Capítulo 4 – Pagando los platos
rotos
La
luz se colaba por la persiana de la ventana de la habitación, la estancia poco
a poco se fue iluminando, esa mañana de domingo yo fui el madrugador, me
desperté temprano, cosa muy poco común en mí que no solo dormía bien si no que
además tenía un sueño muy profundo, demasiado incluso. Roberto cumplió su
palabra y aquella noche no fue a dormir a la habitación, había ligado con una
morenita y debía estar muy ocupado, y a mí no hacían más que pasarme por la
cabeza las escenas de la tarde anterior, esposado a la cama y con los pies y la
polla de mi guapo compañero en la boca. Realmente había sido genial, había
fantaseado alguna vez con algo similar pero la realidad, una vez más, superaba
la ficción.
De
vez en cuando me magreaba el paquete, mi polla estaba encantada de haber tenido
un alojamiento cinco estrellas para aquella noche, el bóxer blanco de Roberto
era todo un lujo, la noche entera había sido un lujo, calcetines limpios,
tapado y seco, algo que nunca pensé que echaría de menos.
Se
empezaron a escuchar ruidos de gente hablando en las habitaciones, y poco
después las duchas de los vecinos, que realmente eran ruidosas, cosa que decía
mucho de mi sueño, era a prueba de bombas. Aquella mañana no quise desperdiciar
la tranquilidad y el tiempo del que disponía y mucho menos la erección. Me metí
la mano en el bóxer y comencé a pajearme con los ojos cerrados fantaseando al
principio con Roberto, su deliciosa polla y sus fantásticos calcetines a los
que tanto cariño y odio estaba cogiendo. Pero mi mente calenturienta fue a más
y los dos amigotes suyos se hicieron un hueco en mi fantasía, el rubito de las adidas
y el moreno de las puma. Aquello desencadenó una corrida tan rápida que no tuve
tiempo ni de levantarme, no fue muy abundante debido a la gran paja de la que
fui víctima la tarde anterior, pero lo suficiente para pringar el bóxer.
-Ooh, mierda- dije en voz baja –a
ver qué coño hago ahora
Me
levanté y me fui al baño, me saqué el bóxer y lo lavé como pude, lo escurrí,
hice una bola y lo tiré junto a la bañera.
-Eso es- me dije, como si pudiera
oírme alguien.
Realmente
era un plan perfecto, si me preguntaba por qué estaban empapados le diría que
se mojaron al ducharme por la mañana y no tendría más remedio que creérselo. O
al menos esos pensé.
Me
duché y elegí yo mi ropa esta vez, una camiseta azul y un pantalón corto
deportivo azul también, aunque por precaución no me puse calzoncillos, no sabía
cuándo aparecería Roberto. Las zapatillas parecían haberse secado, la verdad es
que estaba haciendo calor esos días, así que me las puse, olían raro, quizás
tuvieran la culpa tanta lefa y tanto sudor resecos.
Como
cada mañana, los monitores avisaron a voz en grito que bajásemos todos al
comedor a desayunar, y tras recoger todo y dejar la llave del armario puesta,
bajé a desayunar. Esperaba ver la imagen de cada día, con Roberto haciéndome
señales para ocupase mi sitio, pero Roberto no estaba, no en el sitio habitual,
se había sentado en el lado opuesto con la morena de la noche anterior y
parecían estar muy distraídos, llevaba exactamente la misma ropa que cuando me
dio la llave estando en el bar, no tenía ni idea de dónde había dormido, y
francamente, me importaba muy poco.
Después
del desayuno, como cada mañana los monitores anunciaron la actividad de la jornada
que no era otra que pasarlo en un bosque cercano en plan día de campo, donde
comeríamos y pasaríamos el tiempo haciendo diversas actividades al aire libre.
No estaba mal para ser domingo, pensé.
Fuimos
saliendo a la entrada y reuniéndonos con nuestros compañeros de grupo, y fue
cuando se me acercó Roberto.
