Capítulo 19 – Cena de fin de
curso
Se
acabó. Para bien o para mal todo había terminado ya. La sensación de alivio me
era ya conocida, similar a la que se genera tras estar mucho tiempo orinándose
y por fin poder hacerlo. Se terminaron las pesadas y calurosas tardes haciendo
lo mismo, por fin podría descansar, cogería un autobús y me marcharía a casa,
ya no me quedaba ningún examen por hacer. A pesar de los machacones mensajes de
Samuel y compañía había conseguido hacer unos exámenes más que dignos e incluso
de las dos notas que ya habían salido había aprobado las dos, una excelente
noticia. Incluso tenía la maleta a medio hacer, debía dejar el piso y volverme
a casa y con bastante suerte encontrar un trabajo para el verano.
-Y tú y tu hermano, ¿qué vais a hacer?
– le pregunté a Lucas mientras nos tomábamos un café y descansábamos tras el
último examen.
-Pasado mañana nos iremos
también, mi hermano acabó ayer el último examen y nos marcharemos – dijo
dándole un sorbo a su taza de café.
-Claro, yo igual…
-¿Continuarás con la licenciatura
el año que viene? – me preguntó – porque seguro que apruebas estos exámenes.
-No lo sé – dije pensativo – la
verdad es que sí que quería continuar pero igual me sale un trabajo en verano o
me contrata alguna empresa de becario y paso, además no estoy muy seguro de
querer seguir estudiando aquí con Samuel compañía – le dije con una mirada
cómplice.
-Entiendo – dijo con sus ojos
enfocados en la mesa y la mirada perdida.
La
verdad es que en las últimas semanas Lucas se había convertido en uno de mis
mejores amigos, llevábamos muchos años juntos en clase y compartiendo poco más
que apuntes, pero todo lo sucedido había logrado que estrechásemos lazos, y
otras cosas… Me sentía casi en deuda con el por todos los pequeños gestos a mi favor
que me había ido haciendo cuando las cosas con Samuel y Ángel se ponían feas y
tenía la sensación de que le debía, al menos,
una explicación que aún no le había dado.
-Lucas –dije bajando la voz – no
te he contado cómo llegué a dar con Samuel y de ahí acabar a como me viste la
primera vez… bueno como me viste, ya sabes…
-No me hace falta, me da igual –
dijo con una sonrisa – todos ocultamos algo.
-Pero quiero contártelo.
Le
conté cómo mi extraño gusto por servir y limpiar acabó dando con la encantadora
pareja, Víctor y Sergio, y cómo posteriormente apareció Samuel, haciendo que
todo se tornase cuanto menos difícil. Samuel se había encargado de hacerme la
vida imposible durante la etapa final del curso.
-¿No te planteaste mandarle a la
mierda? – me preguntó Lucas con cierta cara de asombro.
-Sí, de hecho estuve a un paso de
dejarlo todo. El día que os invitó a su casa y os presentó a su esclavo.
-No jodas – dijo con cara de
asombro.
-La verdad es que no quería que
se me fuese de las manos y con aguantar a Samuel tenía suficiente. Víctor y
Sergio siempre fueron muy buenos conmigo y lo he pasado genial con ellos, ha
sido todo muy divertido, incluso, aunque eran un poco más cortados con eso de
darme órdenes y obligarme a limpiarles y eso, con el tiempo lo prefería a la
actitud de Samuel.
-Haberle mandado a la mierda.
-Ya – dije mirando a mi taza de
café pensativo -, pero es que incomprensiblemente me gusta ese rollo.
-Entonces, ¿no sientes ganas de
vengarte de Samuel? – me preguntó.
-No. A pesar de las muchas
cabronadas no.
-Jajajaaja, sí que vas a ser un
poco masoca entonces – rió Lucas.
-Jejejee, no te digo que no lo
sea, pero nadie es perfecto ¿no?.
-No, no, ya te digo que no,
mírame a mí, soy un degenerado que le chupa la polla a su hermano gemelo y se deja
petar por él – dijo bajando la voz.
