Capítulo 1- El gran error
Con Roberto te toca, toma la llave, es la 213, me dijo el monitor, estaban repartiendo las habitaciones, que eran dobles, me di la vuelta arrastrando la maleta y me puse a buscarle entre la gente, le había conocido en el autobús, y la verdad es que no estaba nada mal, sobre el metro setenta, algo fibrado, castaño, pelo de punta, ojos claro, para tener 18 años estaba increíble del todo. Yo también tenía 18 años, pero a su lado, parecía más pequeño, moreno, no muy corpulento, sobre el metro sesenta y cinco. No me costó encontrarle, tenía una camiseta amarilla con un sol dibujado y le reconocí enseguida.
-¡Robert!, nos han puesto juntos,
le dije voceando entre el resto de chicos y chicas del campamento.
- ¡Vale!, ahora voy.
Nos
instalamos en la habitación, el eligió la cama, eran iguales, pero parecía
llevar el mando del cuarto, se quedó con el armario más grande, y dijo que se
haría cargo de la llave del cuarto cuando no estuviéramos en él.
Por
la noche, antes de acostarse se desnudó junto y a la cama y se metió en el baño
a ducharse, a mi aquello me puso a 100, su polla, aunque dormida, prometía,
dejó toda la ropa tirada por el suelo, pensé en cogerle un calcetín, que
siempre me dieron morbo, y tenía alguno que había conseguido robar en
campamentos anteriores y vestuarios, pero salió pronto rápido de la ducha, y se
metió en la cama. Prácticamente no hablamos pero él se quedó dormido enseguida,
estando a oscuras, no podía quitarme de la cabeza su imagen desnudo, me pasé
tocándome un buen rato, hasta que me quedé dormido.
Al
día siguiente nos despertaron los ruidos de compañeros de otras habitaciones,
era temprano, pero decidimos levantarnos, Roberto volvió a ponerse los mismos
calcetines del día anterior, unos finitos blancos que le tapaban el tobillo, un
pantalón corto, una camiseta, y sus nike blancas, y después de esperarme a que terminase de
vestirme, de forma similar, bajamos a desayunar.
El
día transcurrió con varias actividades, y la última antes de cenar fue un
carrusel de deportes, baloncesto, futbol, voleibol, esperé a que Roberto
acabase para poder ir al cuarto, apenas llevábamos un día y se había hecho
dueño y señor de la llave.
-¿Podías dejármela no?, que yo
había acabado antes.
- Te esperas y ya está, -me dijo
cortante- además soy el mayor del cuarto
-Eso no es verdad, -le repliqué
enfadado, tengo 18 como tu
Me
miró burlón, parecía no creérselo, aunque también parecía darle igual. En la
habitación se desnudó igual que el día siguiente, estaba sudado después de toda
la tarde al sol corriendo.
-Me ducho primero –como no,
pensé-
-Claro, claro, lo que quieras,
-pero no le quitaba ojo mientras me lo decía, y esos calcetines ya tenían un
aspecto fantástico.
Me
fui desnudando, y me coloqué la toalla a la cintura, esperando que saliese del
baño, no podía dejar de mirar esos calcetines, sentado en mi cama mirándolos
absorto.
-Ya puedes entrar, me dijo
sacándome de mis más profundos y húmedos pensamientos, -dúchate y te veo en la
cena, no te acuerdes de cerrar y me bajas la llave, ¿vale?
-Claro, claro, en cuando me duche
bajo también. Me metí en la ducha, se me había empalmado un poco, pero con el
agua se pasó.
Cuando
salí ya se había ido, aparentemente el suelo entre ambas camas estaba
despejado, me senté, me puse los slips, calcetines, camiseta, pantalón corto, y
cuando me puse a buscar las zapatillas me fijé debajo de su cama…, no me lo
podía creer, ahí estaban los calcetines, solamente los había metido debajo de
la cama junto con la camiseta y el slip sudados. Ya no pensaba en mis
zapatillas, me fui como un autómata a su cama, me senté, estaba solo, cogí un
calcetín y me lo llevé a la cara, era de un 42, estaba empapado, y olía,
llevaba dos días de duro trabajo bajo los pies de Roberto y sus nike blancas.
