sábado, 10 de marzo de 2012

Esclavizado en un campamento de verano - (13)


Capítulo 13 – La última cena

               Entre sueños noté como Mario recogía de debajo de mi cabeza su zapatilla al tiempo que me decía algo así como “quítate de mi zapatilla perro”. Continué medio durmiendo aunque un portazo acabó por desvelarme. Me dolía el cuello de tenerlo totalmente de lado, al abrir los ojos solo vi el suelo, la habitación estaba tranquila, era evidente que Mario había salido. Miré a la otra cama y tampoco había nadie.
               Otra vez no – pensé- me habían dejado atado y se habían marchado, aunque no tenía claro si Roberto había llegado a subir a la habitación. A través de la puerta se colaban los ruidos al fondo de gente voceando, y portazos, aunque algo alejados. Me había resignado y estaba triste, ya daba por supuesto que pasaría otro desayuno atado, al menos la anterior vez estaba en una cama y no en el suelo de cualquier manera.  Pero no ocurrió así, afortunadamente, la puerta se abrió.
-Jajajajajaajaja, vaya aspecto más lamentable – era la voz de Roberto, sin duda, y lo confirmé tras moverme un poco.
-¿Me puedes desatar, por favor?
               Roberto se acercó a mí, pude ver sus nike blancas a la altura de mi cara, me observaba desde arriba rebuscando en su pantalón corto.
-No parece muy cómoda esa postura – dijo mientras me abría las esposas.
               En cuando me liberó me moví lentamente, me dolía cada músculo, habían sido mu chas horas con la misma pose.
-Auuu – dije sentándome en el suelo y tratando de estirarme un poco – no, no es para nada cómoda.
               Roberto sacó mi ropa del armario, esta vez acompañada de las zapatillas, y se metió a ducharse, no me molesté ni siquiera en bajarme los calcetines para que no se viesen a pesar de ser rosas, me vestí y salí corriendo al comedor donde ya estaban casi todos desayunando.
-¿Aun dura la apuesta? – me preguntó Javi en la mesa
-¿Cómo? – no sabía a qué se refería en absoluto.
-Llevas lo calcetines rosas de ayer jajaaja
-Aaaah, sí, eso… -me quedé pensativo un momento – la apuesta era hasta final de campamento, y bueno, queda poco…
-A ver un momentitooo, por favoorr, atendedme –era una monitora la que hablaba-, vamos a bajar a la piscina como el otro día, así que subir a por el bañador y os esperamos en la puerta, ¡venga!
               La noticia gustó a todo el campamento, en realidad llevábamos días pidiendo volver, a fin de cuentas estábamos en verano y siempre apetece un chapuzón.
               Tras recoger la mochila de la habitación y soportar algún insulto y comentario jocoso por parte de mis dos compañeros de habitación me reuní con mis amigos y en la entrada de la estación esperando a salir hacia la piscina. Ya de camino, y casi llegando se me acercó Dani.
-¡Hola cómo estás! – me dijo
               Yo estaba hablando con una compañera y desvié la vista para ver quién era.
-Ah, hola Dani, qué tal, bien, bien ¿tú?
-Me aburrí un poco anoche, aunque he podido dormir bien- dijo mientras hacíamos cola para pasar por la taquilla.
-Yo no me aburrí precisamente – le dije con tono sarcástico – además de que dormir no es algo que esté resultando un placer últimamente.
-Ya, con el cabrón de Mario en esa habitación, no me extraña, ¿oye compartimos vestuario? – dijo guiándome un ojo.
-Claro, claro – no lo dudé, era mejor que compartirlo con Mario.
               La cabina en la que entramos no tenía el taburete que recordaba de aquellos vestuarios, estaba en medio de otras dos en una fila de por lo menos seis cabinas, todas, con chicos del campamento cambiándose, las voces se sucedían, los gritos, de “¿Dónde estás?, portazos, y gritos de los monitores para que nos portásemos bien y evitásemos armar tanto jaleo. Dani se quitó las zapatillas y los pantalones, que aquel día eran cortos, no llevaba slip y  su polla estaba más triste que otras veces. Yo me había sacado la camiseta y estaba con los cordones.
-Cuando quieras – me dijo señalándome la polla.