-Oye tu, dame la llave de la
habitación- me dijo con un tono que distaba mucho del tono amable y condescendiente
de la noche anterior.
-¿Qué tal la noche?- le pregunté
para aparentar normalidad delante de mis compañeros.
-Bien, la llave – me dijo sin
más.
Se
la di, y en poco más de 10 minutos bajó vestido de corto y con el pelo húmedo,
era evidente que se había duchado y cambiado. Yo no esperaba tener más contacto
con él esa mañana, pero se acercó de nuevo.
-Toma la llave, llévala tú, no me
apetece cargar hoy con ella.
-Claro, no hay problema – le dije
sin más, y se la recogí.
Sin
tiempo para cambiar una sola palabra más se fue a su grupo de nuevo, al cual me
percaté, que pertenecía su nueva novia. Quizá me deje tranquilo ya, pensé, cosa
que por un lado agradecía, y por otro sentí algo parecido a celos.
El
día fue de lo más tranquilo, el bosque estaba a unos pocos minutos del albergue
y podíamos hacer todo tipo de deportes al aire libre y talleres. Mi compañero
parecía haberse olvidado absolutamente de mí, por más que miraba siempre estaba
con su amiguita demasiado entretenidos para enterarse de que el mundo continuaba
a su alrededor. No perdí detalle tampoco de sus amigotes que participaban en
casi todas las actividades, recordé la paja mañanera y a veces tenía que
girarme para que no se me notase el bulto en el pantalón, era el inconveniente
de ir sin calzoncillos.
El
monitor de mi grupo nos dijo que por la noche nos la dejarían libre, y que no
habría actividades alternativas. Genial, pensé, seguro que yo si tengo una
actividad alternativa, y no dejaba de pensar en las esposas. Pero no fue así,
después de cenar Roberto y su novia se marcharon agarraditos y no supe más de
él. Confuso por la nueva situación y sorprendido, no había hecho planes, así
que me reenganché con mi grupo y pasamos la noche en una terraza de un bar
cercano.
Conseguí
olvidarme de todo, y cuando llegó la hora de ir a dormir subí las escaleras sin
la sensación de otros días, la de que me iba a ser usado y sometido de la forma
que a mi compañero le diese la gana. No había dado señales de vida desde que se
fue, entré en la habitación y dejé la puerta sin cerrar, por si volvía. Esperé
un rato, hice tiempo leyendo una revista de instalaciones juveniles de la red
de albergues en la que estábamos alojados, y decidí acostarme, me quité las
zapatillas y las dejé tiradas en mitad de la habitación, no creía que esta
noche tampoco fuese a aparecer. Dejé la camiseta dentro del armario y al entrar
en el baño me encontré con otra agradable sorpresa, junto a los bóxer blancos
prácticamente secos había otros, negros. Mi polla dio un respingo, no me lo
podía creer otra noche que disfrutaría de unos bóxer de mi compañero.
Me
saqué los pantalones cortos, los metí de cualquier manera en el armario, y me
puse esos deliciosos bóxer negros. Aunque teníamos una talla similar estos me
estaban súper apretados, marcaban muchísimo paquete, y cada vez más.
Apagué
la luz y me metí plácidamente en la cama, el día había sido largo y estaba
cansado, además igualaba, cuando no mejoraba, las condiciones de la noche
anterior, con lo que no tardé en quedarme plácidamente dormido.
Pero
la placidez no duró hasta la mañana…
Un
portazo me devolvió al mundo de los despiertos con tal velocidad que tardé unos
segundos en saber qué pasaba. La luz estaba encendida cuando abrí los ojos y
alguien había entrado, era Roberto. No debían ser más de las cuatro o las
cinco. Daba vueltas en la habitación con visible gesto de enfado y mascullaba
cosas como “será zorra”, “estrecha de mierda”, “hija de puta”, y expresiones
que no logré entender. Cometí el lamentable error de preguntarle.
-¿Qué te pasa? – le dije con los
ojos aun entornados por la luz y algo desorientado.