MMM que delicia, mi polla se puso a 100, el pantalón corto no dejaba mucho a la
imaginación y el bulto era exagerado, cogí el otro calcetín y los olí a la par,
notando la humedad en mis manos, estaba absorto del todo, cuando un ruido me
hizo girar la cabeza y el mundo se me vino encima, ahí estaba el en el marco de
la puerta con cara de asombro.
Pasó
y giró la llave de la puerta, cosa que nunca debí haber olvidado hacer.
-¿Qué coño estás haciendo en mi
cama?-,
-Eh, no, no, estaba buscando mis
zapatillas, que no las encontraba.
El
caminó hacia mí y se fijó en los calcetines…
-¡Pero si son los míos!, me los
acabo de quitar antes de ducharme!, y ¿Qué coño haces empalmado?
Yo
no sabía que decir, ni dónde meterme ni nada, estaba sin una sola gota de
sangre en la cabeza. Su cara transmitía sorpresa y a la vez la sensación de que
estaba atando cabos…
-¡Eres un marica!, ¡estabas
pajeandote con mis calcetines!
-¡No, no no, de verdad, no estaba
haciendo nada!-, le dije asustadísimo, no sabía qué decir, me había pillado y
no tenía escapatoria, tiré los calcetines al suelo como si quemasen.
-Se lo pienso decir a todos, eres
un marica que te pajeas con los calcetines sucios de la gente-, me gritó casi
en plena cara
-NOOOO, -se me vino el mundo
encima, sería ridiculizado, insultado y cosas peores durante el resto del
campamento, y sólo habían pasado dos días de las dos semanas que estaríamos
allí.
-Sí, es lo que haré, y ahora
mismo, -me dijo dirigiéndose a la puerta
Yo
corrí detrás de él y le agarré el brazo
-¡Robert!, para por favor, haré lo
que quieras, lo que me digas, pero por favor no digas nada, que quede entre tú
y yo, no lo volveré hacer, por favor, -dije casi sollozando.
-¡Aparta! -Me empujó con el
brazo, realmente tenía más fuerza que yo.
-¡Lo que sea, de verdad, da igual
tu pide!, -se me acababa el tiempo, si cruzaba la puerta estaba perdido.
- ¿Lo que sea?, me dijo con la
voz baja, parecía pensativo...
- Si, lo que sea, no me negaré,
pero no lo digas por favor
-Está bien, -me dijo-, no lo
diré, pero serás mi perrito durante este campamento, harás lo que te diga sin
rechistar
-Claro, claro, lo que tu digas
–en ese momento sólo pensaba en terminar aquel horrible momento, y parecía que
se acababa-
Pensé
que se referiría a limpiar la habitación, a llevarle cosas, a ser algo así como
su sirviente, pero… nada más lejos, la primera en la frente.
-Vas a ser mi perro, y te comportaras
como tal-
-Lo que sea, di lo que sea, pero
no digas nada-
-Cuando entres en este cuarto te
desnudaras, meterás tu ropa en mi armario y te pondrás a cuatro patas como
hacen los perros buenos, ¿está claro?
Aquello
me cayó como un jarro de agua fría, no entendía nada, pero para qué, pensaba,
mil ideas se me pasaban por la cabeza…
-Pero, pero ¿es necesario?,
Robert tío
-Como quieras-, se giró y giró el
pomo de la puerta de la habitación
-¡Vale vale!, lo que tu digas,
si, si, haré eso que dices
Quitó
la mano del pomo y se giró, justo en ese momento en el pasillo se oyó la voz de
un monitor que gritaba ¡todos al comedor!, el me miró con una expresión seria
-¿Vas a bajar así?- señalándome
los pies
Me
miré los pies, no llevaba zapatillas, lo había olvidado por completo, me las
puse, salimos de la habitación, cerró con llave, se la metió en el bolsillo,
como era ya costumbre, y bajamos juntos al comedor en silencio.
