Capítulo 14 – La trampa
No
había dormido demasiado. Tras la cabronada de mi compañero de piso Fernando me
quedé hasta las tantas, en casa de Raúl viendo películas y tratando de no
pensar en lo que me había pasado. La tarde estaba siendo perfecta, compensando
la canallada que me había hecho Samuel por la mañana en los baños de mi
facultad, la follada a Víctor magnífica, incluso me encantó ese cambio de roles
que propuso, tanto como para repetirlo, sin embargo, ni me atrevía a llamarle,
estaba muy enfadado conmigo y con toda la razón.
En
ese momento me encontraba vistiéndome para salir a desayunar a una cafetería y
evitar así cruzarme por casa con Fernando.
Como era lógico, cuando estaba en mi habitación no iba con el uniforme
que Samuel había impuesto días atrás, así que era lo primero que tenía que
ponerme. Con el bóxer y los repugnantes calcetines puestos, y mirando por la
ventana tratando de averiguar si hacía demasiado frio me fui poniendo la
camiseta amarilla de Víctor, aquella mañana le tenía especial cariño a esa
prenda, a pesar de estar manchada con la leche de Samuel y apestar.
-Se te ve el culo con ese bóxer,
deberías cambiártelo ¿no crees? – dijo la voz de Fernando detrás de mí.
Me
giré, ya que la puerta de mi cuarto estaba al lado opuesto de la ventana, por
la que yo estaba mirando. Estaba cerrando la puerta de mi habitación con el
tranco que yo debía haber utilizado pero que no lo hice. Llevaba un pijama de
manga larga, a pesar de que en el piso hacía calor y unas zapatillas de andar
por casa.
-Qué coño haces aquí – le dije
con mal tono.
-Por no hablar de la camiseta, es
horrible, y te está pequeñísima – dijo mirándome de arriba abajo.
-Largo de mi cuarto.
-Y esos calcetines dan pena, creí
que los habrías lavado ya, dime de qué va eso, que llevas, además siempre vas
con lo mismo.
-Eso no es cierto – le dije
viniéndome arriba.
-Ya lo creo que lo es, siempre
que te veo llevas esa camiseta amarilla y esos calcetines sucios nike, soy muy
observador, si no, no estaría haciendo Criminología.
-Piérdete tío, y largo de aquí,
me importa una mierda lo que estés estudiando.
-Bueno como quieras, si no es por
las buenas, pues por las malas, contaré por ahí que eres gay, y que te gusta
que te aten.
-Eso es mentira.
-No lo es – dijo cogiéndome de
las muñecas -¿y esto qué es?
Aún
no me había puesto el reloj y tenía las marcas de las esposas desde la fiesta
del Sábado.
-Suelta –dije soltándome de sus
manos.
-Quiero saber porqué llevas
siempre eso, o lo contaré, la gente me creerá o no, pero la instalaré la duda,
empezando por nuestro compi de piso – dijo abriendo el tranco de mi cuarto.
-¡No, no!, está bien está bien,
no lo hace falta, te lo contaré – dije resignado.
-Soy todo oídos –dijo con una
sonrisa.
-No es que sea gay – dije
empezando a hablar – bueno, más bien bi, Víctor el que conociste ayer me obliga
a llevar esto, por una apuesta, ¿sabes?, dice que debo llevar esta ropa a modo
de uniforme hasta que acabe el curso.
Me
escrutó con la mirada, parecía tratar de averiguar si era cierto o no lo que le
estaba contando.
-Luego también te gusta que te
aten y te follen el culo por ese agujero del bóxer, ¿no es así? – me preguntó
entrecerrando un ojo.
-Realmente esta ropa es toda
suya, a mi no me mola que me den, aunque alguna vez lo he probado, pero a él
sí, le obligué a llevar este uniforme y por la apuesta que te digo que perdí
ahora lo tengo que llevar yo, solo es eso.
-¿Y las marcas de las muñecas? –
me preguntó.
-El Sábado, que me tuvo esposado
todo el día.