-Pero estamos rodeados de gente – le dije por lo bajo.
-No nos ven, así será más emocionante.
               Me puse de cuclillas, las paredes no llegaban hasta el suelo y se podía ver los pies de los compañeros cambiándose, y la postura que me pareció que llamaría menos la atención fue esa. Se la agarré con una mano y empecé a pajearle, con la otra le magreaba los huevos hasta que fue ganando tamaño.
-Me encanta cómo lo haces – dijo acariciándome la cabeza.
               En cuanto ganó el tamaño suficiente le descapullé y comencé a darle lametazos. El griterío de los vestuarios fue disminuyendo, las cabinas adyacentes quedaron vacías y eso hizo que cogiese confianza. Le pajeé mientras mamaba, tardó más de lo habitual en empezar a lubricar.
-Que putita eres – me dijo con un tono que denotaba placidez.
               Seguí succionando hasta que conseguí babearle la punta de la polla entera, chupé y chupe.
-Para, para – me dijo sacándose la polla de la boca –abre bien la boca.
-Pero no me irás dejar lefado tío –le dije
-Ábrela bien
               La abrí y empezó a meneárselas hasta apurar la paja. Me lanzó dos débiles chorros que hicieron diana en la boca, yo me los tragué sin rechistar, y me la metí en la boca para chupar y succionar los restos.
-Uffffffff eso eso
               Nos terminamos de preparar y salimos, primero él,  y después de un rato salí yo. Busqué con la mirada las toallas de mis amigos y me puse junto a ellos.
-¿Pero dónde estabas? – me preguntó Javi – si has entrado de los primeros.
               Buena pregunta, y la respuesta estaba fabricándose en mi cabeza, lo que aún no tenía todos los materiales así que traté de ganar tiempo.
-¿Cómo dices? – dije dando por no oída su pregunta.
-Que cómo coño has tardado tanto.
               Afortunadamente mi mente ya había elaborado algo mínimamente plausible.
-En… en el baño, que me dio un apretón jejejej, no sé, el desayuno que me ha sentado un poco mal.
-Sí, la verdad es que la leche de este sitio sabe un poco rara, a mí tampoco me sienta muy bien.
               La verdad es que en esos días estaba tomando más leche de niñato que de vaca.
-Ya te digo – le dije con el pensamiento en otro sitio…
               Hicimos algunos juegos todos juntos por equipos tanto fuera como dentro de la piscina, a ratos jugábamos a las cartas y a ratos nos dejaban estar a nuestro aire en el agua. Me puse a nadar un poco, y después de algunos largos paré a tomar aire y se me acercó Mario. Traté de salir rápidamente y hacer otro largo pero se me colocó en medio y me agarró de las pelotas.
-Aaaaah, sueltaa
-Dónde vas tan deprisa – dijo sin soltarme los huevos.
-Estoy nadando, ¿me dejas?
-Tengo ganas de ir al baño, porqué no me acompañas – y apretó más
-Aaaaaah, vale vale, vamos.
               Nadamos hasta la orilla y salimos, supuse que querría una mamada, así que fui hacia la parte de las cabinas.
-¡Espera!,  por aquí – dijo indicándome la zona de las duchas.
               Yo cambié de rumbo y entré donde él me dijo, no había nadie, aunque en los vestuarios había gente cambiándose.
-Entra ahí – me dijo señalándome una de las duchas con puerta.
               Entré y después el, cerró la puerta y se sacó del bañador la polla que estaba algo pequeña para mi gusto, empezó a pajearse un poco.
-Abre la boca – me dijo con una sonrisita.
               Yo la abrí y la acerqué, justo cuando tenía la mitad en mi boca comenzó a mearse.
-¡Eeeeeeh pero que haces! – dije apartando la boca.
-Aliviarme perro– dijo medándome entero, usó la polla como si fuese una manguera por toda mi cara y cuerpo.
               Era asqueroso aunque yo estaba empapado por haber salido corriendo de la piscina, aquella sensación de humedad caliente y el olor me dio mucho asco, me recordó a un sueño que había tenido días atrás, que no me había gustado lo más mínimo, y ahora estaba materializándose. Terminó de sacudírsela, se la guardó y se marchó. Afortunadamente, estaba en una ducha y pude ducharme y salir de nuevo al recinto, me metí en la piscina y seguí nadando de mal humor, estaba hartito de Mario y sus putadas.
