Capítulo 1 – Toma de contacto
Apurando
un insípido sándwich de mortadela, di por finalizada mi sesión de estudio.
Aquella tarde estaba con una de las cinco últimas asignaturas que me quedaban
para acabar la diplomatura, me había excedido en un año de lo que era el tiempo
que debía durarme la carrera y no quería que se dilatase más. Con 22 años
esperaba poder hacerme una licenciatura y llegar más preparado al mercado
laboral.
Tiré
sobre la cama los dos cuadernos sobre los que estaba trabajando y encendí el
portátil, con mis compañeros de piso en sus respectivas casas aquel fin de
semana podría entrar un rato en el chat y seguir buscando tranquilamente.
Intentaba
llevar mi “otra vida” en el mayor de los secretos posibles, cualquier
filtración podría arruinarme la existencia literalmente, y por eso trataba de
ser lo más discreto posible. Cuando por fin arrancó el ordenador, me lancé a
abrir el navegador y entrar en mi sala de chat favorita, era de gays, aunque yo
no lo era, o no pensaba serlo, pero sí que sentía muchísima curiosidad, e
incluso alguna vez había hecho alguna mamada, aunque no tenía verdaderas
intenciones de que la cosa fuese por esos derroteros. Además, dicha sala era de
mi región, con lo que si encontraba a alguien podría ser más fácil quedar.
Teclee
“TuEsclavoDomestico” y el sistema me
permitió acceder a la sala. Normalmente me quedaba a la espera, con la idea de
que mi sobrenombre sería lo suficientemente llamativo para el resto de
usuarios. Muy consciente era de que, y basándome en experiencias anteriores,
algunos querrían usarme de esclavo sexual y no era para nada mi idea, ya que mi
único fin era ser usado como sirviente, hacer lo que me mandasen
servicialmente.
Al
tiempo que leía las conversaciones de la sala, aprovechaba para navegar y ver
páginas de todo tipo, relacionadas con mi carrera, o con mis aficiones. De
pronto algo me parpadeaba en la barra de inicio, era un privado de la sala de
chat, alguien con el sobrenombre de “Aburrido18”.
Tras
las clásicas preguntas iniciales pude saber que el muchacho tenía 18 años,
aunque eso era evidente, si atendía a su pseudónimo, se llamaba Víctor y estaba
en primer año de biología, facultad que estaba en mi mismo campus.
-Aburrido18: y q buscas tío
-TuEsclavoDomestico: pues lo que pone mi nombre jeejej
-Aburrido18: t mola sr esclavo?
-TuEsclavoDomestico: si, bueno algo así, ser servil y eso, hacer tareas
domésticas, no sé, lo que me mandases jeejej.
-Aburrido18: mmm molaa
-TuEsclavoDomestico: bueno y tú, qué buscas?
-Aburrido18: pues dsd hac unos sgundos un esclavo domestico jajaajaj
Me
quedé muy sorprendido, me había excitado un poco y tenía mucha curiosidad en
saber a dónde llegaba aquella conversación.
-TuEsclavoDomestico: si? Jejeje… pues oye….
-Aurrido18: y q harías? Vendrías a mi casa?
-TuEsclavoDomestico: claro de eso se trata
-Aburrido18: q guay, yo comparto piso con otros dos amigos, q es lo q
nos harías?
-TuEsclavoDomestico: todo lo que me pidierais, limpiar la casa,
hacerlos la cena, lavaros la ropa, cosas de esas.
-Aburrido18: pues no nos vendría nada mal, tnems la casa llena mierda
jaajajaj
-Aburrido18: oye estoy hablándolo con uno d mis colegas y dice que no
le importaría, cuando podrías venir?
No
me creía que de verdad pudiera cumplir mi fantasía, y encima en un piso de
estudiantes. Demoré la respuesta por unos instantes, aunque finalmente acepté
la invitación.
-TuEsclavoDomestico: cuando queráis, vosotros sois lo que mandáis.
-Aburrido18: ahora mismo?
Tanta
celeridad me tenía desconcertado, era viernes noche, esperaba poder salir a
disfrutar un poco y a descansar, pero no estaba dispuesto a dejar pasar aquella
oportunidad.
-TuEsclavoDomestico: por supuesto, ahora mismo si queréis, dónde vivís
exactamente?
-Aburrido18: en ls bloques d enfrente de la facultad te das cuenta q
hay una tienda d informática?
-TuEsclavoDomestico: si, he comprado ahí alguna cosa
-Aburrido18: pues es el portal q esta junto a la tienda, el 3 A, sabes
no?
-TuEsclavoDomestico: si, creo que sé cual es
-Aburrido18: te vienes entoncs?
Me
lo pensé durante unos instantes y finalmente tecleé.
-TuEsclavoDomestico: en 20 minutos estoy ahí
-Aburrido18: vale te esperamos ciao
-TuEsclavoDomestico: hasta ahora
Aburrido18
se desconectó. Yo también me cerré la ventana del navegador y me vestí, unos
vaqueros, unas deportivas y una sudadera sobre la camiseta fue mi elección.
