Capítulo 15 – De más a menos
La
desfachatez de Fernando no tenía límites, hecho que contrastaba de forma brutal
con mi puta memoria, ya que había olvidado poner el pestillo una vez más.
-Vamos despierta – dijo Fernando
meneándome el brazo.
-Qué… qué pasa –dije
sobresaltado.
Miré
la hora. Eran las ocho menos diez de la mañana de un miércoles que aún no se
había levantado ni mi despertador, pero el hijo puta de mi compañero sí. Y ahí
estaba, dándome por el culo.
-Levanta, que quiero que me
alivies esta erección mañanera – dijo mostrándome su paquete a través del
pijama.
Bostecé.
Me senté sobre la cama y me froté los ojos.
-Vamos a hacer una cosa, vas a
comprobar tu correo electrónico, y si después de verlo sigues queriendo que te
la chupe lo haré sin problemas, ¿vale?.
-Pero de qué coño hablas, ponte
tu ridículo uniforme y hazme una mamada – me insistió.
Me puse en pie
y encendí mi portátil. Empecé a vestirme con el uniforme, no por Fernando, si
no porque me lo exigía Samuel, que no sabía en qué momento podría
encontrármelo.
-Puedes usar mi ordenador para
ver el correo, en cuanto lo veas, pues decides – le dije con cierto tono de
misterio.
Fernando
que podría ser un auténtico gilipollas, no era tonto, ni mucho menos. Empezó a
dudar y a comprender que me traía algo entre manos y accedió a sentarse frente
a mi ordenador.
-Bueno está bien… pero termina de
ponerte tu uniforme – dijo entrando en el navegador.
-Por supuesto – le dije mientras
me ponía la camiseta amarilla.
No
tardó en darse cuenta que algo raro pasaba. Había recibido un archivo de video
de varios megas de peso. El vídeo era el que le habíamos grabado el día
anterior follándose al Lucas. En él, se podía ver con total y completa
claridad, cómo Lucas se la chupaba, y disfrutaba como sólo él sabía disfrutar.
Podía apreciarse con total claridad cómo era él quien había desnudado a Lucas e
incluso se a atrevió a darle una tímida mamada.
-¿Qué es lo que me has mandado? –
dijo Fernando mientras se terminaba de descargar el vídeo.
-Ahora lo verás, hombre, no te
impacientes – dije con una media sonrisa.
Después
de la mamada se podía contemplar cómo obligó a Lucas, o al menos a un chico, ya
que habíamos borrado la cara de Lucas con la edición de vídeo, a ponerse a
cuatro patas sobre la cama y dejar que se diese por el culo. Se ve también cómo
ambos disfrutan, especialmente Fernando, que antes de que se corriese quiso que
Lucas Le diese una mamada tumbado en la
cama, a la que accedió gustosamente y la acompañó introduciéndole un dedo en el
culo. Al principio le molestó, pero Lucas era todo un experto en el arte de
convencer a la gente y como no, Fernando acabó corriéndose en su cara con gran
placer y gracias a ese dedo.
-Qué cojones… - dijo Fernando de
pronto.
Era
obvio que ya había abierto el vídeo. Estaba contemplándose entrar en mi cuarto
acompañado de Lucas. Continuó unos minutos viendo hasta que llegó a la parte en
la que desnudaba a Lucas.
-Mierda… -dijo por lo bajo.
-¿Sigues deseando que te la
chupe? – le dije poniéndome junto a él.
Estaba
blanco como la pared. Parecía haber enmudecido mientras iba viendo las escenas.
-¿Qué es lo que quieres de mí? –
dijo casi sin voz.
-Cree el ladrón que todos son de
su condición, ¿verdad?.
-Déjate de mierdas y dime qué es
lo que quieres – me dijo con mal tono.
-Que me dejes en paz, y tu
silencio a cambio del mío, solo eso.
-¿Qué garantías tengo de que no
enseñaras este vídeo? – dijo relajando el tono.
-Mi palabra, y te aseguro que
tiene más valor que la tuya, ¿trato hecho?.
-Está bien, adiós – dijo cerrando
la ventana del reproductor y saliendo de mi cuarto a toda prisa dando un sonoro
portazo.
Había
funcionado. Le habíamos dado de su propia medicina y no parecía haberle
gustado. Si sabía lo que le convenía no diría ni media palabra de lo sucedido y
de ahora en adelante se andaría con pies de plomo conmigo. Un problema menos.
