se encontraba de vacaciones y decidió pasarse a saludar y quedarse una noche,
“por los viejos tiempo”, solo que había coincidido que esa noche Gustavo ya
tenía inquilino.
-Bueno me voy preparando que he
quedado y no llego –dijo Gustavo mirando la hora-. Recoged la mesa y meteros en
vuestro cuarto, ¿entendido?
-Claro Gus –se apresuró a decir
Javi.
Gustavo
me miró. Simplemente asentí con la cabeza y me puse a recoger los platos,
totalmente resignado. Javi por su parte llenaba el lavavajillas. Al poco rato
apareció de nuevo nuestro casero, vestido y perfumado, algo más elegante que
para ir al trabajo.
-Venga chicos, a la habitación
–dijo apartándose de la puerta y señalando el pasillo con un dedo.
A
la celda más bien, pensé. Fui primero, Javi detrás. En cuanto entramos en la
habitación oí el ruido de una llave entrando en la cerradura, esta era, como
no, la de nuestro cuarto, Gustavo se detuvo antes de cerrar.
-Portaros bien, no quiero que
hagáis nada raro ¿entendido?, y tu Javi, confío en ti, ¿es necesario que te
ponga un cinturón de castidad?
-No, por supuesto que no –dijo
poniendo carita de bueno.
Gustavo
se quedó pensativo mirándome. Por un instante pensé que se dirigiría a mí. Giró
la llave y empezó a mover la puerta.
-Está bien, hasta mañana –dijo
finalmente cerrando la puerta con llave.
Nos
quedamos por un momento en silencio. Enseguida oímos el portazo que dejaba
claro que Gustavo ya no estaba en casa. En ese instante, Javi se giró y me miró
con una sonrisa. Pero no era una sonrisa amable, era otra cosa.
-Bueno pues… tendremos que
compartir cama –dije con una pequeña sonrisa, con la intención de romper el
hielo.
-Si, eso parece.
Caminó
hacia la cama y se sentó a pocos centímetros de mí. Botó un poco sobre ella,
como probándola.
-No recordaba lo cómoda que era.
Y bien, ¿cuál es tu historia?. En la cena sólo he hablado yo –dijo mirándome.
-Pues, estaba sin curro y sin un
puto duro, vi el anuncio y antes de volver al pueblo preferí esto, aunque estoy
muy arrepentido la verdad –dije sentándome a su lado con gesto abatido.
-¿Arrepentido?, ¿porqué? –dijo
poniéndome una mano en el brazo con delicadeza.
-Pues porque sí –dije casi con
ganas de llorar-, esto no me va yo no soy gay, soy hetero, adoro las chicas, y
ellas me adoran y ahora mira como estoy…
Esto
último sonó petulante, pero era la verdad, en el pueblo nunca me había faltado
compañía femenina, y en los bares no me costaba tener ligue para un polvo
furtivo.
-¿Hetero?, no lo habría dicho,
así tan rubito, tan guapo…
-No empieces tú también con eso
¿vale? –dije muy seco-. Me molesta que estén siempre con esa cantinela,
especialmente si son tíos.
-Pero es verdad…
En
ese momento me agarró del cuello y me besó en los labios. Mi reacción fue como
si me electrocutasen. Pegué un salto de la cama y me puse frente a él.
-¡Eh!, ¿qué cojones haces? –dije
pasándome la mano por la boca con cara de asco.
-Vamos, no te hagas el estrecho,
he visto como se la chupabas a Gus y no lo hacías tan mal como te ha dicho,
además tienes un culito de lo más apetecible ¿sabes?
-Mira suficiente tengo con
aguantarle a él como para que te pongas tu también en plan gilipollas ¿vale?
En
ese momento y sin verlo venir me agarró de la muñeca y me hizo caer sobre la
cama. No tuve tiempo apenas de reaccionar, se subió sobre mi espalda y llevó mi
brazo izquierdo al extremo de la cama. Cuando me di cuenta de lo que trataba de
hacer empecé a sacudirme.