Miré la hora, cogí mis llaves, mi móvil y salí de casa.
Mi
piso estaba a unos cinco minutos del campus, estaba nerviosísimo por lo que iba
a hacer, había conseguido quedar en alguna ocasión anterior pero nunca había
terminado de ser exactamente lo que buscaba. Llegué al portal que me había
señalado Víctor, miré desde la calle lo que debía ser el tercero, solo tenía
una luz en una de las ventanas. Era un viejo edificio con la fachada sucia,
típico piso de estudiantes en aquella zona.
El corazón me latía a toda velocidad, estaba
tan nervioso o más que cuando tenía que hacer algún examen importante. Con el
dedo tembloroso pulsé el botón del portero automático que señalaba “3-A” desencadenando
el sonido de un timbre. Esperé unos instantes y finalmente se escuchó algo al
otro lado.
-¿Quién es? – dijo una voz.
-¿Víctor? – pregunté.
-Sí.
-Hola, soy Julio, hemos hablado
por internet.
-Ah, sí, sube – dijo Víctor.
Empujé
la puerta y ésta se abrió. Una vieja escalera apareció tras un pequeño
descansillo, no había ascensor. Subí pesadamente los tres pisos de escaleras,
en el tercero busqué la puerta “A” y toqué al timbre. Al otro lado se escuchaba
lo que parecía ser un televisor.
Unos
segundos después la puerta se abrió, un delgado chico algo más bajo que yo, en
torno al metro setenta apareció delante de mí, era moreno con el pelo
revuelto, rostro aniñado y aspecto de no
haber salido de casa en todo el día, a pesar de lo cual, lucía un leve
bronceado posiblemente de haber pasado en los jardines de la facultad más
tiempo del debido. Vestía un pijama de rayas verticales blancas y grises y unas
zapatillas de andar por casa.
-Hola – dije tímidamente - ¿eres
Víctor?
-¡Hola!, sí, soy yo pasa – dijo
con una leve sonrisa y apartándose.
Dos
pasos me metieron en una pequeña entrada, a la derecha un tipo alto, sobre el
metro ochenta y cinco, castaño con el pelo corto y ojos marrones, vestía igual
que yo, pues no era otro si no mi reflejo en un gran espejo.
-Ven, te voy a presentar a mi
colega, que nos has pillado comenzando una partida al fifa.
-Claro – dije siguiéndole.
Un
pequeño pasillo con dos puertas a la izquierda, una cocina, y un baño, conducía
a un salón decorado con muebles antiguos. La estancia tenía, además de la
puerta que daba al pasillo en el que me encontraba, otras tres más, que debían
probablemente ocultar las habitaciones.
-Este es Sergio – dijo Víctor
señalando con la mano a un chico que estaba sentado en el centro del sofá.
Era
moreno, de piel clara, el pelo le caía por la cara, era un peinado muy moderno
que estaba muy de moda por la facultad, no debía tener más de 18 o 19 años.
Tenía un piercing en un lateral de su labio inferior, otro en la nariz, otros
dos en la ceja, y si su pelo no me hubiera tapado las orejas seguramente habría
visto alguno más. Llevaba unos vaqueros muy ajustados y rotos, una camiseta
azul con el logotipo de una marca de zapatillas deportivas y en los pies no
llevaba nada, aparte de unos calcetines verdes claros, algo ridículos.
-Hola tío – dijo dejando el mando
de la consola sobre el sofá y extendiéndome la mano.
-Hola, cómo estas, soy Julio –
dije dándole un apretón de manos.
-¿Tu eres el esclavo? – dijo con
total naturalidad.
Me
quedé un poco cortado, por la pregunta tan directa, y realmente me había
gustado que me la hicieran.
-Pues sí, tío, jejeje, suena
raro, pero ya le he comentado a tu colega lo que me va.
-Lo hemos estado hablando – dijo
Víctor – y de momento te encargarás de la cocina, el baño, y el salón, cuando
venga Samuel ya miramos más.
-¿Samuel? – pregunté extrañado –
creí que erais dos nada más.
-No qué va, falta Samu, que está
este finde en casa con sus padres – dijo Sergio.
-No te importa ¿verdad? – me
preguntó Víctor.
La
verdad es que no me había planteado esa situación, quería llevar todo con la
máxima discreción posible, y con dos pensé que sería más complicado, no
obstante, pensé que tampoco pasaría nada.
-No, no pasa nada – dije con una
sonrisa.
-Ven, te enseñaré la casa, bueno,
esas tres son nuestras habitaciones, que ya te diremos, de momento, el salón,
como ves, y ven…
Le
seguí hasta la primera puerta a la derecha, encendió la luz, que se encendía
desde el pasillo y entró.
-Este es el baño, como habrás
supuesto jejejej.
-Sí, eso parece – dije.
Había
un plato de ducha con una mampara, un lavabo y un váter, y estaba bastante
sucio en general. Salimos y me enseñó la siguiente habitación.