-¿Y qué cara puso? – me preguntó
Lucas por lo bajo.
-Pues imagínatelo, le podrías
pinchar que nos saldría una gota de sangre jajaaja.
-Jajaajaja, que se joda, era un
puto cabrón, también quiso extorsionarme a mí, y eso que no me conocía de nada.
-No volverá a molestarnos – dije
bajando la voz.
Había
captado la mirada del profesor y parecía molesto por mi charlatanería.
-Muchas gracias por hacer esto
por mí tío – le dije pasándole una mano por la pierna - ¿me dejas que te
recompense?.
-¿En qué has pensado? – me
preguntó sonriente.
-Ahora cuando termine la clase…
Al
término de la hora lectiva, hice que Lucas me acompañase por la facultad hasta
el servicio en el que me el lunes me metió Samuel.
-¿Te meas o qué? – me preguntó.
-Sí, entra.
Al
entrar había dos chicos en los inodoros de pared. Me coloqué en uno y Lucas en
otro. En cuando ambos salieron me metí corriendo en el cubículo del lunes.
-Ven, rápido – dije haciéndole
signos con la mano.
Nos
encerramos, dejé la carpeta y me puse de cuclillas delante de él. Le saqué la
polla y me la metí en la boca. Estaba fláccida pero enseguida se animó.
-Eei, ¿qué haces? – dijo con
sorpresa.
-Pagarte por lo de ayer – dije
interrumpiendo la mamada.
-No hacer faa mmm, está bien…
Estuve
chupándosela durante un buen rato. Sentía una gran gratitud por haberme librado
del pesado de mi compañero de clase con ese gran favor.
-Mmmm sigue – dijo acariciándome
la cabeza.
Continué
durante un rato. Su polla lubricaba a gran velocidad. Oí el inequívoco ruido de
alguien entrando al baño pero ni me molesté en parar, me daba igual.
-Ufff para para – me dijo en voz
baja.
-¿Sí? – dije mirándole a los
ojos.
-Me tienes a mil, quiero petarte
el culo.
-Claro, eso está hecho – dije con
una sonrisa.
-Pero quiero que te desnudes por
completo.
-¿Me quedo en uniforme nada
más? - le pregunté un poco extrañado.
No
me hacía ninguna gracia desnudarme en unos baños públicos, pero estaba
dispuesto a complacer a Lucas por el gran favor que me había hecho.
-No no, nada de uniforme, todo
fuera.
-Está bien…
Bajé
la tapa del inodoro y en ella puse la camisa seguida de la camiseta. Me saqué
con los pies las zapatillas. Enseguida noté cómo se me empapaban los de meados
del suelo, una vez más. Me quité el pantalón dejándolo sobre la tapa y
finalmente el bóxer.
-¿Me permites que me deje los
calcetines?, el suelo está lleno de pis.
Lucas
miró al suelo.
-Vaya, no lo había visto, bueno
vale te dejaré – dijo con una sonrisa
que me recordó más a su hermano Christian.
Me
agarró y me dio la vuelta. Apoyé las manos sobre la pared y no tardé en notar
la húmeda y cálida polla de Lucas apretando para entrar. Cerré los ojos y me
relajé, poco a poco la suavidad de su capullo empezó a penetrarme. Me vinieron
a la mente las palabras de Samuel la primera vez que me folló, “con los días lo
convertiré en un culito tragón”, y vaya que sí lo había conseguido. La polla de
Lucas se deslizaba sin ningún problema dentro de mi culo.
-Me encanta tu culo –dijo Lucas
en voz baja.
-Y a mi tu polla – le dije.
Inició
un lento bombeo agarrándome de las caderas. Yo trataba de reprimir los gemidos,
ya que tenía la certeza de que había alguien más en el baño. Éramos
tremendamente silenciosos, Lucas me embestía con gran suavidad. Noté como mi
polla me rozaba la barriga, estaba completamente empalmado, era de las pocas
veces que podía disfrutar de un polvo sin el ajustado bóxer, así que empecé a
masturbarme lentamente. De pronto Lucas cesó su mete saca, dio dos leves meneos
y comenzó a correrse.
-Mmmmm siii – dijo con voz baja.
Debía
llevar varios días sin correrse. Noté mi culo totalmente lleno de leche. En
cuanto la sacó noté un hilillo caliente bajarme por la pierna.
-Date la vuelta – me dijo
girándome con las manos.
