sábado, 10 de marzo de 2012

Esclavizado en un campamento de verano - (12)


Capítulo 12 – Medalla de plata

               Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue la cama de Roberto vacía, sin embargo, no fue lo que me sacó de un poco e incómodo sueño, sino el dolor de huevos. Mario se estaba divirtiendo con ellos, había cogido el calcetín que los rodeaba y estaba tirando de ellos.
-MMMMMmmmmmmmmm – grité tratando se audible y forcejeaba inútilmente.
               Miré hacia atrás y vi a Mario de cuclillas tirando del calcetín, creí por un instante que me los arrancaría, por más que me movía y trataba de soltarme todo era inútil.
-¿Ya te has despertado perrito? – dijo poniéndose en pie –oh, perdona si te he hecho daño.
               Comenzó a frotar sus pies con mis huevos como masajeándomelos. Por un momento cerré los ojos, el dolor había cesado y aquel masaje me estaba gustando. Puso su pie encima y empezó a apretármelos.
-Mmmmmmmmmmmmmmmmmm- patalee y traté de soltarme una vez más sin éxito.
-Venga, despierta, que ya es de día
               Cuando acabó la frase el dolor cesó y se colocó delante de mí. Empezó a abrirme las esposas y a desatarlas de la cama. Yo me saqué el calcetín de la boca con el que había pasado amordazado la noche entera. Preferí mantenerme callado, aunque deseaba decirle alguna que otra expresión malsonante por haberme despertado de aquella manera.
-Mete en el armario esos calcetines sucios y las esposas, y date una ducha, que apestas – me ordenó.
               Con sumo gusto me di la vuelta en cuanto mis tobillos quedaron liberados de las patas de la cama, tenía los huevos morados de haber estado apretados y atados toda la noche, también me dolía el culo, reparé en que aún llevaba el desodorante dentro, me lo saqué con cierto dolor, me desaté el calcetín cogí la pareja junto con las esposas y los metí en el armario. Roberto ya se había marchado y Mario estaba terminando de vestirse. Antes de que cambiase de opinión me metí corriendo en el baño a darme una ducha tenía corridas encima de dos días, y olía bastante mal en general.
               Al salir del baño Mario estaba sentado en la que fue mi cama por una noche con sus zapatillas junto a los pies.
-Venga, estoy esperando a que vengas a ponérmelas, perro.
               Fui a cuatro patas hasta donde él estaba y le metí un pie en la primera zapatilla.
-Te he dejado aquí tu ropa, vístete y bajas la llave del cuarto al comedor, se la das a Robert – dijo señalándome un pantalón corto y una camiseta arrugada encima de la cama.
-¿Pero y las zapatillas? – le dije buscando con la mirada por el cuarto, mientras le apretaba las suyas.
-¿Zapatillas?, ¿y privar a todo el campamento de verte con esos fantásticos calcetines rosas?, te bajas así.
-Nooooooo por favor otra vez no y menos con estos calcetines Mario te lo suplico.
-¡Ponme la otra zapatilla ya perro! –dijo como si no hubiera escuchado mi petición.
               Yo se la coloqué y apreté con delicadeza.
-Por favor, déjame unas chanclas aunque sea o algo, no me hagas bajar así.
-Te jodes, y como bajes sin ellos enseñamos el video a todos, además la llave del armario ya se la ha llevado Roberto, te veo en el comedor –dijo poniéndose en pie y saliendo del cuarto tras un portazo.
               Qué mierda – pensé- encima con estos calcetines rosas. Barajé la posibilidad de pasar por la habitación de mi amigo Javi para que me dejase las zapatillas que me ofreció en mi anterior “descuido”, como conseguí hacerle creer, pero seguramente estaría ya desayunando.
               Mis instrucciones eran claras, darle la llave a Roberto, así que nada más entrar en el comedor fui lo más deprisa que pude hasta su mesa, aunque ya que me tocó atravesarlo entero y no quedaba casi nadie por bajar, fui el blanco, o quizá el rosa, de todas las miradas del lugar, que no tardaron en convertirse en risitas.
-Toma Roberto la llave – le dije queriendo que aquello acabase cuanto antes.
-Bonitos calcetines – dijo Erika que estaba a su lado – yo tengo unos iguales.
               Ya lo creo que los tenía, además algo me decía que la frase bonitos calcetines me perseguiría a lo largo del desayuno y quizás el día entero. Roberto me cogió la llave y me fui a mi mesa.
-¿Sigues sin encontrar las zapatillas? – dijo Javi en mi mesa
-Que monos son esos calcetines jijijij – reía mi compañera.
               Yo estaba tan rojo que debía de contrastar el rosa de mis pies con el rojo de mi cabeza, pero aquel día me costó más encontrar una explicación mínimamente creíble.
