Capítulo 18 – Perdón
-¿Qué tal te ha salido? – me
preguntó Lucas nada más salir del aula.
-Bueno… yo creo que bien, desde
luego mejor que el de ayer – le respondí.
-Joder es que ayer se pasaron
cantidad, no sé si aprobará alguien.
-Pues yo espero aprobar – le dije
queriendo poner un poco de optimismo en la conversación.
-Bueno, me marcho que mañana hay
otro, ¡adiós!.
-Adiós Lucas – dije despidiéndole
con la mano.
Enfilé
el pasillo en dirección a la fotocopiadora, para hacer unas copias de unos
apuntes que me habían dejado que me vendrían bien para el siguiente examen. Era
miércoles y ya llevaba dos de los cinco exámenes que tendría que afrontar
durante esos días. El trabajo y las humillaciones en casa de Samuel se habían
cambiado por nervios, horas de estudio y relativa tranquilidad. Y es que se
notaba que todos estábamos de exámenes, incluso Lucas me rechazó un polvo
rápido en los servicios al salir del examen del día anterior, estaba realmente
histérico por la gran cantidad de exámenes que le quedaban aún, pese a que
había decidido dejar alguna asignatura para septiembre.
Con
las fotocopias hechas y los apuntes guardados en la carpeta me dispuse a
marcharme a casa para poder seguir estudiando. Pese a estar Fernando merodeando
por el piso el ambiente era bueno, tenía un comportamiento normal, e incluso
amable. En ocasiones y para hacerle rabiar andaba por casa con los calcetines
del uniforme, horriblemente sucios y apestosos y contemplaba cómo Fernando se
mordía la lengua para no llamarme la atención, sabía que si se pasaba de la
raya lo más mínimo la soga que le habíamos atado al cuello Lucas y yo, se
tensaría lo pasaría realmente mal, y
estábamos dispuestos a cumplir con nuestra palabra.
Sin
embargo, la idea de aprovechar lo que quedaba de mañana, ya que no eran ni las
doce del mediodía se truncó en el mismo instante en que mi móvil sonó
indicándome que tenía un mensaje nuevo. Cuando leí el nombre del autor de dicho
mensaje me paré en mitad de la calle, estaba sorprendido de que Víctor se
comunicase conmigo, ya que no tenía muy claro que me hubiese perdonado.
“Pueds venirt a casa en 15 minuts?”
El
mensaje estaba claro, sin embargo no entendía muy bien para qué podía querer en
plenos exámenes que fuese a su casa si además, casi ni me hablaba. No obstante,
le contesté con un escueto “ok” e inicié la marcha en dirección a casa de
Víctor, Sergio y Samuel. Cuando llegué a su portal el cartero, amablemente me
dejó entrar y solo tuve que subir los tres pisos y tocar el timbre una vez
estuve frente al tercero “A”. No tardé en oír unos pasos, tras los cuales, la
puerta se abrió con Víctor detrás vestido como era habitual cuando salía a la
calle.
-Hola, pasa – me dijo con tono
seco.
-Cómo estás – dije entrando
cabizbajo.
-Ahí tienes la mochila – dijo
señalando con el dedo – cuando estés ve a mi cuarto.
-Claro… -dije sin más.
Era
evidente que me estaba invitando a desnudarme, como era habitual. Mientras lo
hacía y me quedaba únicamente con el uniforme agudicé el oído, esperando
escuchar más voces, tratando de averiguar si alguien más, además de Víctor,
estaba en casa, pero no me pareció oír nada. Cuando terminé, y con mi ropa en
la mochila de Samuel, eché a andar hacia el salón. Quedó confirmado que no
había nadie más en el piso, ya que las habitaciones de Samuel y Sergio estaban
con la puerta abierta y vacías, y la de Samuel, dicho sea de paso, hecha un
desastre.
-¿Y el resto dónde están? –
pregunté a Víctor que parecía atareado revolviendo en uno de sus cajones.