-¡Noo!, ¡nooo!, ¡quietoo! –dije
pataleando tratando de retirar el brazo.
Fue
improductivo del todo, logró enganchar el arnés de la cama a la anilla de mi
muñequera y en ese momento supe que estaba perdido.
-La verdad es que sólo quería
pasar una noche aquí y saludar a Gus, pero ya que la habitación incluye puta,
la aprovecharé –dijo mientras luchaba por llevarme mi otro brazo a la esquina
de la cama.
-Javi, no, por favor –dije
suplicante.
Hice
fuerza, toda la que puede, pero muy mal repartida, por un lado intentaba evitar
que mi brazo llegase a la esquina y por el otro pataleaba inútilmente. De nada
sirvió, Javi estaba en mucha mejor forma que yo y no le costó demasiado atarme
la otra muñequera al otro extremo la cama.
-Calculo que tenemos un par de
horas hasta que venga Gus, porque si todo sigue igual, mañana trabaja, así que
aprovecharemos bien el tiempo ¿te parece?
-¡Nooo cabroónn, suéltame, no
eres quien para hacerme esto! –dije enfurecido.
Se
bajó de la cama y me agarró un tobillo que llevó de un tirón a la esquina de la
cama atándomelo. Intenté defenderme con la pierna que me quedaba pataleando y
tratando de golpearle, pero optó por sentarse sobre ella y atarme con total
tranquilidad pese a los torpes golpes que le conseguí propinar. A continuación
se deslizó hasta la cabecera de la cama y empezó a acariciarme la cabeza
retirándome el flequillo de delante de los ojos.
-Creo que vas a ser el tipo más
guapo que voy a follarme –dijo con cara de satisfacción- y encima hetero, debe
ser mi día de suerte.
-Javi, no por favor.
-¡Calla maricona! –dijo
soltándome un tortazo y volviéndome la cara.
-Aaaah.
Cuando
volví la cara me encontré la planta de su pie izquierdo justo delante. El
peculiar calcetín estaba algo sucio y olía.
-Te gustaron mis calcetines
¿verdad?, que te crees, ¿que no me fijé en la mirada que pusiste cuando me
sacaste las zapatillas? –dijo acercándolo más.
-No tío, no… en serio, sólo me
hicieron gracia, sólo eso, de verdad –dije apresuradamente.
-Y que tienen de graciosos ¿eh?
–dijo casi alzando la voz y aplastando el pie contra mi cara.
-Mmpm nada –conseguí decir.
-Pues me lo vas a chupar, si
tanta gracia te hacen.
-Mmm noo.
Logré
girar la cara al otro lado y huir de su pie, pero fue peor. Javi se enfadó y me
pisó la cabeza con un pie hundiéndomela en el colchón, sin posibilidad de
moverla me colocó de nuevo el sucio calcetín delante.
-Empieza a lamer –dijo
presionándome la cabeza.
Una
vez más, la única salida que tenía era obedecer. Saqué la lengua y empecé a
lamer con dificultad. Al principio despacio, la lengua se me quedaba enganchada
a la tela del calcetín. Pensé que sería peor, pues prácticamente no me sabía a
nada. Conforme fui empapándoselo pude lamer más deprisa.
-¿Ves que bien? –dijo colocándome
la puntera amarilla del calcetín frente a la boca.
Pude
mirar de reojo y comprobé que se la estaba machacando, de hecho gozaba de una
erección de unos 17 quizás 18 centímetros. Seguí lamiendo la punta hasta que
empezó a presionar con ella sobre mi boca. No pude hacer más que abrirla y
dejar que me metiese casi todos los dedos dentro.
-MMMMMmpmp.
Gritaba
pero sólo salían sonidos ahogados. Javi empezó a mover sus dedos en mi boca
haciéndome bastante daño.
-Límpiame bien la puntita del
calcetín, que al ser amarilla siempre se pone más sucia jajajaja.