-Cuánto has nadado – me dijo mi compañera de mesa estando comiendo.
-Sí, si, la verdad me apetecía hacer unos largos.
               Debí hacer al menos treinta o cuarenta largos, no los conté, necesitaba olvidarme de la última canallada de Mario.
-Jolín que aguante tienes – me dijo
-Bueno… un poco jejejeje
               Era más que evidente que se me insinuaba aunque yo tenía otras preocupaciones, como tratar de evitar que mis compañeros de habitación me amargasen más el día.
-A ver chicos, vamos a poner película – dijo el monitor habitual de este tipo de anuncios – levantad la mano a ver quienes queréis verla
               No era mala idea, ver una película y pasar la sobremesa haciendo algo distinto que no fuese estar atado, así que levanté la mano, y como yo la gran mayoría, menos Roberto y Erika, que parecían esperar a saber qué iba a hacer yo. Mario también levantó la mano, pero aquella información la tenían de ante mano.
-Treinta y ocho, vale, - prosiguió el monitor – después, como hoy es el último día, bajaremos al centro a dar una vuelta, a que compréis algo si queréis, y a estar por ahí hasta la hora de la cena, después estamos preparando los monitores una fiesta de despedida en las pistas deportivas, que ya veréis.
               Último día – pensé-. La verdad es que ni había reparado en qué día de la semana estábamos, pero si, ya llevábamos dos semanas y al día siguiente haría la quincena, lo que implicaba necesariamente que volveríamos a casa, en poco más de veinticuatro horas todo aquello habría terminado, y a pesar de las múltiples cabronadas a las que había sido sometido se me habían pasado los quince días volando.
               Y así, fue, tras la peli que fue una de James Bond con Pierce Brosnan, bajamos a la zona céntrica de la ciudad donde nos juntamos por grupos y pasamos la tarde paseando y tomando algo en las terrazas, haciéndonos algunas fotos de grupo, visitando tiendas, y pasándolo bien en definitiva.
-¿Qué vas a hacer mañana cuando llegues a casa?, aparte de cambiarte los calcetines jajajaj – me preguntó Javi cuando ya subíamos a cenar.
-Jajajajajajajaj, si, pues no se – le dije pensativo.
               No me había planteado nada de eso, estaba dentro de una rutina que me tenía absorbido por completo.
-Puesss no sé, imagino que lo mismo que antes de venir aquí, ir a la piscina con mis amigos y cosas así, hasta que empiece el curso de nuevo – le dije.
               En la cena no ocurrió nada fuera de lo común, aparte de que nos sirvieron un helado de chocolate que hizo las delicias de más de uno, nos tenían acostumbrados a fruta y yogures de sabores, aquello era toda una delicatesen, aunque fuese un helado normalucho del todo. También nos pasaron una lista con todos los participantes del campamento para que pusiéramos al lado de nuestro nombre nuestros respectivos correos electrónicos, para poder hacer copias y distribuírnoslas a todos, así podríamos mantener el contacto.
 Al terminar como nos indicaron los monitores, fuimos a las pistas de la parte de atrás del albergue, en donde habían colocado mesas repletas de bebidas, incluido calimocho, frutos secos, aperitivos en general, había una pequeña mini cadena dando ambiente con música variada, y hasta consiguieron sacar una tele del albergue con un karaoke.
               La velada se sucedió en un ambiente raro, había gente llorando en algunas zonas bajo los árboles que rodeaban a las pistas, tristes por tenerse que despedir de sus amigos del verano, algunos comían y bebían mientras cantaban con los monitores, otros como Roberto y Erika estaban demasiado ocupados como para entretenerse en llorar, e incluso Mario parecía haber encontrado una nueva amiga a la que dar el coñazo, una rubita más bien tonta, con la que casualmente había hecho buenas migas y con la que darse el lote. En un momento determinado Roberto se me acercó.