-Samuel tiene un examen a esta
hora y Sergio estudia en la biblioteca – me dijo sin apartar la vista del
cajón.
-¿Te puedo ayudar? – dije
tratando de ser educado.
-No, no hace falta –dijo dándose
la vuelta con lo que parecían fundas de almohada en la manos y dejándolas sobre
la silla.
De
pronto se giró y pasó junto a mí saliendo del cuarto. Por la dirección que tomó
al salir de la habitación sólo podía ir al cuarto de Samuel. Aproveché para
mirar a mi alrededor, la habitación estaba particularmente limpia, todo
ordenado y recogido, hasta la cama estaba cuidadosamente echa, no entendía muy
bien que se traía Víctor entre manos.
-A ver, quítate la camiseta –
dijo Víctor detrás de mí.
Cuando
me giré le vi sosteniendo las esposas de Samuel. Pese a que me asaltaban
docenas de preguntas no quise comprobar el nivel de paciencia de Víctor, que
parecía estar funcionando con el sistema operativo de Samuel, en plan
autoritario y borde, me quité la camiseta amarilla cuyo anterior propietario
tenía delante y la dejé sobre la silla.
-Ya está –dije mirándole un poco
contrariado.
-Muy bien – dijo mirándome de
arriba abajo – túmbate en la cama.
-¿Boca abajo?
-No, no, boca arriba – me dijo
dando un paso hacia mí.
Me
tumbé en la enorme cama de matrimonio y contemplé a Víctor cómo se acercaba a
mí y me esposaba la muñeca derecha.
-Pero… ¿qué haces? – dije
dejándome hacer.
-Levanta el otro brazo – dijo
eludiendo responderme.
Obedecí,
y enseguida mi muñeca izquierda quedó inmovilizada. Había pasado las esposas
por entre los barrotes del cabecero de la cama y no podía bajar los brazos. En
cuanto las esposas estuvieron cerradas Víctor se fue a mi bóxer y me lo sacó.
Tuve una ligera erección al ver cómo lo hacía pensando que quizás le apetecería
chupármela, pero lo tiró a la papelera.
-Oye, de verdad, no sé qué haces,
pero haré lo que digas, esto no hace falta – le dije tratando de sonsacarle
algo.
Ausente
en sus pensamientos prosiguió con lo que sin duda era un plan bien diseñado.
Cogió dos fundas de almohadas y las dejó junto a mis pies, pensé que querría
quitarme los calcetines pero lejos de eso me los colocó bien estirándolos todo
lo que pudo, que no era demasiado puesto que apenas llegaban al tobillo,
después me agarró de ambos y tiró de ellos hasta que las esposas de mis manos
no le dieron más juego, dejando mi cuerpo completamente estirado. En ese
momento con una de las fundas me rodeó el tobillo izquierdo e hizo dos fuertes
nudos, y con la parte sobrante de la funda estiró mi pierna hasta la esquina de
la cama donde la ató a uno de los barrotes.
-Víctor, tío, no es necesario que
me ates, de verdad – dije en tono suplicante.
-¿Está muy fuerte? – me preguntó.
-Eh... no, no, no me hace daño.
-Bien – dijo cogiendo la otra
funda de almohada.
Repitiendo
la operación me ató el tobillo derecho al lado contrario de donde tenía el otro
pie, quedándome con las dos piernas separadas e incluso doloridas por la
tensión. En cuanto terminó acudió de nuevo a uno de sus cajones y sacó un
calcetín de colores y otro muy largo, una media de fútbol. Me costaba horrores
imaginarme a Víctor jugando al futbol, pero el caso es que tenía equipamiento
para ello.
-Abre la boca – me dijo con ambas
prendas en la mano.
-No por favor, no me amordaces
–dije viendo sus intenciones.
-Ábrela o le digo a Samuel que te
he pescado por la calle sin el estúpido uniforme – dijo con tono amenazante.