Seguí
lamiendo durante un rato y Javi continuó pajeándose. Parecía que no se iba a
terminar nunca cuando por fin sacó su pie. El calcetín se le veía prácticamente
empapado, pegado a la piel y casi se le transparentaba. Quitó su otro pie de mi
cabeza y se arrodilló frente a mí.
-Ahora quiero que me la chupes,
como se la chupabas a Gus –dijo apuntando con su polla a mi boca.
-Para… por favor… -dije jadeando y con la lengua completamente
seca
No
tuve tiempo para más súplicas. Me agarró del pelo y me la metió en la
boca. La tenía gordísima y babeante.
Inició un leve mete saca. Cuando dejé de resistirme y me centré en el trabajo,
comprobé que sabía mejor que la de Gustavo, o al menos no tan mal.
-MMmm pues no lo haces tan mal,
para nada, el Gus siempre fue un elitista –dijo riéndose.
Yo
seguí chupando. Por alguna razón no me molestó el comentario, incluso me
agradó, cosa que en lo más profundo de mis entrañas me molestaba.
-Mmmm te la saco ya tío… o no
dejaré nada para el plato fuerte. No está mal, nada mal, aunque creo de verdad
que el servicio que doy yo es mejor que el tuyo.
-No… espera… déjame que acabe
–dije temiéndome lo que venia.
-De eso nada –dijo dibujando una
sonrisa en su cara.
Se
levantó y se puso de rodillas frente a mi culo, apenas podía verle, aun girando
el cuello. Estaba pasándose un dedo por
su polla, empapándoselo de sus babas mezcladas con las mías. En cuanto perdí de
vista el dedo, empecé a notarlo entrando lentamente en mi culo, muy lentamente.
-AAAAh… para, no por favor
–grité.
-Ssssh, vamos no seas estrecho,
se de sobra que Gus ya te ha follado este culito tan magnífico que tienes, es
su tarjeta de bienvenida.
-Aaah, ya joder pero no gustó
entonces y no me gusta ahora, para ya por favor.
Gritaba,
pero… casi no me dolía, lo estaba haciendo con mucha delicadeza, el dolor
estaba más en el orgullo herido. Fue lentamente apretando más y dilatándome. No
tardé en tener el segundo dedo de Javi dentro de mí.
-Para… por favor, no quiero
seguir con esto.
-Pero yo si, ¿sabes? –rompió a
reír.
Sacó
sus dedos y se inclinó sobre mí. Empecé a sentir su suave y redondo capullo
entre mis nalgas, mojándome la entrada del culo. Cerré los ojos y esperé lo
inevitable. Podía escuchar mis latidos, mi respiración, y la suya. Era muy
consciente de que de nada me serviría tratar de soltarme, y ni siquiera me
molesté en intentarlo.
-AAAAAh –grite de nuevo.
Del
primer empujón me metió entero su glande. Lentamente fue presionando. Me dolía,
aunque menos que días atrás cuando Gustavo me metió la suya. De nuevo esa
extraña sensación de ser penetrado. Mi culo se resistía, pero menos que la vez
anterior.
-Que culo tan magnífico tienes
tronco –dijo con voz suave- mmm si…
No
merecía la pena decir nada. Continuó empujando y pronto sentí sus huevos
depilados rozando mi escroto. Se mantuvo unos instantes en esa posición, yo
cerré los ojos y apoyé la frente en el colchón, deseando que todo pasase
pronto, pero aún no había empezado.
-Me encantan los culitos prietos
–dijo iniciando un lento mete saca.
-AAAh, despacio tío –dije
cerrando fuertemente los ojos.
Fue
de menos a más, primero suaves meneos y finalmente escandalosos movimientos.
Sus golpes de sus huevos con mi culo resonaban en la habitación.
-Aaaah aaah, más despacio jodeer
–dije.