-Oye tú, no subas hoy al cuarto, lo necesita Mario
               Sin tiempo para decirle nada se dio la vuelta y se marchó con Erika que le esperaba a unos metros detrás de él, juntos salieron de la instalación y enfilaron la calle, imaginé que donde habían pasado la anterior noche. Me quedé pensando que aquel día dormiría en la calle, pero en ese momento oí una voz que me resultó familiar, era Dani y estaba en el karaoke, y lo hacía, realmente mal. Cuando terminó de berrear una canción del canto del loco me acerqué a él.
-No has estado mal del todo – le dije con una sonrisa burlona.
-¿Tú crees? –me dijo con gesto de sorpresa.
-Ha sido horrible, de verdad, no vuelvas a hacerlo.
               Poco a poco la gente fue abandonando la pista con dirección al edificio para pasar la que sería la última noche de aquel campamento.
-Oye – dije dirigiéndome a Dani – ¿me puedo quedar contigo esta noche?
-¿Te han vuelto a dejar en la calle esos dos hijos de puta?
-Si – dije con mirada triste
               Aunque realmente no estaba muy triste, prefería dormir en cualquier portal antes que acabar toda la noche maniatado y lefado.
--Claro, querrán su polvo de despedida, de acuerdo, vamos, pero tendrás que pagarme – dijo con una sonrisita.
-Si, si, lo que sea
               Cuando entramos en la habitación instintivamente me agaché a desatarme los cordones.
-No, no te quites nada, ven aquí, túmbate en esta cama.
               Me levanté y fui a la cama que había sido de Mario y me tumbé.
-¿Así?
-Si así-, dijo cogiéndome la almohada de debajo de la cabeza y sacándole la funda -levanta la cabeza, y pon las manos atrás.
               Hice lo que me mandó sumisamente, pero no entendía para qué quería aquello. Me colocó de nuevo la almohada bajo la cabeza, cogió mis manos y las ató fuertemente a la cama.
-Jo no me libro un día – dije casi con tono de puchero.
-Ya te dije que te cobraría, pero si quieres te puedes marchar.
-No, no, qué más da, total, un día más….
-Hoy no será un día más – me dijo misteriosamente.
               Cuando terminó de atarme las manos se sentó sobre mi polla, y puso un pie a cada lado de mi cuerpo. Empezó a desatarse los cordones de ambos pies a la vez.
-Intenta adivinar de qué color llevo los calcetines hoy-
               Llevaba puestos unos vaqueros y no se le veían los tobillos, pero yo ya me había tomado la molestia de mirarlo durante la noche.
-Grises – le dije decididamente y con una sonrisa en la cara.
-Vaya, sí que te molan, me tienes controlado – dijo sorprendido.
               Se quitó las juma blancas, y efectivamente, había acertado, grises claritos tobilleros, manchados de sudor.
-Bueno pues disfrútalos – me dijo poniéndome los dos en la cara.
               No olían demasiado, estaban calientes y ligeramente húmedos, yo aspiré, me encantaban, mi polla comenzó a subir dentro de los pantalones y Dani se dio cuenta, aunque no me dijo nada, me los restregó y yo empecé a lameteárselos. Mi polla luchaba por salir.
-Ya noto que esto te está gustando eh –dijo sonriendo.
               Se levantó y se fue a mis pies, empezó a quitarme las zapatillas, y los calcetines de Erika aparecieron.
-Bonitos calcetines, y bonitos pies también jejejeje.
-Gracias – dije un poco cortado.
               Agarró mis pantalones y me los sacó con fuerza. Mi polla salió, ya babeaba, estaba a mil. Dani se acercó a mi polla y me la agarro, acercó su cara y sin dejar de mirarme me pegó un lametazo en la punta.
-Ufffffffff – me estremecí por completo.
-No eres el único que la sabes chupar – me dijo descapullándome.
               Aquella declaración me dejó completamente sorprendido, no me creía lo que estaba viendo, aunque era cierto que Dani siempre me había tratado muy bien comparado con los otros dos. Se metió mi polla en la boca y me la chupó, era la primera vez que me la chupaban, normalmente era yo el que tenía ese trabajo.
-Ufff, si si, sigue sigueeeeee – dije cerrando los ojos.
               Era increíble como movía la lengua por mi polla era todo un experto, yo gemía  y me retorcía disfrutando de aquello, de repente, paró, abrí los ojos y le miré como si observase a alguien que hubiera cometido un crimen horrendo.