-Qué cabroncete – dijo con una
sonrisa.
Parecía
que se lo estaba tragando. Pensé que estaba llegando al fin del interrogatorio,
pero continuó.
-¿Entonces la chupas?
-Sí - le dije sumisamente.
-Vamos a hacer una cosa, hazme
una buena mamada y me olvido de todo esto, ¿qué te parece?.
La
propuesta me dejó un poco desconcertado, pero era una buena oferta.
-Está bien – dije resignado.
-Pues adelante – dijo sacádnosle
la polla.
Curiosamente
estaba empalmado, no tendría más de 17 centímetros, y tenía bastante pelo en el
pubis, era algo desagradable. Me puse de
rodillas delante de él y me la metí en la boca. Empecé a darle lametones.
-Uff, así así, muy bien, como tu
novio, sigue así – dijo
Se
la seguí chupando y chupando, no puse demasiado esmero, sin embargo él parecía
disfrutar mucho.
-MMMMM jodeer que ricooo, sigue
sigue nenaa.
Cuando
la noté que lubricaba mucho, y estaba a punto de correrse se la sacó y empezó a
pajearse. No me dio tiempo ni a apartarme, me lanzó, al igual que lo hiciese la
tarde anterior con Víctor dos grandes y cálidos choros de lefa a la cara.
Incluso cayó algo a la pobre camiseta.
-Mmmm que bueno – dijo
guardándose la polla – perdona por mancharte la camiseta, aunque por lo que veo
no es la primera vez que te pasa ¿no? Jajaajaj.
-No – dije por lo bajo.
-Bueno antes de comer te visitaré
para otra mamada –me dijo.
-Pero si me dijiste que te
olvidarías – dije apartándome lefa de un ojo.
-¿Sí?, bueno, pues mentí, y nada
de quitarte aquí ese uniforme, que estás muy guapo jajaaja, y como no estés a
la hora de comer lo cuento.
Salió
de mi habitación y me dejó de rodillas y con la cara lefada, casi igual que me
encontré a Víctor. Sentía que me caía bien, que era mi justo castigo, pero no
podía hacer nada, me estaba amargando la existencia y mi conciencia sólo me
repetía una y otra vez ¡te lo dije!.
-Qué te pasa tío – me dijo Lucas
en clase.
Llevábamos
tres horas de clase y apenas había cambiado una sola palabra. Estaba
completamente abstraído, jodido por tener que servir a un tipo que me amenazaba
con contarlo todo. Sabía que Samuel y Ángel realmente no me conocían y poco
podrían contar, pero Fernando conocía a la gran mayoría de compañeros y amigos
que tenía en aquella ciudad y podía arruinarme la vida. Estaba ocurriéndome
exactamente lo que tanto temía que me pasase.
-Nada, es igual.
-No tío, no es igual – me dijo
por lo bajo para que no le oyese el profesor, estás ido, qué te ocurre.
-Es que…
-Joder tío, puedes confiar en mí,
¿no? – dijo dándome una palmadita en el paquete y mostrándome una sonrisa.
-Sí, sí – dije devolviéndole una
sonrisa.
En
ese momento el profesor dio por concluida la clase.
-Vamos fuera – le dije.
-¿Y la siguiente clase? – me
preguntó.
-Que le den por culo.
Salimos
a la calle y empezamos a andar. Le conté absolutamente todo lo que me había
ocurrido desde que abandoné su casa con las esposas en la mochila. A medida que
iba avanzando en la historia los sentimientos se le iban encontrando, le
indignó especialmente que Samuel me follase en los lavamos y le hizo mucha
gracia que Víctor, al que también conocía, se hubiese quedado esposado un buen
rato. Sin embargo la actitud canallesca de Fernando le molestó mucho.
-Que hijo de puta es ese tío – me
dijo cuando acabé de contárselo.
-Ya lo creo, lleva semanas
investigándome, y hasta que no me ha cazado no ha parado, y encima eso, amenazarme
con contarlo todo.