Se
puso esta vez él de cuclillas delante de mi polla y empezó a mamármela.
-Ufff – dije.
Bastaron
pocos lengüeteos para que mi polla vomitase tres generosos chorros de lefa
dentro de la boca de Lucas, que como ya hiciese cuando estuve atado en su casa,
se la tragó entera.
-MMMM ha sido genial – dije
cuando se puso en pie.
-Ya lo creo – me dijo con una
sonrisa mientras se guardaba la polla.
-Deberías salir tu primero, y en
un rato salgo yo, así me voy vistiendo y tal – le dije poniéndome el bóxer.
-Perfecto, pues nos vemos entonces.
Abrió
la puerta con todo el cuidado que no puso Samuel. Se cercioró de que no había
nadie y se marchó. Continué vistiéndome poniéndome la camiseta, y luego
abotonándome la camisa, que cada vez me costaba más llevar, tenía que idear
otra forma de tapar mis vergüenzas. Con cuidado de no manchar de pis los
pantalones me los puse y comprobé mi móvil, llevándome una desagradable
sorpresa, tenía un mensaje y era de Samuel.
“Ven mi csa n 15 sclavo”
Y
me había entrado hacía casi una hora. En clase tenía siempre el móvil en modo
silencio, y no pensé que Samuel pudiera requerir de mis servicios, pero así
era. Y ya iba tarde, muy tarde, sin tiempo si quiera para poder lavarme los
calcetines, me calcé y salí a toda prisa del baño.
Llegué
asfixiado a casa de Samuel y los otros, toqué el timbre, y tras identificarme
me abrió la puerta. Subí a toda prisa llegando aún con menos aire. Cuando entré
en el piso Samuel me esperaba en mitad del pasillo.
-Llegas tarde esclavo – me dijo
con mal tono.
-Yo…. Es que… -dije tratando de
respirar – no … tenía el móvil sin.. sin sonido y hasta que no he salido de
cla… clase no he visto que me habías … habías mandado el mensaje – dije con
gran esfuerzo.
-Excusas… desnúdate y ven al
salón – me dijo con tono más indulgente.
-Por… por supuesto Señor.
Por
segunda vez en apenas una hora empecé a desnudarme y dejar todo en la mochila
que me aguardaba en el pasillo, como era costumbre, me miré las plantas de los
pies, y los calcetines tenían un tono amarillo muy desagradable, además de estar
horriblemente sucios y húmedos, apenas quedaba tela blanca en el empeine y la
zona entre dedos . A cada paso que diese dejaría una sucia huella que esperaba
por todos los medios que no viese Samuel. Habría pedido a Lucas que me dejase
calzarme pero su deseo era tenerme en bolas y tenía que cumplirlo.
De
puntillas me fui al salón, donde Samuel me esperaba sentado en el sofá con unos
apuntes. Pude comprobar que ni Víctor ni Sergio estaban en casa, por la hora
debían estar en clase, donde también debía estar o.
-Quiero que recojas la mesa y
pongas un poco de ordena aquí, vivo con dos cerdos, joder – dijo señalándome
con el dedo la mesa.
-Enseguida Señor.
-Ah y llévate mis zapatillas y
las limpias – que ya les toca.
Me
puse de rodillas frente a sus pies y se las quité con cuidado. Continuaba con
su segundo par de calcetines desde que la había conocido, y apestaban
sobremanera. Con las zapatillas en una mano aproveché para llevarme con la
otra, algunos platos a la cocina.
-¿Ya has acabado las clases,
esclavo? – me preguntó cuando volvía.
-Mañana es el último día ya,
Señor.
-¿Cuántos exámenes tienes? –
continuó en un tono que parecía realmente querer conversación.
-Cinco.
-Qué suerte yo tengo seis pero
dejaré dos para septiembre.
-Le deseo mucha suerte Señor –dije
mientras ordenaba un poco la habitación.
-Puff, la verdad es que estoy
arto, de tanta puta historia – dijo tirando un cuaderno de apuntes a un lado.
De
reojo vi, cómo se bajaba los pantalones hasta los tobillos y también el bóxer.
Comenzó a masturbarse hasta que su polla alcanzó el tamaño habitual. Yo trataba
de concentrarme en la tarea que me había sido encomendada, pero pronto fue
aplazada.
-Esclavo, ven – dijo abriéndose
de piernas hasta donde le permitieron los pantalones.
-¿Sí? –dije sin perder de vista
su miembro.