-Y cómo has bajado así – insistió Javi.
               No tenía ni puñetera idea de qué responderle, la anterior vez me sacó del apuro Roberto, el mismo que me había metido, pero esta estaba solo ante el peligro.
-¡Bonitos calcetines Marquitos! – dijo un chico desde una mesa colindante
-Pues… -dije girando al cabeza hacia Javi- ¡una apuesta!.
               Fue lo único que se me ocurrió remotamente admisible dadas las circunstancias, estaba tan avergonzado por aquello, que quería que se me tragase la tierra, habría preferido bajar sin calcetines, o no bajar, no bajar en todo el día si era necesario.
-¿Una apuesta? – preguntó con curiosidad Javi
-Ehhh, si, si una apuesta, es por la carrera de ayer
-Pero si ganaste – dijo la compañera siguiendo interesada la conversación.
               Mierda, pensé, me estaban acorralando y se me acababan las ideas.
-Ya… pero…. Nos jugamos un doble o nada por la noche a las cartas y perdí – dije casi tartamudeando.
-Jo tío, que mala suerte jajajajajaja, ¿y bajar así era el castigo? – me preguntó Javi.
               Yo asentí con la cara, tratando de quitarle importancia, y parecía que al menos en aquella mesa había quedado justificado. Quedaba un campamento entero por contarle la batallita, y sospechaba, que tendría que contársela a más de uno.
-A ver chicos, prestad atención – dijo uno de los monitores- hoy hemos proyectado unas olimpiadas, hemos aprovechado poco las pistas deportivas que tenemos detrás, y pasaremos el día jugando por equipos a diferentes juegos, así que en diez minutos estaros en la cancha de baloncesto, y Marcos – dijo mirándome - ¡bonitos calcetines!.
               La risotada fue generalizada, hijos de puta, -pensé-, no me libraba ni de los que se suponía que eran adultos serios y responsables. Al salir del comedor Roberto me hizo un gesto para que el acompañase. Subimos juntos las escaleras camino de la habitación.
-Ha estado gracioso ¿no?
-No mucho, la verdad – le dije con mal tono.
-Te aguantas.
               En la habitación me dio las zapatillas que estaban sin cordones, me tocó ponérselos, ya que habían sido usados para atarme, me las puse, me bajé los calcetines con la esperanza de que fuesen lo menos visibles posible y bajé a la cancha donde nos habían mandado ir.
               Nos juntaron por equipos y fuimos jugando a distintos deportes, baloncesto, futbol, voleibol, lanzamiento de peso, y deportes “olímpicos” al alcance de las instalaciones, cuando me cruzaba con el equipo de Roberto trataba de apartarme de su lado. No quería darle la más mínima excusa. Por supuesto no faltó gente que se acercó a preguntarme el porqué de la escena del desayuno, a la que tuve que contestarle con la batallita que me había inventado, la cual fui perfeccionando y decorando con detalles según me preguntaban.
               Antes de ir a comer nos avisaron de que por la tarde tendríamos que terminar algunos torneos que habíamos iniciado, y tras la cena habría una especie de celebración y entrega de medallas, por lo que después de comer podríamos descansar un poco antes de seguir jugando.
               Salí del comedor cabizbajo con la escena en la cabeza de reencontrarme con Roberto y mi nuevo y adorable compañero Mario, estarían esperándome y seguramente preparándome alguna cabronada, pero Dani me agarró del brazo justo cuando iba a subir el primer escalón.
-¡Hola! –le dije algo sorprendido.
-Veo que te has decidido a cambiarte de calcetines – dijo mirándome a los pies- y desde luego ha sido por todo lo alto jajaajajaa
-Si, jejejej, ya ves… Robert y Mario
-¿Te vienes a dormir la siesta a mi cuarto?
-Pero me estarán esperando en el mío…
-No, realmente Roberto y Erika necesitan el cuarto, ya sabes y Mario se ha ido a dar una vuelta rezongando.
               No me lo podía creer, parecía haberme tocado la lotería, podría descansar un rato, Mario estaba fastidiado, y Roberto… bueno Roberto seguía pasándoselo bomba.
               Cuando llegamos a la 202 automáticamente me agaché a quitarme las zapatillas, aunque paré.
-¿Me desnudo? – le pregunté a Dani que había ido hacia su cama.
-Como quieras – me dijo sin más.
               Yo dudé, tenía ya un cordón medio desatado. Decidí terminar de desatarlo y luego el otro, me saqué las zapatillas y las metí en el armario, luego la camiseta y por último el pantalón.
-Bonitos calcetines – dijo sonriendo
               No era la primera vez que escuchaba aquellas palabras de él, y mucho menos en el día.
-¿De dónde los han sacado esos dos cabrones?
-Son de Erika, se los quitó Roberto – le dije
-¿Te apetece verme los míos? – dijo tumbándose en la cama.
