Capítulo 12 – Todos a una
La
celda parecía haberse hecho muy pequeña de un día para otro, con Carlos dentro,
el espacio para dos personas era muy reducido, estábamos muy apretados. No
sabíamos cuanto tiempo llevábamos solos, ni cuánto tiempo nos quedaba, aunque
tampoco hablábamos, nos limitábamos a descansar y Carlos incluso dio alguna
cabezada quedándose apoyado sobre mi hombro.
El
ruido metálico de la puerta hizo una vez más de despertador, en esta ocasión
por partida doble ya que yo también me había quedado dormido. Al sonido de la
puerta le acompañó una gran algarabía de voces, risas y conversaciones
inaudibles. Empezó a aparecer gente en la escalera, primero mi amo, que bajaba
tambaleándose, después apareció su primo completamente borracho y sujetándose
en el amo de Carlos. Desde luego se habían corrido una gran juerga. Mi amo se
acercó a celda, yo me apresuré en meter los pies dentro, que había sacado para
lograr mayor comodidad.
-Hola perritos - dijo costándole pronunciar las palabras -
¿qué tal?.
El
otro amo, que también parecía muy borracho ayudó a Eric, el primo de mi amo a
sentarse sobre la cama, iba completamente grogui, con los ojos medio cerrados,
venia con una camiseta negra, unos vaqueros claros y unas zapatillas blancas.
-Eh Pablo ti tío… ¿nos divertimos
un un poco con tu primito? – dijo agarrándole el paquete a Eric.
Eric
hizo un leve amago de querer quitar la mano del otro amo de su paquete pero
apenas atinó a rozarle. Movía el torso en con un movimiento casi circular que
indicaba que estaba tremendamente mareado, dudaba mucho que supiera dónde
estaba.
-Claro – dijo mi amo dándose la
vuelta y a poyándose en los barrotes de la celda – en la estantería tienes
esposas, sírvete.
El
otro amo se levantó y fue hasta la estantería, cogió dos pares de esposas y
miró a Pablo.
-Ven puto mamao, ayúdame con esto
– dijo volviendo a la cama.
-¿Mamao yo? – le respondió
tratando de parecer sobrio.
-Sii mamao, venga, ayúdame joder.
Mi
amo fue hasta la cama y le recogió las otras esposas, cada uno le colocó un par
en cada muñeca.
-Eeeeeh ¿qué pasa? – dijo Eric
mirándose las muñecas con la con la boca abierta.
Parecía
procesar lo que le estaba ocurriendo a la centésima parte de la velocidad
normal, Carlos y yo nos mirábamos de vez en cuando con gran cara de asombro,
aunque sin perder detalle de lo que le estaba pasando al primo de mi amo.
-Nada primito, vamos a tumbarte
en la cama para que la duermas un poco que estás muy mal ¿vale? – le dijo
Pablo.
-Vale tío, te quiero mucho, eres
muy bueno conmigo – dijo el muchacho-.
Mi
amo le tumbó en la cama y le ató de su lado las esposas al enganche. El otro
amo hizo lo mismo. Podían manejarle sin ningún problema, era un muñeco total.
Llevaba tal pedo que a pesar de estar atado permanecía con los ojos cerrados
ajeno a lo que estaban tramando los otros dos compañeros de borrachera.
Pablo
se quitó las zapatillas y se subió a la cama, le agarró el paquete a su primo y
se puso a magrearlo.
-Trae la cuerda del mueble tú –
le dijo al otro amo.
Se
puso a su lado y le desabrochó el pantalón, empezó a bajarlo hasta que las
zapatillas de Eric hicieron tope. No parecía haberse dado cuenta y le bajó el
bóxer hasta dejárselo junto con los pantalones.
-No tiene mala polla – me dijo
bajito Carlos.
-Ya lo creo – le dije – fue él
quien me desvirgó.
Carlos
giró la cara y se quedó mirándome con cara de asombro.
-¿Qué? - dijo con gran cara de asombro.
-Sí, mi amo dejó que fuese él
quien me desvirgase.
-Joe que suerte – dijo Carlos.
Me
quedé algo pensativo, y realmente había sido suerte que me hubiese dejado la
primera vez con el primito, aunque me hizo daño no habría sido ni la cuarta
parte de todo el dolor que me habría infligido la inmensa polla de Pablo si me
la hubiera querido meter él primero.