-¿Que qué me pasa?, la zorra de
Erika, que es una puta estrecha de mierda – dijo malhumorado
Erika,
pensé, por fin le puse nombre a la misteriosa novia de mi compañero.
-Casi dos días detrás de ella
–prosiguió con idéntico tono- y lo más que he conseguido es que me la coma en
el parque donde hemos estado hoy.
-Vaya, que zorra – dije tratando
de ser condescendiente
-Tú verás – dijo mientras daba
vueltas de un lado para otro de la habitación mirando a los lados y diciendo
toda clase de improperios – será creída, se piensa que por estar buenísima ya
puede ir de calientapollas, toda la noche en ese estúpido parque haciendo el
gilipollas y de repente “me quiero ir a dormir carriño” – esto último con un
tono ridículamente agudo, a la vez que gracioso.
-Vaya, lo siento – no sabía qué
decir, y realmente sus fracasos amorosos me daban igual.
-Y lo que más me jode es que
encima … -pero no acabó la frase.
Se
tropezó con una de mis zapatillas que había dejado descuidadamente por mitad de
la habitación y casi se da de bruces contra el suelo.
-¿Pero qué mierda hace esto en
mitad de la habitación?
-Lo lo sien siento – dije
tembloroso, nada bueno podía venir después de lo que acababa de ocurrir.
-¡Recoge esta mierda tuya ahora
mismo! – me ordenó tan cerca de mi cara que casi podía oler la colonia de
Erika.
Salté
de la cama tan rápido como pude, cogí las zapatillas y fui hacia el armario.
-¿Qué haces con eso puesto?
- me dijo tono de recriminación
Otra
vez esa sensación de no quedarme una sola gota de sangre en la cabeza, me paré
en seco y me miré, llevaba el bóxer negro, su bóxer negro. Me giré y le vi la
cara, no era buena, no, que va.
-No será ese mi bóxer, ¿verdad?
No dije nada, pero caminó hacia a mí, yo cerré
los ojos pensé por un momento que me iba a dar un bofetón o algo peor, pero
pasó de largo y entró en el baño.
-Sí, es el mío – dijo desde
dentro.
Yo
me lo quité tan deprisa que debí batir algún ridículo record, se lo dejé encima
de la cama, pero cuando salió del baño ni siquiera se fijó, fue directamente al
armario y rebuscó, se agachó y tiró detrás de él unas de las esposas provocando
un ruido metálico poco habitual. No podía ver lo que hacía, ya que la puerta
del armario me tapaba la visión, pero cuando volví a verle, la poca sangre que
me pudiera quedar en la cabeza se esfumó. Había encontrado los calcetines
sucios. Con una mano sujetaba las otras esposas, concretamente las de las manos
y mis calcetines de días atrás.
-Estoy fuera un día y mira con lo
que me encuentro - dijo tirándome los
calcetines a la cara.
-No, bueno… es que… - pero no
había justificación posible, me había pillado y por partida doble, esto no
pintaba bien.
-Ven aquí, y no te olvides tus apestosas
zapatillas.
Las
recogí y se las acerqué.
-Mételas ahí – me dijo
señalándome la parte de abajo del armario.
Me
agaché a dejarlas y cuando me incorporé me cogió del brazo derecho con fuerza y
me colocó las esposas. Tiró del otro extremo y me hizo caminar de vuelta a la
cama, me empujó y caí de lado aunque me seguía sosteniendo el brazo. Me esposó
las manos a los barrotes de la cama quedándome sentado y apollado contra la
pared.
-Robert, tío, perdona, no te
pongas así, no ha sido para tanto.
-¡Calla!, y túmbate boca arriba-
mientras el volvía a por las otras esposas.
Me
coloqué como pude boca arriba, las esposas no me daban mucho juego, estaba
atemorizado, nunca había visto a Roberto así, aunque también era verdad que
solo le conocía desde hacía pocos días. Volvió con las otras esposas y uno de
mis calcetines, cosa que me pareció extrañísima. Dejó el calcetín encima de mi
barriga y me ató los pies a la cama igual que lo hiciese dos tardes atrás.