En
el comedor nos sentamos uno enfrente de otro, no era capaz de mirarle a la
cara. Durante la cena se me pasó por la cabeza de todo, huir, llamar a casa,
¿pero qué diría en casa?, que me cambiasen de habitación, pero seguro que se
chivaría, pensé que lo ideal sería pisar lo menos posible por la habitación.
El
terminó de cenar antes que yo, la verdad, no tenía apetito, y tenía más ganas
de vomitar que de comer en ese instante, se levantó y me dijo:
-Oye me subo ya, cuando termines
de cenar sube que te tengo que dar lo que me has pedido antes, no tardes…- se
giró y se marchó.
El
plan de no pisar por la habitación acababa de fracasar antes de ser puesto en
práctica, me quedaba una última esperanza y era que los monitores tuvieran
alguna actividad programada para después de la cena y evitase así ir al cuarto
en al menos un rato, pero nada de eso ocurrió, no había nada.
Fui
de los últimos en salir del comedor, y subí las escaleras que separan los dos
pisos con la cabeza gacha como si fuese al matadero, me puse frente a la
puerta, 213, es esta, pensé, bueno quizás si finjo que no ha pasado nada…
Giré
el pomo y la puerta se abrió, el estaba escuchando música tumbado en la cama,
yo entré me giré, cerré la puerta y fui hacia mi cama…
-¿Se puede saber que haces?, me
dijo quitándose un auricular de un oído
-Iba a tumbarme un poco, como tu
-No, de eso nada, vete junto a mi
armario, desnúdate, y mete la ropa ahí como te dije, y cierra la puerta con
llave.
Dudé,
me giré con la cabeza gacha, fui hasta la puerta lo primero, giré la llave
mirándola como si fuera la causante de todos mis males, fui junto al armario y
me saqué la camiseta, la doblé y la metí en un estante que tenía libre, abajo
del todo vi que estaba toda mi ropa de cualquier manera, miré mi armario, y no
había nada.
-Pero ¿Qué hace mi ropa en tu
armario?-
-Los perros no usan ropa, y para
salir del cuarto te la pondrás cuando yo te diga- me enseña una llave-, y me
aseguraré de que no puedas tocarla si no quiero, y venga, ¡termina de
desnudarte!
Me
desaté los cordones de las zapatillas agachado en el suelo, me las saqué y las
metí junto a la camiseta, lentamente me bajé como no queriendo hacerlo el
pantalón y lo puse doblado junto a las zapatillas, con solo los slips y los
calcetines decidí parar y caminar hacia el centro de la habitación.
-No has terminado, los calzones
fuera, te dejaré los calcetines, si tanto te gustan jajajaja- reía con tono
burlón.
Yo
bajé la cabeza y me dirigí de nuevo al armario, me quité los slips y los metí
en el armario, me puse las manos delante para taparme y me quedé de pie sin
saber muy bien qué hacer.
-¡Toma!- algo metálico cayó al
suelo cerca de mis pies, era una llave.
-Ciérralo y tráeme la llave.
Cerré
la puerta y apenas di un paso…
-Eeeh, a 4 patas, recuerda, y me
la traes en la boca
-Pero ¿no te estás pasando tío?-
le dije con un tono bajo.
-Si prefieres cuento lo que he
visto…
Me
puse a cuatro patas, me coloqué la llave entre los labios y caminé hasta su
cama a cuatro patas, el me recogió la llave de los labios y se la guardó en el
bolsillo. Me sentía humillado y usado, quería irme pero no podía, aunque
quisiera, con toda la ropa de la habitación bajo llave no tenía opción.
-¡Venga, que vas a limpiarme las
zapatillas!