-Eso no se hace, que puto
cabronazo y seguro que disfrutó de la mamada como el que más.
-Ya lo creo que lo hizo – dije.
-Tengo una idea, démosle de su
propia medicina – dijo Lucas de pronto.
-¿Cómo?
-Hoy se la tienes que chupar otra
vez ¿no? – me preguntó.
-Sí, claro, no sé, antes de comer
me ha dicho.
-Tendámosle una trampa para que
no pueda hablar – dijo con tono pensativo.
-¿En qué has pensado? – le
pregunté con gran curiosidad.
-Verás, cuando termines de
chupársela hoy, ofrécele el culo…
-No, no no, para nada – dije
interrumpiéndole, de eso nada, no dejaré que ese cabrón me folle el culo, ni de
coña.
-Espera joder, como seguramente
aceptará, le dices que tú no le dejas, pero que conoces a alguien que sí.
-No te entiendo – le dije
tratando de averiguar qué se escondían tras sus palabras.
-Yo lo haré – dijo de pronto.
-¿Tú?, pero hacer el qué.
-A mí no me conoce de nada.
Quedarás para después de la noche en que yo voy a tu casa y me dejo follar por
él.
-No lo entiendo, y con eso qué
coño ganamos – le pregunté un poco perdido.
-Lo grabaremos todo.
-Grabarlo… - dije entendiendo
todo.
-Escondemos mi cámara en tu
cuarto esta tarde. Después de cenar llego y me meto en tu cuarto con él, se la
mamo, dejo que me folle, lo que sea, y queda todo grabado, con las imágenes,
borramos mi cara y le mandamos un correo electrónico con el vídeo amenazándole
de que o deja de putearte o lo subimos a internet, no sé, ya se nos ocurriría
algo, pero esa es la idea más o menos.
La
idea era fantástica, y conociendo a Fernando quizás consiguiese que su afán por
joderme diese al traste con su plan para joderme a mí.
-Lo único que no sé qué haremos
con tu otro compañero de piso – dijo Lucas.
-Vaah, no te preocupes jejej ese
no sale de su cuarto, es un puto friki del ordenador, ni se enterará.
Con
la moral completamente renovada fui a la hora de comer a casa. En cuanto entré
por la puerta el cabrón de Fernando me estaba esperando.
-¿Una chupadita? – me dijo
indicándome con la mano a que entrase en mi cuarto.
-Por supuesto – le dije con tono
de resignación.
-Venga, desnúdate, quiero que me
la chupes como se la chupas a tu novio, con ese estúpido uniforme.
-Como digas – dije manteniendo el
papel.
Sabía
que debía aguantar y tragar, que todo estuviese dentro de su absurda
normalidad. Me quedé únicamente con el maltratado uniforme y me coloqué de
rodillas. Como si fuese un robot, Fernando repitió las mismas estupideces de la
mañana, e incluso se corrió de nuevo en mi cara, con el único afán de reírse de
mí y humillarme. Cuando estaba a punto de marcharse me lancé con el plan.
-Oye, ¿te apetecería ir un poco
más allá? – le dije.
-Explícate – dijo.
-No sé, hacer más que recibir una
mamada, ya sabes – le dije queriendo que fuese él el que se tirase.
-¿Follarte el culo? – dijo
dándose cuenta de por dónde iba.
-Sí, bueno, a mí no, es que eso
ya te dije que no me va.
-¿Entonces? – me preguntó.
-Tengo un amigo que es una
putita, le encanta comer pollas y que le follen el culo, si le llamo y dejo que
le folles el culo ¿me dejarás en paz?.
Observé
su cara. Era tan transparente que se era obvio lo que iba a responder. Sin
embargo, demoró algo la respuesta, lo que provocó algo de nerviosismo en mí.
-Está bien, trato hecho, ¿cuándo?
– se decidió a responder
-Le diré que venga después de
cenar, ¿te apetece? – le dije mientras me limpiaba la lefa de la cara.