-Está bien –dije resignado y
abriendo la boca todo lo que pude.
Hizo
una bola con el calcetín de colores y me la metió en la boca. Con la media de
fútbol me rodeó la cabeza a la altura de la boca y me hizo un fuerte nudo
dejándome con la boca abierta y sin posibilidad de decir nada ni de cerrarla.
Le contemplé mientras lo hacía, parecía estar divirtiéndose realmente. Volvió a
por otra funda para almohadas y la cerró de un lado haciéndole un nudo, se puso
sobre mí y me miró a los ojos.
-Luego nos vemos – dijo con una
sonrisa.
-MMMMM – dije tratando de
vocalizar “espera”.
Me
metió la funda en la cabeza dejándome completamente ciego. Me envolvió un olor
a detergente y bastante oscuridad, aunque a través de la tela apenas podía
distinguir la silueta de Víctor ajustándome la improvisada capucha.
Sirviéndome
más por mi oído que por mi vista, supe que Víctor había cogido las llaves y
abandonado el cuarto cerrando la puerta, al instante el ruido de la puerta de
entrada al piso sonó en forma de portazo.
-MMMMMMMMMMMMMMMM – grité presa
del pánico.
Pero
era imposible. Forcé las muñecas hasta hacerme daño, aunque sabía que era
absurdo del todo intentarlo. Con los pies hice igual pero lo más que logré fue
hacerme daño en los tobillos y cansarme. No me podía ni esperar semejante
jugarreta de Víctor. Estaba histérico, muy nervioso, me había dejado atar
pensando que se trataría de algún jueguecito más de Víctor pero debía estar
equivocado. Tras un rato de forcejeos me rendí. Ni la maldita hora podía
consultar, no sabía hacia cuánto que se había marchado, cinco minutos o quince.
Por no hablar de lo tremendamente vergonzoso que me estaba resultando estar
atado y desnudo, aunque no me viese nadie.
Cuando
por fin me había calmado auto convenciéndome de que no sería más que una broma
pesada de Víctor y quizás de Sergio, oí la puerta de entrada. Alguien volvía al
piso. Agudicé el oído y se me heló la sangre al escuchar dos voces, una era la
de Víctor, la otra, no tenía la menor idea de a quién pertenecía.
-… pues no me lo creo – decía la
voz.
-Si lo vas a ver ahora – dijo
Víctor.
-Bueno, bueno…
De
pronto la puerta del cuarto se abrió y ambos entraron. Nada más pude percibir
dos siluetas a través de la tela de la funda, y ni siquiera sabía quién era
quién.
-Alaaa qué cabrón, era verdad –
dijo la silueta que tenía más próxima a mí.
-Ahí lo tienes, y no te lo
querías creer – dijo Víctor.
No
entendía absolutamente nada, no sabía qué se traía entre manos Víctor pero por
alguna razón me sentía más aliviado al tenerle de vuelta en casa, aunque fuese
con otro chico y yo estuviese atado y prácticamente desnudo por completo.
-Joder y vaya troncho tiene el
tío – dijo el chico nuevo.
-No has visto nada, después de
unos lametones gana bastante – dijo Víctor.
-¿Y no le molesta estar así? – le
preguntó.
-Nada, qué va, me debía un favor,
así que os dejo solos, disfruta de él jejejeej, estaré en el salón estudiando
un rato – le respondió Víctor.
-Genial – dijo el nuevo.
-Ah, y recuerda lo que te dije
antes, nada de quitarle la capucha, ¿vale?, si lo haces te largas y te quedas
sin más polla.
-No, no, tranquilo, no pienso
hacerlo, si sólo con el cuerpo que tiene me vale jejeej – dijo el chico.
Pude
sentir cómo me subía la sangre a la cabeza, a pesar de la situación en la que
me encontraba me ruboricé por completo.
-Pues tómate el tiempo que
necesites, hasta luego – dijo Víctor.