Le
miré como si no hubiera entendido, pero la patada que me dio en el costado me
hizo reaccionar, me coloqué junto a la cama, y ahí estaban las nike blancas
curradas delante de mi cara, le miré buscando indulto, pero ya se había vuelto
a poner los cascos, cogí un pie y acerqué la zapatilla del 42 a mi cara y comencé
a lamerla por la punta, estaba llena de polvo y suciedad, lamí toda la punta,
el empeine, todo, hasta dejarla visiblemente más blanca que la otra, no tuve
que coger la otra, él me la plantó delante de la cara y continué mi trabajo
lenta y tortuosamente. Le observaba mientras le limpiaba las zapatillas, a
veces cerraba los ojos disfrutando de la música que estaba oyendo, cuando paré
observó, comparó…
-Bien, muy bien- me dijo
sacándose los auriculares. –Has hecho un buen trabajo, ahora vas a quitármelas
y a seguir con los calcetines, ya que los disfrutas tanto –dijo.
Yo
empecé a desatarle su zapatilla derecha con cuidado y cuando se la aflojé
empecé a sacársela, hasta ese momento no había reparado en los calcetines,
estaba demasiado preocupado en limpiar, y es cuando me fijé, ¡se había vuelto a
poner los calcetines de la tarde!, apestaban y estaban húmedos y currados, eran
los mismos que había estado yo oliendo y que tantos problemas me estaban dando,
y ahí estaban de nuevo.
-¿Te gustan estos no?, pues ahí
los tienes, y no solo hoy, sino lo que resta de campamento, porque no pienso
cambiármelos, ya tengo quién me los limpie- y empezó a reír.
No
me lo podía creer ahí estaban de nuevo, me puse a olerlo y lamerlo enterito, mi
polla había empezado a crecer
-¡Sigue con el otro!, me dijo
Giré la cabeza
y le vi frotándose el paquete, ya no escuchaba música, solo miraba y
disfrutaba, igual que yo. Desaté la otra zapatilla y se la saqué lentamente,
quise captar todos los olores desde el principio. Le lamí el calcetín desde el
talón hasta la punta, noté que por un momento quiso quitarme el pié, tenía
cosquillas y eso me excitaba aun mas, si cabe, mi polla ya babeaba, me dolía.
-Sí que te gustan, me dijo de
repente- se había inclinado y me estaba mirando la polla.
-Sí,- dije simplemente, no podía
parar de lamer
-Así que eres una maricona de
verdad, no me confundía- y se sacó la polla del pantalón.
Debía
medirle unos 15 cms, ni muy gruesa ni muy delgada, se pajeó y se descapulló, su
cabeza brillante resultaba apetitosa.
-Sube aquí y cómemela.
No
lo dudé, subí encima de sus piernas y empecé a mamársela. No era la primera
vez, ya había hecho mis pinitos en el instituto, aunque nunca con ese nivel de
excitación. Se la chupé ansioso, mamaba sin descanso, estaba deliciosa, le
succionaba cada gota que salía, hasta que mi polla babeamte le rozó la pierna
sin querer.
-¡Quitá!- y me tiró de la cama
-Perdona, no quería…
-Ponte a cuatro patas, vas a
acabar lo que empezaste
Así
lo hice, el se puso de pie y me volvió a meter la polla en la boca, esta vez me
cogió la cabeza y me folló la boca como nunca antes, me apretó un poco y gimió
-AAaaaaaaah, siiii- empezó a
lanzarme chorros de leche de quinceañero en la boca
-Trágatela toda, no quiero ver
una gota fuera
Yo
tragaba lo más rápido que podía, no quería desperdiciar ni una gota, le limpié
hasta la última que salía.
-Buen perro, ya puedes acostarte,
pero no se te ocurra tocarte
-Déjame que al menos me pajee- le
imploré, no podía más, me dolía la polla.
-De eso nada- me dijo-, ni se te
ocurra correrte o me chivaré.
Se
quitó solo la camiseta y el pantalón y se metió en la cama, no tenía pensado
darle un respiro a los calcetines que se los dejó puestos, yo me metí en la
cama y me dormí, pero esto no había hecho más que empezar, sólo llevábamos dos
días.
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