               La verdad es que me moría de ganas, los de Dani eran los únicos que además de ser del día, no daban asco. Me puse de rodillas a los pies de la cama frente a sus puma, se las saqué lentamente ya aparecieron unos calcetines blancos con el talón y la punta en naranja y con el borde final en naranja también.
-Bonitos calcetines – le dije sonriéndole.
               Estaban muy limpios, a pesar de estar algo sucios a la altura del tobillo, algo húmedos y con poco olor, realmente frescos, se los olí sin miedo a recibir una patada, y comencé a lamérselos lentamente mientras le miraba. Él se metió la mano en el pantalón, que era corto aquel día,  y comenzó a masturbarse. Me hizo gracia aquella puntera de color naranja, y le dediqué especial atención a la hora de lamérsela.
-Han quedado geniales, pero mi amiga se siente sola – dijo blandiendo su polla brillante.
               Me subí a la cama y me puse de rodillas frente a él, se la agarré y le día un primer lametazo.
-Mmmm – gimió cerrando los ojos.
               Se la solté y le agarré los huevos, igual que los tuviera yo atados toda la noche, se los apreté un poco y se los lamí, me metí uno en la boca y lo chupé como si fuese un caramelo gigante.
-Jajaajaja me haces cosquillas
               Yo sonreí, y me saqué su huevo de la boca, lamí toda la polla hasta el capullo y comencé a lamérselo.
-Date la vuelta –me dijo
               Me puse tal como indicó, mi culo estaba a pocos centímetros de su cara, yo continué lamiendo hasta que noté como un dedo empezaba a penetrarme.
-Uffffff
-Sigue chupando, no pares – me dijo
               Continué con la mamada, ya había empezado a babearle la polla, cada gota que salía se la restregaba por el capullo entero.
-Mmmmm que gustito – dijo justo en el momento de meterme otro dedo más.
               Movía los dedos con ritmo, me había provocado una buena dilatación, yo estaba relajado chupándosela. Se sacó los dedos y se incorporó, haciendo que su polla saliese de mi boca. Me dejó a cuatro patas, se colocó detrás y me metió la punta.
-Aaaau
               Creí que no me dolería pero me dolió un poco, aunque enseguida se pasó. Empezó a apretar lentamente hasta meterla entera. Me cogió de las caderas e inició las embestidas, cada vez más y más fuertes. Gemíamos casi a la vez, hasta que paró y se la sacó. Se puso de pie dejándome a mí a cuatro patas sobre su cama y me puso la polla en la boca.
-Chupa venga.
               Me la metí en la boca y a los poco lametazos empezó a descargar.
-Siii siii mmmm que bieeeen – dijo mirándome a los ojos.
               A cada lametazo que daba conseguía un pequeño chorro, Dani estaba disfrutando y yo también, me tragué hasta la última gota y se la limpié.
-Que a gusto me he quedado dijo sentándose en la cama, porque no te vas a esa y descansas un rato antes de q tengamos que bajar.
               Yo me levanté y me senté en la otra cama, Dani se tumbó y se dio la vuelta con la intención de dormir un poco, fui al baño y me pajee, fue una paja brutal, inspirada en la follada que me acababan de meter, los calcetines de Dani, y la verdad, algo de Mario y Roberto también hubo, después pude descansar un rato en la que hasta el día anterior había sido la cama de Mario.
               La tarde olímpica aconteció con cierta normalidad, todos volvimos a las pistas a jugar partidos de los distintos deportes, y la casualidad quiso que mi equipo se enfrentase al de Roberto en la final. Como era más bien malo jugando me pusieron de portero, Roberto y su equipo, por así decirlo no tuvieron mucha dificultad en ganar el partido, aunque me llevé una bronca por inútil de mis compañeros.
               Como nos prometieron después de la cena, los monitores habían improvisado una ceremonia de entrega de medallas, que por otro lado no era más que cartones pintados, pero para continuar con la simbología, pues era más que suficiente. Mi equipo ganó alguna, aparte de la de plata conseguida en futbol, y tras un rato nos mandaron subir a dormir.
               Cuando llegué a la habitación solo estaba Mario.
-Hola – dije casi con miedo.
-Pasa perro, y vete desnudándote.
               No hacía falta que me lo dijera, ya estaba quitándome la camiseta y zapatillas. Guardé todo en el armario y me puse a cuatro patas.
-¡Espósate! – dijo mientras se sentaba en una de las camas de abajo.
               Recogí las esposas del armario y me senté en el suelo, subí un poco los calcetines que había llevado medio escondidos todo el día para que no me rozasen y me las puse en los tobillos, después las de las manos, y a continuación, me coloqué a cuatro patas de nuevo.
-Ven aquí – dijo quitándose las zapatillas – uff apestan, tendrás que hacer algo con eso.