La
que sin duda era su silueta abandonó el cuarto y cerró la puerta. Más extraña
no podía ser la situación, a solas en una habitación, atado, desnudo y con
alguien que no conocía de nada. De pronto la silueta del muchacho se abalanzó
sobre mí, sobre mi polla concretamente. Tenía manos suaves y las movía con
decisión. Empezó a pajearme hasta que mi polla alcanzó los 23 centímetros.
-Pufff vaya pollón tienes
cabronazo – dijo el muchacho.
La
silueta se puso en pie y apenas pude distinguir cómo se quitaba la camiseta. A
continuación el ruido inequívoco de unas zapatillas golpeando el suelo y el
sonido de un cinturón y un pantalón vaquero al salir de su dueño. Otro
movimiento más me hizo pensar que el chico se había quitado los gayumbos. Se
subió a la cama y con delicadeza se colocó entre mis piernas.
El
tacto de tela húmeda al rozar una de mis piernas me indicó que los pies
sudorosos del chico aún conservaban los calcetines, que debía ser la única
prenda que se había dejado en una clara señal de impaciencia por disfrutar de
la mercancía que tenía a su disposición. Agarró mi polla que apenas había
perdido la erección y comenzó a pajearla de nuevo con lentitud, pero con gran
tacto, de vez en cuando me daba alguna lengüetada.
-MMMM – gemí a través de la
mordaza.
-Te gusta, ¿eh?, a Víctor le
vuelve loco – dijo el chico.
El
ritmo de las lengüetadas aumentaba. El muchacho cambió la táctica y pasó a
sujetarme la polla con su mano izquierda y a mamármela hasta que noté cómo su
mano derecha se deslizaba por mis muslos que ya de por si estaban abiertos y me
metía un dedo en el culo.
-MMMMMM
-¡También te gusta esto!, joe que
suerte tiene ese mamón del Víctor.
Moviéndome
en círculos el dedo fue haciéndome una de las más placenteras mamadas que me
habían hecho hasta el momento. Estaba en la gloria más absoluta, no quería que
aquello acabase nunca, me daba igual estar atado y del todo lo mismo no conocer
al autor de dicho trabajo. Después de un rato de recibir incansable sexo oral,
empezaba a sentirme que no aguantaría mucho, mi polla debía estar lubricando
demasiado y el muchacho lo notó. Sacó su dedo de mi culo y mi polla de su boca,
me masturbó un poco y a través de la tela de la capucha noté cómo la figura
cambiaba de postura.
No
supe qué estaba haciendo hasta que mi polla rozó con su culo. Lentamente el
chico con sus piernas a los lados de mi torso fue bajando y apretando más y
más.
-Ufff tío que grande la tienes, me
va a costar – dijo justo cuando consiguió meter mi capullo.
Siguió
bajando lentamente aunque con gran dificultad.
-Pufffff vaya rompe culos te
calzas cabrón – dijo con tono de estar soportando algo de dolor.
Con
algún que otro gemido y pausadamente logró meterse mi polla en su culo. Me
había puesto a tope y aunque la idea de que me follase un desconocido no me
hacía gracia aquel chico estaba consiguiendo que me lo pasase bien.
-Auu – se quejó cuando finalmente
estuvo sentado sobre mí.
Un
extraño movimiento de la silueta me hizo pensar que había empezado a
masturbarse. Tenía el culo muy prieto y parecía estar esperando a que se
adaptase a mi enorme polla. Empezó a mover el culo lo que me provocó gran
placer.
-MMMM – gemí a través del
calcetín.
-Allá voy – dijo.
Empezó
un leve sube y baja. Conforme iba ganando confianza fue acelerando hasta que a
los pocos instantes se encontraba literalmente cabalgando sobre mi polla.
-Siiiii, siiiiii oooohhh siiiii –
decía repetidamente.
-MMMMM mmmmm mmmmm mmmm
Con
la escasa movilidad que me permitían mis piernas y brazos fui acompañándole en
las embestidas con la cadera hasta que no pude más y me corrí en su culo.