-Aquí tienes la cuerda ¿para qué
la quieres? – le preguntó el otro amo.
-Trae – dijo cogiéndosela de las
manos.
Mi
amo trató de quitarle los pantalones a su primo pero no era capaz, tardó una
eternidad en comprender que nos salían porque tenía las zapatillas puestas, se
las quito tirándolas al suelo y por fin los pantalones y el bóxer dejaron de
oponer resistencia, yéndose, junto con las zapatillas al suelo. Eric tenía la
polla algo empalmada por el magreo de su primo, cosa que no dejaba de resultar
extraña viendo lo perjudicado que iba.
Aunque
borracho, Pablo parecía saber lo que se hacía, no así el otro amo que miraba en
ocasiones rascándose la cabeza como si tuviera delante de él un gran enigma con
una lejana y esquiva solución.
Mi amo cogió
la cuerda y empezó a atarle con ella los pies juntos.
-Joe primo te apestan los
calcetos – dijo terminando de hacer un nudo.
El
chico contestó con un breve gruñido, mientras su primo le ataba los pies a un
enganche que tenía la cama justo en el centro.
-Muy bonito – dijo el otro amo –
y ahora qué.
Mi
amo rebuscó en su bolsillo derecho y sacó una llave que me era del todo
familiar y se la dio.
-Saca a tu perro de la celda.
-Está bien.
El
amo de Carlos vino tambaleándose hasta donde estábamos. Hicieron falta tras
tres o cuatro intentos fallidos hasta que consiguió meter la llave en la
cerradura de la celda y abrir la puerta.
-Tú perro – dijo mirando a Carlos
- ¡fuera!.
Sin
decir ni media palabra Carlos se levantó inmediatamente y salió de la celda. El
amo cerró de nuevo, aunque debido al gran trabajo que le había costado meter la
leve en la cerradura, la dejó puesta.
Si había un
momento propicio para girar la llave y huir escaleras arriba era ese, aquellos
dos habrían sido incapaces del todo de seguirme, y estaba casi completamente
convencido de que la puerta de arriba estaba abierta; sin embargo no quería
eso, deseaba quedarme, no quería traicionar a mi amo, me trataba bien y cuidaba
de mí, habría sido del todo injusto, por no hablar que había demostrado fiarse
de mí, en tanto en cuanto, no recordaba cuándo fue la última vez que le vi usar
el taser. Además de no querer perderme la fiesta que le estaban preparando al
primito.
Carlos
esperó junto a su amo, a expensas de que Pablo desvelase su plan para con su
atado primo.
-Ven perro – le ordenó mi amo a
Carlos.
Por
un momento miró a su amo, pero éste estaba luchando por no irse al suelo
apoyado en el potro. Carlos fue hasta la cama y aguardó instrucciones. Pablo le
cogió la polla a su primo y empezó a pajearle hasta que alcanzó una pequeña
erección y luego lo descapulló, el alcohol que llevaba Eric en la sangre hizo
que la operación se dilatase unos instantes.
-A ver perro, súbete aquí y
chúpasela a mi primito hasta que se corra
- le dijo Pablo.
Inmediatamente
Carlos se subió a la cama y de rodillas sobre Eric, cogió su polla metiéndosela
en la boca y comenzó a mamársela lentamente. El chico no parecía ni estar
enterándose de lo que le estaban haciendo, aunque puso una cara de felicidad
que indicaba todo lo contrario.
-MMMMMMM – gimió Eric.
Con
la boca entre abierta, los ojos cerrados y la cabeza con leves movimientos de
lado a lado, Eric estaba disfrutando de una gran mamada. Mi amo se bajó los
pantalones y empezó a pajearse viendo cómo el perro le comía la polla a su
primo. Mientras tanto, el otro amo observaba desde el potro magreándose el
paquete.
El
primo hizo un movimiento de querer soltarse, aunque ni tan siquiera abrió los
ojos, gimió, y pude ver como un hilillo de lefa se le escapaba a Carlos por la
boca. Éste se la tragó toda y chupó lo que se le había caído.
-EEEEh puto borracho –le gritó
Pablo al otro amo.
-Qué quieres joder.
-Ábrele a mi perro para que pueda
venir.
Tardó
un poco en reaccionar, pero finalmente se decidió a moverse del potro y a
abrirme la puerta de la celda, que habría podido abrir yo si hubiera querido
-Venga ahora sigue con la mía –
le dijo mi amo a Carlos.