De
nada sirvió. Javi continuó follándome con gran vigor. El culo me seguía
doliendo, aunque cada vez menos, empezaba a acostumbrarme a tener su polla en
mi culo. Su polla debía estar lubricando a base de bien, cada vez la podía
mover con menos dificultad dentro de mi culo, se deslizaba sin problemas. De
pronto algo me descolocó. Mi polla empezó a dolerme, sentí que al, hasta ese
momento, holgado cinturón de castidad, empezaba a faltarse sitio, mucho sitio,
estaba teniendo una erección dentro de aquella cosa y me dolía.
-Aaaah aah, tioo paraa, me duele
la pollaaa –dije sin poder remediarlo.
La
respuesta de Javi fue pararse y empezar a reír.
-Es el cinturón ese de mierda, ¿a
que jode? –dijo reanudando el mete saca-. Menos mal que no me lo ha puesto, no
habría podido disfrutar de este culito mmm.
Maldije
para mis adentros, si Gustavo le hubiera puesto uno ahora estaría plácidamente
dormido y no con una polla dentro de mí. Polla que seguía un incansable trabajo
en mi culo. Empecé a darme cuenta que no me estaba resultando tan desagradable,
incluso tenía el impulso de masturbarme, pero eso era del todo imposible, por
un lado incluso me alegré de no poder hacerlo, trataba de luchar contra esos
sentimientos.
-MMM ya casi tioo ya casi mmmm
Y
así fue. Noté de nuevo mi culo llenarse de la lefa de Javi. Gimió y lentamente
fue bajando el ritmo hasta que se paró dejando su polla dentro. Resoplé
aliviado. Abrí los ojos. Había estado tanto tiempo con ellos cerrados, que la
luz de la lámpara del cuarto incluso me molestó levemente.
-AAAaau –grité al notar cómo me
la sacaba del tirón.
Noté
algo en la planta de mi pie derecho.
-Eh, pero, ¿qué haces? –dije
girando la cabeza.
Le
vi restregando su polla por mi pie, limpiándose los restos en mi calcetín.
-Joooder tioo, ¿serás cerdo?,
tienes papel higiénico en el baño –dije enfadado y tratando de retirar el pie,
con ningún éxito.
-Es por no ir jajaja, además así
llevarás algo mío hasta el día que te vayas, porque si mal no recuerdo, Gus no
te dará unos limpios del baúl.
-En el baúl no tengo limpios… estos
son los más limpios que me quedaban… hasta ahora, cabrón –dije fastidiado.
-Bueno, estoy agotado, habrá que
dormir un poco, ¿no crees? –dijo yendo hacia el interruptor de la luz.
-Pero suéltame ¿no?
-No, que no me fio...
Se
subió a la cama, y se acurrucó junto a mí. Apoyó su cabeza sobre mi brazo
derecho.
-Oye, por favor, de verdad, llevo
dos noches horribles, no me dejes así atado, no haré nada, lo juro, lo único
que quiero es dormir un día en condiciones –supliqué.
-Lo siento, además tu brazo es muy
cómodo –dijo riéndose.
-No seas cabrón por favor, ya te
has divertido conmigo, deja al menos que duerma bien, aunque sea en el suelo,
pero suéltame, ¡por favor!
Se
limitó a no responder. Noté su calcetín empapado por mis babas rozarme la
pierna. Quise apartarla, pero no era posible. Estaba más incómodo que el primer
día, aunque menos que la noche anterior, durmiendo en la jaula. No era capaz de
dormirme. Cambiar de postura no estaba entre mis opciones, y por si fuera poco
Javi roncaba como una locomotora. Mi esperanza se centraba en Gustavo. Que al
llegar a casa abriese la puerta y viese la situación en la que me encontraba, y
de algún modo, se apiadase de mí. Un rato después oí la puerta, nuestro casero
estaba en casa, sentí el impulso de darle gritos, pero seguramente habría sido
contraproducente. Esperé paciente a que la puerta de la habitación se abriese
pero no ocurrió. A los pocos minutos todo fue silencio.
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