-MMMMMMMM –gemí posando
finalmente el culo sobre la cama.
-Eso es dame tu leche – dijo el
muchacho mientras seguía y seguía cabalgando al tiempo que se pajeaba.
Yo
no podía más, estaba exhausto del todo pero aquel chico, que por su tono de voz
no debía tener más de 20 años tenía aún energías. Continuó incesante hasta que
de pronto paró. Noté cómo se inclinaba la silueta sobre mí.
-Síi síii mmmm ohhh
Pude
sentir sobre mi barriga y pecho impactar chorros de leche caliente y
posteriormente la punta de su capullo extender todo ese semen por mi torso
haciendo especial hincapié en mis pezones.
-Mmmmm que gozada, lástima que
Víctor no me deje verte la cara, habría estado bien verte disfrutar – dijo el
chico.
-Mmmm mm mmmmm – dije tratando de
que se entendiese “quítame la sábana”, pero nada de eso se pudo entender.
-Bueno tranquilo, enseguida me
marcho – dijo bajándose de la cama.
A
través de la tela su silueta me indicó que estaba vistiéndose. Se sentó una vez
más en la cama para ponerse las zapatillas y finalmente se levantó.
-Hasta la próxima – dijo.
Salió
de la habitación y cerró la puerta. Apenas pude oír la conversación que mantuvo
con Víctor en el salón, diciéndole que había sido espectacular y que deseaba
repetirlo de nuevo.
-Ya veremos – dijo Víctor
abriendo la puerta de nuevo - ¡adiós!- se despidió de su amigo.
De
nuevo el portazo de la puerta de salida se volvió a oír, aunque quedó
ligeramente ensordecido por el ruido que hizo Víctor cuando volvió a cerrar la
puerta por dentro.
-Qué marrano, cómo te ha puesto –
dijo acercándose a mí.
Me
sacó la capucha de un tirón. Me deslumbró un poco la luz pero enseguida me
acostumbré. Desató la media de fútbol de mi cabeza y extrajo el calcetín de
colores de mi boca.
-Podías haberme dicho de que iba
todo esto – le dije a Víctor en tono recriminatorio.
-Así ha tenido más gracia, ya
sabes lo que es que te folle un desconocido – dijo yéndose a mis pies.
Comenzó
a desatarme los tobillos mientras yo trataba de entender la frase que me había
dicho.
-¿Esto ha sido por lo del otro
día con Fernando? – le pregunté con cara de sorpresa.
-Sí, pero ya estamos en paz – me
dijo con una sonrisa.
Me
quedé completamente helado. No tenía esa idea de rencoroso y vengativo de
Víctor, sin embargo tenía que reconocer que había sido del todo justo por la
jugarreta que yo le hice, además de haber preservado mi identidad.
-¿Me perdonas entonces? – le dije
mientras me quitaba las esposas.
-Claro hombre, y qué te ha
parecido mi amigo – me preguntó.
-Pues no sabría decirte, que
tenía el culo muy prieto jejeejeje y la leche muy caliente, y parecía majo.
-Jajajaaj, si si, es cierto,
bueno, lávate anda y vete antes de que venga Samuel y te haga alguna de sus
putadas.
-Vale, gracias – dije.
Me
di una ducha rápida y me vestí rápidamente, no quería encontrarme con Samuel y
tener que darle explicaciones.
-Adiós Víctor – dije acercándome
a su cuarto.
-Venga, hasta luego, nos vemos
después de los exámenes – dijo mientras guardaba las fundas de las almohadas
que habían servido de cuerdas.
Recogí
mi carpeta y salí a toda prisa del edificio. Me quedé con la frase con la que
se había despedido Víctor, después de los exámenes....Mi idea no era otra que
dejar mi piso y volver a casa, sin embargo aún no sabía que ya habían hecho
planes para después de los exámenes, y yo estaba involucrado de lleno en ellos.
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