-Y esta es la cocina.
-Sí que es verdad que
necesitabais a alguien para limpiarla, un ejército más bien – bromee.
-Jajajaaja, sí tío, ya sabes…
Era
una auténtica zona de guerra, el fregadero estaba abarrotado de cacharros, los
fogones de gas estaban llenos de salpicaduras, el suelo ya no se sabía de qué
color era y todo tenía un aspecto grasiento bastante desagradable. A pesar de
todo, estaba feliz de poder servir a aquellos dos chicos, parecían
encantadores.
-Bueno pues como ya hemos cenado,
puedes ponerte cuando quieras.
Esperaba
recibir una orden, pero parecía tener libertad para hacer lo que me diese la
gana, así que acepté.
-Bueno, pues me pondré a ello.
Más
de dos horas me llevó dejar la cocina reluciente, habría apostado a que desde
que comenzó el curso meses atrás, no habían limpiado ni una sola vez, sin
embargo, cuando llevaba apenas una hora de gratificante trabajo, tuve que hacer
uso del baño, y pude ver desde el pasillo, ya que el sofá del salón estaba
alineado a la misma pared, cómo Sergio y Víctor se morreaban con gran pasión.
Decidí no hacer ruido y seguir a lo mío, y recordé que había conocido a Víctor
en una sala de chat gay, así que semejante comportamiento no debía tampoco de
sorprenderme.
Estaba
bastante cansado, fui hasta el salón esperando no interrumpir nada. Me encontré
a Víctor sólo.
-Ya acabé con la cocina – le
dije.
-Genial tío, muchas gracias –
dijo mientras hacía zapping.
-¿Y Sergio? – le pregunté mirando
por la habitación, como si se hubiese podido esconder debajo de una silla.
-Se ha ido a dormir, la mamada
que le he hecho le ha dejado agotado jajajaja.
-Bueno yo ya me marcho – dije un
poco contrariado por el exceso de información.
-Descansa un poco hombre, estarás
cansado después de limpiar tanta mierda, siéntate aquí y vemos un poco la tele
– dijo señalándome el hueco que había a su izquierda.
-No se… - dije mirando la hora.
-Venga anda – insistió.
Estuvimos
un buen rato en silencio, viendo la tele, la verdad es que yo estaba bastante
cansado después de más de dos horas de fregoteo. Estaba muy satisfecho por el
trabajo hecho y por poder cumplir mi fantasía.
De
pronto Víctor puso su mano derecha sobre mi muslo y empezó a subirla en
dirección a mi entrepierna.
-¡Ey! ¿Qué haces?- le dije
mirándole muy sorprendido.
-Pagarte por lo que has hecho –
dijo magreándome el paquete.
Me
bajó la cremallera y buceó hasta dar con mi polla que estaba empezando a ganar
tamaño gracias al sobeteo.
-Eh, no tío, no hace falta de
verdad.
Haciéndose
el sueco, me la sacó.
-Joder tío vaya tranca tienes
¿no? – me dijo con gran sorpresa.
-Si bueno, pero…
Sin dejarme
terminar, la descapulló y se la metió en la boca. Empezó a chupármela como
pocas veces lo habían hecho. Mis 23 centímetros no tardaron en llenarle la
boca. Entre las chicas mi polla causaba furor, pero era la primera vez que
recibía semejante alago de un chico.
-Mmmmm tío – dije cerrando los
ojos.
Siguió
chupando con gran dedicación. Puse mi mano sobre su nuca para favorecer el
ritmo, lo hacía realmente de escándalo.
-Ufff para para no puedo más, de
verdad.
Lefa
acumulada de una semana salió disparada dentro de su boca. Sin embargo, Víctor
no dejó escapar ni una sola gota, se la tragó entera, siguió chupando incluso
cuando ya no quedaba nada.
-Para para – dije sacándole la
polla de mi boca.
Me
miró con una sonrisa pícara y cara de satisfacción.
-¿No te ha gustado?
-Sí, sí, tío, pero estoy hecho
polvo, además mañana quería levantarme pronto para estudiar que tenemos los
exámenes a la vuelta de la esquina.
Guardé
la polla en el pantalón y me fijé que el pijama de Víctor se marcaba un gran
paquete.
-Tengo que irme ya tío - le dije levantándome.
-Vale, oye, ¿me das tu móvil?,
así podré llamarte cuando tengamos que limpiar algo o queramos que nos hagas
algo.
-¡Claro!, será lo mejor - le dije todo ilusionado.
Intercambiamos
los teléfonos y me acompañó a la puerta.
-Bueno pues cuando queráis – le
dije sonriendo.
-De acuerdo, ¡adiós!
Bajé las escaleras y salí del
edificio contentísimo por lo que acababa de pasar, todo había salido a pedir de
boca y al menos por aquella noche, me fui a casa con la ilusión de que podría
continuar con mi fantasía al igual que lo había hecho aquel día, aún desconocía
que todo iba a cambiar repentinamente.
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