-Uf calla calla – dije tratando
de no pensar en la vez que acabé entre los dos hermanos.
-Espero que te pienses hacer la
Licenciatura el año que viene, yo si saco estas y las que tengo en septiembre,
me animaré, podríamos pasar otro año juntos, además si no, ya no nos
volveríamos a ver, vivimos en ciudades que están en sentido opuesto a esta –
dijo Lucas.
-Ya tío, tienes toda la razón… no
los sé, de verdad… si encuentro trabajo igual ya paso de seguir estudiando, y como
te dije no sé si me apetecería seguir todo un año con Samuel en mi vida… sería
demasiado masoquista incluso para mí.
-Igual podríamos pensar en algo –
dijo Lucas con la mirada perdida.
-No sé, esta ciudad no es muy
grande y acabaríamos encontrándonos – dije con cierto tono de desolación.
-Hablando del Rey de Roma – dijo
mirando a alguien detrás de mí.
-¡Vaya si son los tortolitos! –
dijo la voz de Samuel detrás de mí.
Cerré
los ojos y vocalicé “mierda” sin alzar la voz. Afortunadamente era una cafetería
cualquiera, no la del campus de economía, aunque equidistante de la casa de
Lucas y la de Samuel.
-Hola Samu –dijo Lucas en un tono
algo seco.
-Qué tal - dije girando el cuello.
-Muy bien, no tienes ni idea de
lo a gusto que me he quedado, acabo de salir del último examen, que bueno por
fin se terminaron – dijo sentándose con nosotros.
-Sí, la verdad es que me hago una
idea – dije pensando que yo estaba disfrutando de la misma sensación.
-Por cierto - dijo Samuel
mirándome con un ojo entrecerrado – llevarás el uniforme, ¿verdad?
-Claro, mira – dije levantándome
un poco el polo que me tapaba la camiseta amarilla.
-Bien, bien, pues vete a pedirme
un café, ¡venga!
-Enseguida –dije mirando de reojo
a Lucas y pillándole un gesto de reprobación.
Fui
a por el café y se lo coloqué frente a él. Sólo esperaba que no me montase un
numerito en una cafetería delante de todo el mundo, porque siendo el último día
igual no sería tan sumiso como en otras ocasiones. Me senté y quise entablar
una conversación normal.
-¿Cómo han ido los exámenes? – le
pregunté queriendo omitir el “Señor”.
-Oh, muy bien, la verdad, igual
para el año que viene solo dejo dos y puedo hacer cuarto de carrera al
completo– dijo dándole un sorbo al café.
-Genial – dije forzando una
sonrisa.
-¿Y los vuestros? – preguntó como
si realmente le interesase algo.
-Bastante bien –dijo Lucas – a
ver si no me dejo el menor número posible para septiembre.
-Yo igual, he quedado muy
contento – dije.
-Hay que ver que estudiantes tan
buenos somos jejeeje, habrá que celebrarlo ¿no? – dijo Samuel.
-¡Claro!, ¿en qué has pensado?
–le preguntó Lucas.
-Pues he hablado con Ángel en
hacer una cena de despedida en vuestra casa con los chicos, ya están avisados
Víctor y Sergio.
-De puta madre y luego botellón
imagino – le dijo Lucas.
-Hombreee jejeej eso sobra
decirlo –dijo Samuel.
-Y para cenar en qué habéis
pensado, ¿pedimos unas pizzas o algo?
-No, no qué dices, tenemos tanto
vuestra nevera como la mía llena de comida que hay que terminarse, así que ya
sabes –dijo mirándome – esta tarde estate en casa de estos, así me ahorro
mandarte el mensajito – dijo señalando con el dedo a Lucas – a eso de las siete
o así para que nos hagas la cena.
-No jodas tío – le dijo Lucas.
-Tenemos cocinero, ¿no?, pues ya
está, bueno, os veo por la tarde –dijo acabándose el café y poniéndose en pie,
hasta luego.
-Adiós – dije sin muchas ganas.
-Nos vemos –dijo Lucas.
Ambos
nos quedamos en silencio viendo cómo Samuel se alejaba hasta salir de la
cafetería.