Con
las piernas de Eric en medio, Carlos le agarró la enorme polla a mi amo y se la
metió en la boca.
-¡Ven perro! – me gritó Pablo una
vez el otro amo me abrió la puerta.
Salí
de la celda y fui hasta la cama.
-Ponte a chupársela a mi primito,
hoy le vamos a exprimir los huevos al borracho este, para que aprenda.
-Claro amo - dije con una leve sonrisa.
Me
subí a la cama y me incliné a cuatro patas sobre la polla de Eric. Estaba
brillante aunque había perdido parte de la erección. Le agarré los huevos y se
los masajeé al tiempo que le daba pequeños lametazos. Parecía funcionar mi
estrategia, pues volvió a dar signos de vida, tanto la polla como su
propietario, que emitió unos leves gemidos. Cuando creció de nuevo hasta los 15
o 16 centímetros me la metí en la boca y comencé a chuparla, mientras Carlos
hacía lo propio con la de mi amo.
-MMMmmm qué bien la mama tu perro
–le dijo mi amo al otro.
-Te voy a cobrar por usarlo – dijo
desde el potro.
-Haz lo que quieras –dijo Pablo
con total indiferencia.
Yo
continuaba mamándosela a Eric hasta que de pronto algo me hizo parar en seco.
El consolador de mi culo estaba saliendo. Miré y el otro amo me lo estaba
sacando.
-Pues me lo voy a cobrar – dijo
el otro amo con su polla en la mano.
Debía
medir unos 19 ó quizás 20 centímetros y estaba durísima. En cuanto terminó de
sacarme el consolador me metió la punta. No me dolió lo más mínimo y esperaba
más. El otro amo se escupió en la polla y empezó a metérmela.
-Deja de mirar y chúpale la polla
a Eric – me dijo mientras apretaba.
Volví
a meterme la polla del chico en la boca y me puse a mamar de nuevo. El otro amo
comenzó un mete saca rítmico y placentero. Yo continué mi trabajo y un gemido
acompañado de una palabra inaudible me hizo mirar a la cara al primo. Había
abierto los ojos y parecía tratar de entender lo que veía, y no era para menos,
el perro de su primo estaba chupándole la polla mientras era follado por su
amigo, mientras que el perro del amigo le comía la polla a su primo y todo
encima de la cama, a la que por cierto estaba atado.
Esta
última información fue la última que procesó, y en cuando vio lo que pasaba
trató de moverme.
-EEeeeh cabrones soltadme – dijo
medio balbuceando.
-Calla y disfruta primito – dijo
mi amo mientras el acariciaba la cabeza a Carlos.
Eric
me miró cómo manejaba a mi total antojo su polla, al tiempo que era follado
lentamente por el otro amo.
-¿Pero por qué me duele la polla?
– dijo extrañado
-Porque te acaba de hacer
este - dijo Pablo señalando a Carlos-
una mamada bestial, se la ha tragado toda.
Yo
seguí disfrutando de la follada que me estaba metiendo el otro amo y de la
polla de Eric, chupándosela y lamiendo cada gotita que era capaz de succionarle
sin dejar de masajearle los huevos, Pablo me distrajo parar cuando comenzó a
gemir.
-MMMMMMMMMMM uffffff, eso esooo.
Carlos
había llevado a buen término la mamada y estaba recibiendo la rica leche de mi
amo. Casi simultáneamente mi boca y mi culo se llenaron de lefa caliente una
vez más. El otro amo se estaba corriendo generosamente en mi culo al tiempo que
apuraba las últimas embestidas.
-OOOOOohhh diooos – dijo Eric.
Me
tragué la escasa corrida que me proporcionó y seguí dándole unos lametazos
extra, al tiempo que el otro amo se salía de mi culo.
-Me gusta, que culito tan rico
tiene tu perro – dijo este.
-Para para tío, para ya, por
favor más no, no puedo más. – dijo Eric con dificultad por la borrachera que
llevaba.
Saqué
su polla de mi boca y comprobé que a pesar de llevar ya dos corridas casi
seguidas seguía muy empalmado.
-Tío parad ya, me duele mucho la
polla, no sigáis joder, soltadme – dijo entre balbuceos - .
-No te duele por las mamadas bobo
eso no duele – le dijo mi amo – te duele por esto dijo mostrando una pastillita
azul.
-¿Qué coño es eso? – dijo el otro
amo.