-Te voy a dar tu merecido por
desobediente y por osado, no tenías suficiente con mis calcetines que también
querías mis bóxers, puto marica.
Estaba
realmente asustado, había elegido el peor momento de todos para enfadarle.
Cuando terminó de cerrar las esposas de los pies cogió el calcetín que estaba
encima de mí y lo estiró, me lo colocó alrededor de los huevos y la polla e
hizo un nudo. Y lo apretó.
-AAaaaaaammmm – grité, pero con
la mano me tapó la boca
-Calla marica, o despertarás a
todo el albergue
-¿Pero qué haces?, estás loco,
-le dije cuando me quitó la mano, - quítame eso joe que duele mucho.
-Te aguantas, eres un perro
baboso y no quiero que manches todo.
Me
agarró de un lado de la cintura con las dos manos y me volteó dejándome boca
abajo. Se puso en la cabecera de mi cama delante de mí, sin quitarse los
cordones se sacó una zapatilla, yo tenía la mejor posición para no perder
detalle, se sacó la otra me levantó la cabeza tirándome del pelo y ahogó mi
grito poniéndomela en la cara. Una oleada de aire con olor a pies de Roberto me
alcanzo de lleno, mi polla, a pesar de las ataduras reaccionó tímidamente.
-¿Te gusta esto verdad?, eres una
putita y esto te mola
-Si, si – dije tímidamente,
aunque el sonido quedó amortiguado por la zapatilla.
-Pues hoy no habrá calcetines
Tiró
la zapatilla a un lado y con la mano que dejó libre se sacó la polla que aún
estaba morcillona.
-Abre la boca ¡zorra!
Tan
pronto la abrí me la metió entra. Empecé a chupársela como sabía hacer y no
tardó en crecer hasta los 15 centímetros a los que me tenía acostumbrado.
-Muy bien, así así, mmm, la
verdad es que la chupas de miedo.
Empezó
a babearle y con cada gota que le salía le describía un círculo en la punta del
capullo, eso sabía que le volvía loco.
-Siiii eso esoooo mmmm, lo haces mejor que Erika, mucho mejor,
eres realmente bueno…
Seguí
chupándola hasta que me la sacó de repente de la boca. Cogió mi otro calcetín
sucio y se puso delante de mí.
-Abre la boca.
-¿Qué vas a hacer? – le pregunté
con más curiosidad que otra cosa
-Abre la puta boca y calla
La
abrí y me metió el apestoso calcetín que llevaba días de trabajo y muchas
corridas en sus costuras. Cogió su zapatilla y me la ató alrededor de la boca,
cada bocanada de aire que tomaba olía a sus pies. No podía hablar, solo mirar,
se dio la vuelta y se fue al baño, estaba completamente intrigado, dónde iba,
¿me dejaría así?.
Después
de unos instantes que me parecieron eternos apareció con un desodorante de roll
on, con mí desodorante, no era bajo y gordo, si no alto y delgado… oh, no
pensé.
-Mmmmmmmm – empecé a gritar y a
patalear, pero las esposas aguantaban como bien habíamos probado tiempo atrás.
El sonido que pude emitir fue prácticamente imperceptible debido al calcetín y
a la zapatilla.
-Tranquilo, si esto a los maricas
os gusta.
Yo
seguí dando ridículos gritos y pataletas inútiles, gustar o no, no me habían
dado por culo nunca y no quería que fuese así mi primera vez.
Se
puso delante de mí, se terminó de quitar los pantalones y el bóxer, que ese día
era azul, y empezó a pasarse la punta de la polla por la tapa del desodorante
empapándolo con babas, mientras yo miraba impotente lo que estaba a punto de
pasarme.