-Mmm, vale, perfecto, dijo con
una sonrisa malévola abandonando mi cuarto.
Eran
tan previsible que estaba convencido de que aún ofreciéndole a mi amigo,
seguiría chantajeándome a mí, y probablemente a mi amigo, pero acababa de
morder el anzuelo.
Aprovechando
que Fernando se iba siempre a estudiar a la biblioteca, Lucas y yo lo
preparamos todo. Tras el hueco de dos libros en una estantería, y con el
correspondiente ángulo preparamos la cámara. Hicimos varias pruebas para
asegurarnos que quedaría bien grabado, incluso simular un polvo que consiguió
ponernos bastante cachondos a los dos. Todo iba sobre ruedas. El toque final
fue inventarnos un nombre para Lucas, con el fin de que no pudiera ni preguntar
por él.
La
cena aquel día fue más tensa de lo corriente. Fernando me lanzaba miraditas,
parecía nervioso, aunque no parecía querer echarse atrás. Nuestro compañero de
piso, y cumpliendo con si ritual, terminó de cenar y se encerró en su cuarto,
que afortunadamente estaba al lado de la casa opuesto del mío.
-¿Cuándo coño viene esa putita
que me has prometido? – dijo impacientándose.
-Me dijo que a las diez y cuarto
o así y casi son – dije mirando la hora.
Tras
esperar cinco minutos más haciendo zapping por fin sonó el timbre. Fernando se
levantó para ir a responder.
-No – dije levantándome yo – ya
voy yo.
-Claro, sí, mejor.
Abrí
la puerta a Lucas y entré en mi cuarto a encender la cámara. Cuando subió se lo
presenté a Fernando.
-Fernando, este es Marcos – dije
con una sonrisa.
-Cómo estás – dijo Lucas
-Hola – dijo Fernando un poco
seco.
-Bueno podéis usar mi cuarto –
dije-, así no os molestará nadie, es el más alejado.
-Perfecto, pues vamos entonces –
dijo Fernando.
Lucas,
recién bautizado como Marcos y mi adorable compañero de piso se encerraron en
mi cuarto. Me dediqué a ver la tele, y a esperar. Estaba muy nervioso, me
sentía mal dejando a mi amigo Lucas en manos del cabrón de Fernando, le debía
una muy grande. A lo lejos se podían escuchar algunos gemidos y frases absurdas
de Fernando gozando como un loco, algo que me daba más bien asco.
Cuando
por fin se abrió la puerta, Fernando regresó al salón, con una gran cara de
satisfacción. Habían estado casi media hora encerrados, temía que la cámara no
durase tanto grabando.
-¿Qué tal? – le pregunté.
-Bien, no ha estado mal, está
bien que los maricas tengáis contactos para polvos ocasionales, la verdad.
-Si… dije por lo bajo.
-¿Me dejarás en paz ya? – le
pregunté.
Giró
la cabeza y me lanzó una sonrisa malévola, como sólo él sabía.
-Pues mira no, ahora quiero que
tú y tu amigo estéis cuando quiera, y dile a tu amigo que no falle o te lo haré
pasar mal, ¿de acuerdo?, o de lo contrario lo contaré todo.
-Pero no es lo que hablamos, tío
sé serio, por favor.
-Es lo que hay – dijo con tono de
indiferencia.
-Vete a la mierda – dije
levantándome y fingiendo mal humor.
Me
fui del salón simulando llevar un gran enfado. Se estaba cumpliendo nuestro
plan hasta en el último detalle. Entré en mi cuarto donde me encontré a Lucas
poniéndose los pantalones y me encerré con él.
-Qué tal ha ido – dije – más te
vale que haya funcionado o estamos los dos jodidos de verdad, porque no ha
cumplido su parte.
-Tranquilo, yo sí he cumplido la
mía, y la cámara también – dijo extrayendo la cámara de detrás de los libros.
La
manipuló en busca del vídeo que se supone que teníamos grabado y sonrió sin
separar la mirada de la pantalla de la cámara.
-Lo tenemos.
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