-No me dejes así tío.
-Tranquilo – dijo levantándose y yendo hacia un armario.
               Volvió con dos calcetines, uno de cada mano, eran los blancos con la puntera y el talón en naranja que tanto me habían gustado.
-¿Te acuerdas de estos calcetines? – dijo pasándome uno por la nariz.
-Sí, ya lo creo.
               Se sentó en mitad de la cama, dejó uno junto a mi costado, y el otro me lo puso en la polla, a modo de condón, me hizo gracia ver la parte naranja del calcetín con forma de polla.
-Jajajaaj ¿qué haces? – le dije observando.
-Ahora lo verás.
               Empezó a pajearme con el calcetín puesto como si la vida le fuera en ello, no tardé en empapar la punta que se oscureció.
-Aaaah tiooo siii siii
               Estaba disfrutando como un loco, con cada meneo, y sin previo aviso me metió un dedo en el culo. Aquello precipitó mi corrida de forma brutal.
-Mmmmmmmmmmmmm aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhh, siiiiiiiiiiiiiiiiii
               Lancé chorros y chorros de leche, creo que fue una de las corridas más brutales hasta la fecha, empapé por completo el calcetín.
-Este está lleno, ¿lo sustituimos?
               Me quitó el calcetín de la polla y lo tiro al suelo, cogió el otro y me lo colocó exactamente igual. Se sacó el pantalón y lo tiró a su cama, su polla estaba totalmente tiesa, le estaba gustando tanto o más que a mí todo aquello. A continuación se puso entre mis piernas. Yo las subí facilitándole el trabajo. Puso la polla en mi culo, y apretó un poco.
-Ufff, sigue sigue – le dije apretando los dientes.
               Apretó un poco y entró sin dificultad.
-Mmmm – gemí, aquella polla me iba como anillo al dedo.
               Se la sacó, cosa que me sorprendió, comenzó a pajearse, me lanzó un escupitajo y lo extendió con el dedo.
-Voy – me dijo sin más.
               Apretó con cierta fuerza y me la metió casi entera.
-Aauu- cuidadoo
-Perdona
               Empezó a apretar y a follarme lentamente, poco a poco su polla lubricaba y se movía con más facilidad, provocándome un inmenso placer.
-Sigue sigue – le pedía.
               Agarró mi polla de nuevo que estaba con el calcetín seco y empezó a pajearme. Se había deshinchado un poco pero no tardó mucho en reaccionar.
-Aaah, tioo tiooo uffffff
               Me estaba follando el culo brutalmente, y la paja no tenía desperdicio, además no podía hacer nada porque estaba atado. Me pajeó más y más al tiempo que amentaba el ritmo.
-Aaaah, no aguantooo  - grité.
               Me apretó la polla y cerró los ojos, empezó a correrse en mi culo mientras apretaba más y más.
-Mmmmmm si si mmmmmm que ricoooo – dijo apurando la paja.
-No puedooo no puedo aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh- empecé a correrme de nuevo, empapando el calcetín.
               Sacó la polla de mi culo y la puso frente a mi boca, se la chupé con todas las ganas, el me miraba con mirada de cansancio y de placer. Cuando terminé me quitó el calcetín de la polla y lo tiró al suelo.
-¿Habrá que dormir un poco no? – me dijo con una sonrisa.
-Sí, pero, ¿me desatarías? –dije con más esperanza de la que había tenido en anteriores ocasiones.
-Como es el último día, haré una excepción jejejejej
               Me desató y se acostó, yo me saqué la camiseta, me estorbaba, estaba acostumbrado a estar sin nada de ropa, me metí en la cama, aquella cama olía a Mario y eso no sé porqué hizo que mi polla hiciese un amago de levantarse de nuevo, pero estaba agotada después de tanto trabajo, a fin de cuentas, tendría tiempo de despedirme de Mario y Roberto por la mañana.

1 comentario:

  1. ME HA ENCANTADO, SOBRE TODO LOS PERSONAJES, AMO A MARIO AUNQUE HA SIDO UN POCO REPETITIVO, FALTABA ALGUNA COMIDA DE CULO Y ALGUN PEDETE

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