               Yo me acerqué, y la verdad es que sí que olían mal, además de estar muy sucios, aunque la tela amarilla de los calcetines engañaba bastante. Me puse a lamerlos como era habitual, Mario se bajó un poco los pantalones y comenzó a pajearse, su enorme polla me distraía de mi trabajo. Lamí y lamí hasta que no me quedaba saliva, pero no recibí ninguna instrucción, cuando creí que estaban limpios paré.
-¿Te he dicho que pares? –dijo dándome una patada en el pecho.
-No, no perdona, perdona
               Cogí de nuevo sus pies y continué lamiendo, conseguí empapárselos del todo, miré su polla de reojo, estaba enorme y babeaba tanto que se estaba manchando la mano, pero seguía. Después de un rato me mandó parar.
-Está bien, aparta, y ponte de rodillas
               Se colocó junto a mí y me desató las esposas de la mano izquierda y las del pie derecho. No lograba entender que se proponía y si algo tenía claro es que con Mario las preguntas era mejor dejarlas en duda. Cogió mi mano derecha, de la que colgaba una de las esposas y me la ató al tobillo derecho, casi pierdo el equilibrio con la postura.
-Bueno, voy a divertirme yo hoy contigo, ya que Robertito anda por ahí con la zorrita esa.
               Me quitó el único apoyo que me quedaba, el brazo izquierdo del suelo y mi cabeza pegó con el suelo, me esposó la mano izquierda al pie izquierdo dejándome en una postura incomodísima, y de paso con el culo en pompa.
-Mario por favor no me dejes así, estoy molido
-Calla puta – me dijo colocando mi culo hacia su cama.
               Yo esperaba que me la clavase pero se sentó en la cama frente a mi culo. Di un espasmo en cuanto sus dos pies se apollaron en mis nalgas. Estaban empapados por mis babas, empezó a separarlas, hasta el punto de dolerme.
-Auuuu paraaaa que me dueleee
-Te gusta estar con el culito abierto ¿eh putilla?
-Noooo noo paraaaaa que dueleee
               Separó un poco más y paró. Giró su pie derecho y noté como recogía todos sus dedos menos el dedo gordo y lo empezó a apretarme el ojete.
-Aaaaaaaaaaaah aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah pero que hacessssss
-Chilla todo lo que quieras, aquí no te oye nadie.
               Tras no poco esfuerzo consiguió meterme el dedo gordo, gracias a que el calcetín estaba completamente empapado pudo entrar con menor dificultad. Empezó a retorcerlo y a moverlo, no me lo podía creer tenía el dedo gordo del pie de Mario metido en el culo, calcetín de nike y todo. Empezó a apretar un poco mientras con el otro pie conseguía que mis nalgas se mantuvieran separadas.
-Aaaaayyy paraaa paraaaa
               Apretó más todavía  e intentó meter más dedos.
-AAAAAAAAAAAAAAAAh noooooo nooooo no caben más para por favor, me duele muchísimo – empecé a llorar suplicando.
               Al ver que era cierto que no entraba más paró. Quitó su pie izquierdo de mi culo y me golpeó los huevos que me colgaban.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaauuu
- Deja de lloriquear ya, marica.
               Trataba de recuperarme del dolor de huevos y de culo y a eso se unió el dolor de muñecas y tobillos de tanta tensión. Después de un rato sacó el dedo del pie de mi culo, me giró un poco, se puso de rodillas detrás de mí y me la metió entera de un golpe.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAhhhh
-Chilla puta ¡chillaaaaa!.
-Para para por favor no sigas me duele muchísimo.
               Se apoyó sobre mis talones y comenzó a follarme con dureza, la tenía enorme y no conseguía acostumbrarme a ella, el dolor no cesaba.
-Paraaa para aaaaayy me duelee
               Aumentó más y más, me cogió de las caderas y bombeó con mayor celeridad hasta que se puso muy tenso, y una enorme corrida, como me tenía acostumbrado inundó mi culo.
-MMMMMmmmmmm si sii eso es….
               Se la sacó y se fue corriendo al baño, yo descansé aliviado, fue todo un respiro que cesase aquel dolor, me había quedado el culo tan dilatado que se me escapaba la lefa caliente de Mario empapándome los huevos.
-Como te has portado mal y has chillado mucho te quedas así castigado jajaaja –dijo desde el baño.
               Directamente lo asumí, estaba tan dolorido y cansado que sabía que cualquier intento de súplica caería en saco roto, además de gastar más energías, pasó frente a mí, apagó la luz y se subió a la cama. Yo me dejé caer a un lado para ganar algo de comodidad, aunque la postura era de todo menos cómoda, conseguí acercarme a una zapatilla de Mario y usarla como almohada, total, ya me daba igual que me pillase.

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