-Que hijo de la gran puta – dijo
Lucas – es que cada vez me cae peor.
-Me lo dices a mí jaajajaja –
dije riendo por no llorar.
-No vayas tío, que se joda,
además te piras mañana, ¿no?
-Es igual, iré, total, por un día
más, además, estaba pensando en eso que dijiste…
Previendo
que no tendría mucho más tiempo aquel día, y saltándome la siesta, tras comer,
terminé de recoger mi cuarto, la maleta la dejé prácticamente hecha y sobre
todo me estuve mentalizando para la tarde que me esperaba, que no sería para
nada fácil.
Con
un sol de justicia, y más ganas de irme a la piscina que a una casa a cocinar
emprendí el camino a casa de Ángel. En vez de ir nervioso o pensando en qué
cocinaría iba repasando mentalmente mi maleta, no quería dejarme nada, ya que
no tenía para nada claro si volvería al curso siguiente. En los últimos metros
antes de llegar una voz conocida me sacó de mis pensamientos.
-Eh Julio – me dijo a lo lejos
Sergio.
Junto
a él iba Víctor cargado con un par de bolsas, en las que supuse, que entre
otras cosas estaría la comida que tendría que cocinar para aquella noche.
-Hola chicos dije con una
sonrisa.
-¿Tú también vienes a la cena? –
me preguntó Víctor.
-No, yo soy el que la hará, ya
sabes…
-Ah, claro… - dijo algo cortado.
Tras
oír la voz de Christian a través del telefonillo subimos los cinco pisos en el
ascensor y entramos juntos recibidos por Ángel.
-Hola, ¿cómo estáis? – dijo
apartándose.
Su
vestimenta acompañaba el tiempo y no era otra que una camiseta blanca, un
pantalón corto y sus inseparables calcetines rojos. Víctor y Sergio saludaron y
entraron, sin embargo a mí no me dejó entrar detrás de ellos.
-Hola esclavo, que sepas que no
vienes a divertirte, vienes a trabajar, ¿lo tienes claro? – dijo con un tono
muy borde.
-Sí, por supuesto – dije
sumisamente.
-Dame tu ropa, Samuel me ha dicho
que te desnudes, vamos que te quedes con tu uniforme nada más.
-Claro, pero… ¿aquí? – dije
mirando la puerta del vecino, ya que aún estaba en el marco.
-Pasa –dijo dejándome pasar.
Entré
y la puerta se cerró. Con gran rapidez le entregué mi polo, pantalones y
zapatillas, quedándome de nuevo sólo con el uniforme.
-Bien, ya sabes dónde está la
cocina, intenta aprovechar toda la comida que nos queda – dijo marchándose a su
cuarto con mi ropa.
Pasé
junto al salón donde sólo estaba Christian con una indumentaria similar a la de
Ángel hablando con Sergio, la verdad es que en el piso había bastante calor. Le
saludé, y me dirigí a la cocina, en la que me encontré a Víctor ordenando los
alimentos que había traído, además de algunas botellas de ron y whisky.
-Bueno te dejo solo, que creo que
tienes trabajo – dijo pasando junto a mí.
-Sí, vale –dije apartándome.
Me
puse manos a la obra, y dando gracias a mi madre por haberme enseñado a cocinar
pude ir configurando el menú para aquella noche. En toda la tarde fui
interrumpido en dos ocasiones, una por Lucas, que me saludó guiñándome un ojo y
otra, menos agradable por Samuel, que fue el último en llegar y solo se asomó
para comprobar que todo estaba en orden, que estaba haciendo la cena y que
llevaba el uniforme.
-Huele bien, esclavo, espero que
sepa igual – dijo antes de marcharse.
-Gracias Señor –dije
educadamente.
Cuando
tuve prácticamente todo preparado fui al salón para ir poniendo la mesa. Me los
encontré a todos en el sofá jugando a la consola y riendo. Desde luego se lo
estaban pasando mejor que en ese momento pero con un poco de suerte en un rato
me iría a casa. Además, al menos había rastro ni de la mochila ni de las
esposas.