-Quiero que te sientes aquí –
dijo meneando la polla.
Me
quedé un momento mirándole, hasta que comprendí lo que quería, me di la vuelta
y empecé a bajar lentamente. Enseguida noté su polla rozándome el culo, en
cuanto bajé un poco más lo que noté fue su capullo entrando.
-Aaaaaah ¡qué es eso! – dijo
dándome un empujón y tirándome al suelo.
-¿Qué pasa? –dije sobre saltado.
Miré
su polla, estaba manchada de leche y no era suya. Comprendí que los restos de
corrida de Lucas habían acabado en la polla de Samuel.
-¿De quién es esta lefa?,
contesta puto esclavo – dijo gritándome.
-Lo siento Señor, es de Lucas –
dije avergonzado.
-Así que resulta que Lucas tiene
polla, y que hacía su polla en tu culo, cuando ha pasado – me preguntó a voces
visiblemente enfadado.
-Antes de venir, Señor – dije muy
asustado.
-Así que por eso no viniste
cuando te mandé ¿verdad? – dijo poniéndose en pie – límpiame esto ahora mismo.
Se
la agarré y le chupé los restos de leche que había llevado en mi culo hasta que
no quedó nada. En cuanto terminé y sin mediar palabra me agarró del pelo y me
llevó hasta su cuarto a rastras.
-Aaau auu Señor me hace daño
–dije pataleando.
Cogió
las esposas que las tenía sobre el escritorio y me ató las manos a la espalda,
una vez más.
-Voy a tener que atarte en corto
para que no te vayas con mis amigos a zorrear – dijo tirándome sobre su cama
boca arriba..
En
lo que sin duda era un acto de higiene poco común en Samuel, se colocó un
condón, y se acercó a mí.
-Bueno putita, estamos solos y
parece que te sobra lubricación, está claro que he creado una putilla de
primera, levanta las piernas ¡vamos! – me ordenó en un tono que era mejor no
contradecir.
Las
levanté y enseguida me agarró de los tobillos. Por fortuna no se fijó en que
tenía los calcetines aún empapados o tendría que haberle seguido dando
explicaciones de dónde me había follado Lucas. Apuntó y sin más dilación me la
clavó entera.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaah –
duele dueleee
-Cómo te va a doler putita, si
tienes lubricación de primera –dijo dándome una brutal embestida.
-AAAAAAAAAAAAh, para para por
favor, me dueleeee
-Esto es lo que te pasa cuando te
vas con mis amigos, qué pasa, ¿no tuviste suficiente el pasado sábado? ¿hay
alguna polla que aún no te hayas comido?, mal dita zorra – dijo pegándome otra
embestida.
-AAAAAAAaah lo siento Señor.
Siguió
arreándome embestidas hasta que poco a poco el dolor fue desapareciendo, mi
culo acostumbrando a su polla y la leche de Lucas haciendo su trabajo como
lubricante. En cuanto se cansó de follarme el culo se la sacó, se quitó el
condón y me obligó a ponerme de rodillas frente a él.
-Si tanto te gusta la lefa te voy
a dar un poco de la buena puto esclavo –dijo masturbándose.
De
pronto hasta cuatro chorros de semen caliente impactaron en mi cara y pecho
dejándome completamente empapado. Restregó su polla contra mi camiseta
secándosela y recogió la llave de las esposas que tantos quebraderos de cabeza
me dio en el pasado.
-Ahora te vas a quedar aquí todo
el día, haciéndonos la comida, o lo que te pidamos, y dormirás aquí, y no
esperes estar cómodo – dijo soltándome las esposas de un lado y atándomelas
delante.
-Pero Señor… - dije pensando en
que necesitaba irme a casa para poder estudiar.
-Ni Señor ni pollas, te quedas
aquí por zorrón, ¿está claro?.
-Sí Señor – dije resignado
mirando cómo me cerraba las malditas esposas de nuevo alrededor de mis muñecas.
-Ahora lárgate a la cocina y
prepara la comida, Víctor y Sergio vendrán en un rato y quiero que comamos
juntos para poder contarles lo zorra que eres.
-Por supuesto Señor.
Me
marché a la cocina, aún notaba mis pies empapados en pis, mi culo húmedo, y mi
cara y pecho completamente lefados. Era uno de esos extraños días en los que
todo había empezado bien con la jugarreta a Fernando, y se había ido jodiendo
con el paso de las horas, y todavía no había llegado la hora de comer.
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