-Una viagra jajaajaja, así que
primito, tienes marcha para rato.
-Nooo tío, serás cabrón.
-Venga tú, te lo has ganado perro
– dijo dirigiéndose a Carlos – siéntate en su vitaminada polla, y cabalga.
Carlos
obedeció y se colocó con los pies a los lados de Eric, dándole la espalda,
empezó a bajar lentamente, le cogió la polla y se la orientó hasta la entrada
de su culo, exactamente igual que hiciese conmigo en la celda. Bajó poco a poco
hasta que la polla del chico quedó completamente dentro.
-Ufffff nooo nooo parad parad
tíos no puedo más, me duele la polla – se quejó Eric haciendo fuerza con los
brazos.
Yo
no sabía muy bien qué hacer, así que me puse de pie y disfruté del espectáculo.
Carlos empezó a cabalgar como le habían ordenado sobre la saturada polla de
Eric.
-AAAAh AAAAh me vais a matar
putos cabrones – gritó.
-Si a polvos – dijo su primo
entre risas.
Carlos
continuó incansable hasta que el pobre chico no pudo más.
-AAAh AAAh no puedo no puedo
AAAAAAAAAAAAAAaahhhhhh – dijo bajando el volumen del tono y cerrando los ojos.
-Venga ya puedes quitarte de ahí
– le dijo mi amo a Carlos.
Se
levantó con cuidado, apenas había restos de la corrida, si es que había llegado
a eyacular algo. Tenía la polla muy enrojecida, y no era de extrañar, después
de dos mamadas y un polvo, el chico estaba visiblemente agotado, hasta el punto
de cerrar los ojos y quedarse dormido de nuevo.
-¿Le vas a dejar así? – le
preguntó el otro amo a Pablo.
-Sí, porqué no, la cama es cómoda y grande, aunque le
desataré – dijo mi amo sacando una pequeña llave del bolsillo.
Entre
los dos amos le quitaron las esposas y le desataron los pies. Aún tenía la
polla algo empalmada y resultaba gracioso verle así. Mi amo dejó ambos pares de
esposas y la cuerda de cualquier manera sobre la estantería y miró al otro amo.
-Bueno vámonos a la cama ya ¿no?.
-Sí, será lo mejor, pero oye, qué
hacemos con estos dos – dijo señalándonos con el dedo.
Carlos
y yo permanecíamos junto a la cama sin saber muy bien qué hacer, a la espera de
que nos dijeran qué hacer. Pablo nos miró y por un momento parecía no entender
si quiera qué hacíamos ahí en mitad del cuarto.
-A ver perros, tú a la celda –
dijo mirando a Carlos – y tú a la jaula, que la celda es muy pequeña para dos.
Yo
me quedé un poco descolocado, mi amo estaba muy borracho y no debía de saber
muy bien qué estaba haciendo, ya nos habían encerrado juntos en la celda y
parecía no darse cuenta. Carlos fue hasta la celda y se metió en ella. Yo me
quedé mirando a la jaula, tratando de recordar cómo lo había hecho aquel chico
que trajo el amo para meterse ahí.
-Vamos perro entra en la jaula de
una puñetera vez, que quiero irme a dormir – me apremió el otro amo.
Me
acerqué a la jaula, abrí la puerta y a cuatro patas entré. Recordé a tiempo el
golpe que se había llevado en los pies aquel chico cuando el amo cerró la
puerta y lo evité por poco, el amo cerró el candado del pasador y me dejó ahí.
Fue a la celda y también cerró la puerta, esta vez llevándose la llave.
-Bueno estos ya están – dijo el
otro amo- ¿nos vamos ya?.
-Sí, venga, vámonos ya.
Los
dos amos subieron las escaleras y esta vez la luz se apagó. Traté de darme la
vuelta dentro de la jaula, era muy angosta, con mucho esfuerzo conseguí tener
la cabeza y la espalda en el suelo con las rodillas encogidas y los pies
apoyados en la puerta. El ruido que hice al moverme en la jaula llamó la
atención a Carlos.
-No me hubiera importado
compartir la celda contigo – dijo.
-Ya, bueno, no es culpa tuya, hay
que entenderlo, el amo está muy borracho, además, dormirás más cómodo tu solo
que si estamos dos – le dije tratando de ser comprensivo con la situación.
-Gracias, bueno hasta mañana.
-Hasta mañana – le dije.
Y
el silencio se apoderó de mis oídos.
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