-¿Ya está la cena? – preguntó
Ángel en cuanto me vio.
-Sí, ya está casi lista.
-¿Acabamos esta y nos ponemos a
cenar ya? – preguntó al resto.
-La verdad es que tengo hambre,
vete sirviéndola – dijo Christian.
-Enseguida.
Cuando
regresé con los primeros platos casi todos estaban sentados a la mesa. Les fui
sirviendo y con gran satisfacción fueron comiendo todos.
-Está de muerte – dijo Lucas.
-No está mal – dijo Ángel con
indiferencia.
Cuando
todos terminaron y visiblemente satisfechos retiré todos los platos. Pensé que
quizás podría irme ya, además de necesitar descansar, tenía que ultimar algunas
cosas de la maleta y acostarme ya que el autobús de vuelta a casa salía muy
temprano al día siguiente. Sin embargo, estaba tremendamente equivocado.
-¿Os apetecen unas copas para
bajar la cena, mientras jugamos a algo? – preguntó Samuel.
-Pero si aquí no tenemos juegos
más que el trivial – dijo Christian un poco contrariado.
-Pues a ese mismo, venga esclavo,
vete poniéndonos unas copas – dijo Samuel.
-Enseguida Señor –dije algo
disgustado.
Regresé
de la cocina con una bandeja con vasos y bebidas y me encontré el tablero de
trivial sobre la mesa y discutiendo la forma de jugar, ya que ninguno tenía
ganas de jugar, hasta que Samuel propuso el premio.
-Hacemos una cosa, como somos
muchos, y somos pares, jugamos en equipos de dos, Ángel y yo, somos uno, Víctor
y Sergio otro, y los gemelos formáis otros, ¿vale?
-Por mí bien, ¿y qué ganamos,
además de estúpidos quesitos? – dijo cogiendo uno del tablero.
-El equipo en quedar primero se
lo folla primero – dijo apuntándome con el dedo – y para que nadie se quede con
ganas, el segundo equipo en segundo lugar, y así, ¿qué os parece?.
El
único que se oponía aquel premio, no era otro, si no yo. Todos estuvieron
completamente de acuerdo y con el ánimo de las copas la cosa se fue caldeando.
Me tuvieron junto a la mesa, incluso, me dieron la función del comodín, cada
equipo podía preguntarme hasta en dos ocasiones si sabía alguna respuesta.
Contra todo pronóstico el equipo que menos bebió, el formado por Víctor y
Sergio fue el primero en alcanzar todos los quesitos.
-Joder eso no vale, esa pregunta
era muy fácil – se quejó Ángel demostrando su mal perder.
-Te aguantas, las preguntas son
iguales para todos –dijo Víctor en un arranque que era desconocido para mí.
-¿Dónde vamos? –preguntó Sergio
-Podéis usar mi cuarto – se
apresuró a decir Lucas que saltó del sillón – voy al baño – dijo saliendo
corriendo como si realmente tuviera una urgencia.
-Vale, ¡vamos! – dijo Sergio
mirando a Víctor.
-Oye, nada de correrse dentro de
su culo – dijo Samuel – que somos muchos y eso es una marranada.
-No hay problema – dijo Sergio.
En
silencio fuimos los tres al cuarto de Lucas, al cual nos encontramos por el
pasillo.
-Uf no veas que ganas tenía –
dijo Lucas mirándonos con un sonrisa.
Una vez dentro
de su cuarto, Víctor se encargó de cerrar la puerta echando el pestillo.
-¿Me vas desnudando? – me
preguntó Sergio.
-Claro –dije con una sonrisa.
Me
acerqué a él y le saqué la camiseta. A continuación me arrodillé frente a sus
pies y comencé a desatarle los cordones de sus converse. Cuando le quité la
primera zapa esperaba ver los calcetines amarillos con mi corrida, sin embargo
no fue así, aparecieron los verdes y horribles del día que le conocí, sin
embargo ese día me gustaban, en cuanto le quité la zapatilla me la llevé a la
nariz aspirando ese olor tan particular, que tanto me gustaba a mí y a mi polla
que comenzó a verse incómoda dentro del agujereado bóxer.