-Vamos allá, no te haré esperar,
que seguro lo estás deseando – dijo con tono irónico
Se
subió a la cama y colocó sus piernas a los lados de las mías, me separó un poco
las nalgas y me lanzó un lapo al ojete que hizo que diese un respingo.
-Tienes un culito de niña,
¿sabes?
Eso
viniendo de Roberto me lo tomé como un cumplido, incluso le gustó a mi polla,
pero lo que venía a continuación no lo tenía muy claro. Me puso el desodorante
en la entrada del culo y empezó a apretar, yo cerré el culo todo lo que pude,
pero él apretaba mas, empezó a dolerme, paró y me lanzó otro lapo esta vez con
más saliva. Volvió a la carga con el desodorante apretando más y más.
-Será mejor que te relajes- me
dijo dándome un par de palmadas en el culo – no te servirá de nada resistirte,
has sido malo y te voy a castigar como mereces.
No
sé cómo, pero esas palabras surtieron el efecto deseado y dejé de apretar, el
dio un leve empujón más y entró unos pocos centímetros.
-MMMMMMMMMMMMMMMM- me dolía, me
retorcí entero, me puse tenso, apreté con fuerza el calcetín de la boca.
-Ya está, ha costado, pero ya
está – dijo con aire triunfal.
Empezó
a moverlo en círculos y a apretar poco a poco, cada centímetro que me metía me
dolía horrores, poco a poco fue metiéndolo todo hasta que no quedó más. Se puso de pie y caminó enfrente de mí con
una mano se pajeaba y con la otra me agarró del pelo y me miró.
-¿Te ha gustado eso, putito?
-Mmmmmm- movía la cabeza
negativamente, me estaba doliendo, para nada me estaba gustando.
-Pues yo creo que sí, y si no, te
gustará ahora, cuando te la meta
-Mmmmmmmmm,- me puse tenso, creí
que rompería las esposas, pero que va, mis 30 euros funcionaban a la
perfección.
Volvió
a subirse en la cama, yo pataleaba todo lo que podía y un poco más, pero todo
era inútil, empezó a sacarme el desodorante lentamente, el dolor fue dando paso
al placer, cerré los ojos, realmente no estaba tan mal, pensé, dejando escapar
un leve gemido.
-Al final te va a gustar, ya
veras, y yo hoy no me voy a la cama sin follar
Dicho
lo cual terminó de sacarme el improvisado dildo y me metió el capullo de golpe.
-Mmmmmmmmmmmm
-Calla puta, voy a follarte tu
culito de nena te guste o no
Continuó
apretando, la verdad es que la tenía aun más gruesa que el desodorante y el
dolor era terrible, por más que me intentaba relajar dolía. Cuando me la metió
toda, se inclinó sobre mi espalda y me tiró del pelo hacia atrás.
-¿Te gusta mi polla eh? – me dijo
al oído
-Mmmmmm – para ya, trataba de
decir, pero no sonaba a eso precisamente.
Me
sentía lleno, con ganas de cagar, era una sensación extraña, pero el dolor fue
desapareciendo en parte porque no se movía. De repente se incorporó, me agarró
de las caderas y empezó a bombear, sacaba un poco, y metía, sacaba un poco y
metía, un vaivén que empezó a gustarle a mi polla antes que a mí, se me había
puesto dura, y algunas babas me mojaban la barriga, el invento de Roberto del
calcetín había fracasado.
-Mmmm que culito tan rico tienes,
y yo perdiendo el tiempo con Erika teniendo el polvo en casa
Yo
empecé a gemir, visiblemente, el aumentó el ritmo, notaba cómo sus pelotas
golpeaban con mi culo repetidas veces, hasta que de pronto me agarró con mucha
fuerza y redujo el ritmo hasta casi pararse, noté cómo se me llenaba el culo de
leche caliente.
-Aaaaaaaaaaah – medio grito medio
gimió por lo bajo
Se
quedó unos instantes con su polla en mi culo y la sacó lentamente, caminó hasta
la cabecera de la cama y me arrancó la su zapatilla de la cara.