-Mmmm es que me encanta – dije.
La
dejé en el suelo y me pasé con la otra. De reojo observaba a Víctor, que se
había sentado encima de la mesa de Lucas y se magreaba el paquete al tiempo que
se sacaba las zapatillas con los pies, dejando al descubierto unos inéditos
calcetines naranjas. Tras quitarle la zapatilla restante a Sergio, vino el
pantalón, y después su bóxer, que era azul claro. La polla la tenía a medio
gas. Me la metí en la boca y comencé a chupársela al tiempo que notaba cómo le
crecía en mi boca.
-¿No te animas? – le preguntó
Sergio a Víctor.
-Claro – dijo poniéndose en pie.
Se
colocó de rodillas junto a mí y esperó a que me diese por aludido de que estaba
haciendo cola. Es entonces cuando saqué la polla de Sergio de mi boca y se la
dejé a Víctor, que la recibió con gran satisfacción. Mientras este se la
chupaba a su amigo, aproveché para quitarle el pantalón y el bóxer. Los 13
centímetros de Víctor estaban en su máximo esplendor y no pude resistirme a
ellos. Descapullada, me la metí en la boca y se la chupé lentamente hasta que
Sergio quiso cambiar haciéndole un gesto a Víctor para que me dejase su polla,
y así lo hizo. Con las babas de Víctor y las primeras gotas de lubricación de
Sergio continué chupándosela. Noté cómo Víctor me manipulaba el bóxer hasta que
consiguió sacarme la polla y metérsela en la boca.
-Mmmmm –gemí.
-La chupa bien Víctor ¿eh?, pues
tú mejor – dijo Sergio acariciándome la cabeza.
Por
un rato estuve recibiendo placer y dándolo al mismo tiempo hasta que Sergio nos
hizo una oferta que no pudimos rechazar.
-¿Nos follamos los dos a Víctor?
– dijo de pronto.
-Sí, venga – dijo Víctor
sacándose mi polla de la boca.
-Bueno, si no hay más remedio
–dije con tono de broma y una media sonrisa.
Como
ya estaba en el suelo no le costó mucho colocarse a cuatro patas. Yo me aparté
y le dejé la iniciativa a Sergio que parecía saber qué se hacía, se colocó detrás
de él y sin ninguna dificultad le metió la punta.
-Sigue, sigue – dijo Víctor.
Aproveché
para ponerme frente a Víctor y obligarle a comerme la polla y continuar el buen
trabajo que estaba haciendo y así lo hizo. Conforme Sergio apretaba yo iba
recibiendo lametones de mejor calidad. Opté por agarrarle de la cabeza y
empezar a follarle la boca al tiempo Sergio le follaba el culo.
-Mmmmmm – gemía.
-Qué culito más rico tienes mmmm
– dijo Sergio.
-Pues la chupa genial – dije
mirando a Sergio.
Tras
no pocas embestidas pude ver cómo el enculador de Víctor cerraba los ojos y se
relajaba por completo. Estuvo un rato dentro de él hasta que finalmente se la
sacó, yo apuré con la mamada de Víctor y terminé también por correrme.
-Ufffff sí sí – dije.
Víctor
no desperdició ni una sola gota de mi corrida dando grandes lengüetazos en la
punta de mi polla, generándome un gran placer. Sergio por su parte se colocó
junto a mí esperando a que se la sacase a Víctor para poder metérsela él y que
le lamiese los restos, y así lo hizo.
-Me alegro que ganaseis vosotros
la partida – dije con una sonrisa.
-Ya tío jejeje, bueno, nos
vestimos y dejamos a los siguientes – dijo Sergio.
Esa
frase me hizo aterrizar. No eran si no los primeros de una lista demasiado
larga. Esperaba al menos, que la siguiente “tanda” no fuese con Ángel y Samuel,
y así fue, ya que al salir Víctor y Sergio ya esperaban los gemelos, que habían
quedado segundos. Comprendí que aún me quedaba mucho trabajo por delante
aquella noche.
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