-¡Escupe el calcetín!, que esto
está más rico – me dijo sujetándose la polla delante de mi cara.
Me
lo saqué de la boca como pude, empujando con la lengua y Roberto no tardó en
metérmela en la boca, estaba medio lefada aun, lamí los restos con total
dedicación, mientras él me acariciaba la cabeza.
-Buen perro, eso es – me dijo
Se
la sacó y se volvió a poner el bóxer.
-Bueno todavía queda un poco para
el desayuno – dijo mirando la hora, - vamos a dormir un poco
-Si, como quieras, pero suéltame
¿no?
-No, te quedas atado, eso por
ponerte mi bóxer
-Pero Robert, tío, no me hagas
esto por favor – supliqué, aunque sin mucha esperanza
-No pienso desatarte, así más te
vale dormirte, quedan apenas tres horas para levantarse
Se
metió en la cama y apagó la luz. Yo intenté girarme y ponerme boca arriba, de
lado, las esposas me tiraban de los tobillos y de las muñecas, hasta que
conseguí una postura mínimamente cómoda y me quedé dormido.
me gusta la dominación relaciones entre amo y esclavo, soy un chico esclavo y le contaré porque razón a los l6 años quede huerfano y me fui a vivir con un tio en buenos aires argentina, mi tío trabajaba, en una compañia de aviacoion klm holandesa y casi todo el año se la pasaba fuera de la casa, solo vivía con su hijo rene, mi primo que me llevaba 4 años tenia 20 cuando llegue, es decir desde la primera semana quede solo con mi primo que resulto un chico super guapo, deportista, estudiaba en la universidad de buenos aires artes y literatura, además de estar en un equipo juvenil
ResponderEliminarde huracan, tambien practicaba artes marciales y tenia cinturon rojo, desde el dia que lo conoci en aeropuerto, me hecho el ojo, porque soy bien guapo no tanto como el, a los dos dias de llegado quedamos solos y yo quede en sus manos sin saber las obsesiones sexuales fetichistas, de dominación y sado masoquistas que tenia, desde el dia que quedamos solos, en en sala me dijo: primito vos estas bajo mi autoridad, yo te doy ordenes y vos me obedeces, yo soy gay práctico la dominación, fetichismo, no me gustan las nenas nada, solo los chicos bonitos como vos para tenerlos de esclavos y como llegaste a mi casa y vamos a estar siempre solitos y yomhare lo que se me de la puta gana con vos, te voy a disciplinar a domar en la obediencia porque un esclavo debe ser sumiso a su amo... el cabrón que tenia unos jenes apretados y con chaqueta negra se sentó con las piernas abiertas en el sofa se despaturro y quitándose el cinturón de cuero blandiendo amenazadoramente en mi cara ame ordeno... ponete de rodillas frente a mis pies, lo primero que tenes que aprender es que un esclavo debe de estar postgrado de rodillas frente a su amo , en actitud sumisa,,me sentí terriblemente humillado, asustado y acobardado ante la amenaza y lujuria de mi primo rene, solo le dije que estaba loco de remate, pero rápido me dio un fuerte correazo cogiéndome del pelo y con su fuerza superior me arrodillo¿ gritándome, postrado de rodillas a mis pies esclavo vas a dorar a tu amo y señor, arrodillado entre sus piernas, bien asustado y adolorido del azote que me dio note que el abría mas las piernas y se tocaba la bragueta templada, se ve ese tremendo bulto que crecía entre sus piernas, dándome otro fuerte azote en mis piernas me grito... esta es la verga de su amo rene y vos esclavo tenes que mamarla y chbuparla o te castigo para que aprendas a satisfacerme, , mi primo se paro rapidamente a un cajon de un escaparate y saco unas cuerdas, pronto me amarro las manos bien atadas a mi espalda
Buenisimo xandugomez me recalienta relatos como ese.
EliminarMe encantó
EliminarCon gusto sería tu esclavo y te daría mi boca y mi culito
ResponderEliminar