Capítulo 6 – El otro
Todo
seguía oscuro, había dormido, un día más sobre el maldito potro, y aunque había
intentado dormirme de nuevo no podía, estaba incómodo, tenía algo de frío, las
ataduras de las muñecas me molestaban especialmente, y tenía la misma sensación
de cuando uno duerme tanto que el cuerpo se niega a seguir y se despierta. Pero
parecía que Pablo, mi amo, aún no se había levantado.
Emplee
el tiempo en intentar soltarme, traté de mover el potro pero era del todo
inútil, estaba atornillado con gran diligencia al suelo. Sin duda alguna, las
largas esperas eran una de las muchas cosas horribles que tenía aquel lugar.
Por
fin oí un ruido y la luz se encendió. Otra vez cegado, cerré los ojos, no oí
pasos bajar, pero alguien bajaba. Poco a poco fui recobrando la visión, era
Pablo, claro y vestía igual que el día anterior aunque iba en calcetines, por
eso no lo oí bajar.
-Buenas tardes perrito – dijo
caminando hasta la estantería.
-Hola amo – dije sumisamente.
Volvió
con un consolador negro, de unos 18 centímetros, visiblemente más grueso que el
que llevaba puesto.
-Bueno este ya ha cumplido su
cometido – dijo sacándomelo lentamente.
No
me dolió y otra vez esa horrible sensación placentera me invadió de nuevo.
-Ya vas teniendo buena
dilatación, pero hay que seguir.
-No por favor, no sigas, me vas a
destrozar el culo – le supliqué.
Sordo
a mis quejas me metió la punta que entró con cierta dificultad.
-Aaaauu.
-¿Te lo pasaste ayer bien con mi
primito? –dijo apretando un poco más.
-AAAAAah nooo.
Iba
metiéndomelo centímetro a centímetro, aunque no me dolía tantos como los
anteriores.
-Ya te gustará cuando venga otras
veces.
Continuó
apretando hasta que le costó, respiré aliviado pensando que no metería más pero
no fue así, un último empujón y me clavó los últimos centímetros que quedaban
un solo golpe.
-AAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaah
diooooosssss.
El
dolor me hizo tensarme hasta el punto de dolerme cada músculo del cuerpo.
-Bueno, voy a cambiarte de
postura, esa no parece muy cómoda.
Me
desató pies y manos y se separó.
-Venga, en pie- me dijo con el
taser en la mano.
Despegué
mi piel del potro y me incorporé, me toqué el culo y noté el consolador
sobresaliendo.
-Camina hasta la equina – me dijo
señalando el lugar de donde colgaba la gruesa cadena.
Caminé
como pude, dolorido y me puse junto a la cadena, esperando instrucciones,
aunque nada bueno podía sucederse. Se acercó a mí y me colocó el enganche de la
cadena en las anillas de las correas de mis muñecas y se separó hasta un
pequeño panel con dos botones que había encima de la jaula enana. El mismo
ruido que oí en aquel oscuro lugar donde fui subastado apareció, la cadena
estaba siendo elevada por un motor eléctrico de gran potencia, solo recordar el
dolor de los brazos al tirar de mí me estremecía. La cadena comenzó a levantar
mis brazos y estos a mí. Hice fuerza hacia abajo con la idea de quizás parar el
mecanismo pero no ocurrió.
-AAAAAAAAAAAh me duele me duele
para paraaa.
-Un poco más – dijo mirándome los
pies que casi colgaban del todo.
-Puto loco cabrón, para joder
hijo de putaaaa – grité desesperado.
La
cadena por fin se paró, pero yo ya colgaba, el dolor poco a poco fue
remitiendo. Pablo, se dio la vuelta hacia la estantería y volvió con una barra
de hierro metálica cromada, de algo más de un metro de largo y con una cadenita
en medio. Yo lo miré asustado no sabía para qué era aquello.
Se
arrodilló a mis pies y me ató cada pie a un lado de la barra dejándomelos
separados, y la cadena de en medio la fijó al suelo. No podía ni moverme. Sin
decir una sola palabra se volvió a la estantería y regresó con una fina cadena
que acababa en un extremo en una pequeña correa de cuero y en el otro en un
peso. No tenía ni idea para qué era eso, pero no tardaría en averiguarlo.
-Así que loco, ¿eh?, ¿cabrón has
dicho?
-No, no no, perdona perdona amo
por favor, ha sido sin querer - dije aterrorizado.
Agarró
mis huevos y los estiró con fuerza, no tuvo ninguna dificultad en hacerlo pues
sobresalían de la jaula que llevaba en la polla.
-AAAAAah, lo siento amooo por favor.
-¿Hijo de puta no? – dijo
repitiendo mis palabras.
Ató
la correa diminuta alrededor de mis huevos con fuerza mientras sostenía el peso
en la otra mano. De pronto dejó caer el peso.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
mis huevoos para por favor.
Por
un momento creí que se me desprenderían, debían estar aguantando más de 2
kilos, el dolor era horrible.
-Eso para que vuelvas a
insultarme perro malo, ahora te quedas así, si te hubieras estado calladito
habríamos evitado este episodio, pero tú solo te lo has buscado, hasta luego.
-Nooo nooo no me dejes así amooo.
Se
dirigió a la escalera y desapareció peldaños arriba. Yo traté de moverme, el
dolor de huevos iba bajando, pero era muy molesto tener ese peso colgando.
Después de un rato de convivir con dolor de culo y de pelotas, la puerta sonó
otra vez, apareció mi amo, pero no bajaba solo. Le acompañaba un chico rubio,
con el pelo a un lado, debía medir uno setenta y cinco aproximadamente, de mi
edad, o quizá algún año menor, 22 ó 23, pero lo que lo hacía especialmente
llamativo a aquel chico es que salvo por unos calcetines azul celeste y un
suspensorio blanco iba completamente desnudo. También llevaba, como no, correas
en tobillos y muñecas, además de un collar.
-Venga perrito, al potro – le
dijo con buen tono.
Sin
siquiera rechistar, ni mirarme, fue corriendo al potro y se colocó. El amo lo
ató y fue a la estantería donde cogió un enorme consolador negro de 20
centímetros. Se volvió a su culo, lanzó un escupitajo y metió la punta sin
mayor problema.
-Ufff - gimió el chico rubio.
Continuó
apretando y se lo metió entero sin mayor dificultad, estaba claro que no era la
primera vez que acogía semejante troncho.
-Te dejo un poco, luego vuelvo –
le dijo.
De
nuevo se marchó y nos dejó a solas. Miré a mi nuevo compañero, parecía muy
tranquilo.
-¿Cuánto ha pagado el amo por ti?
– me preguntó mirándome de arriba abajo.
-¿Cómo dices? – le pregunté algo
descolocado.
-Sí, ¿Qué cuánto ha pagado por ti
en la subasta?- me repitió – porque vienes de la subasta, ¿no?.
-Sí, sí, pues fueron ciento
cincuenta mil Euros, creo recordar.
-No está nada mal, por mí pagó
ciento diez, así que le debiste gustar.
-¿Gustar?, está loco, me
secuestraron y me vendieron, ¿a ti también?
-Sí, pero es mi amo y me trata
bien así que no tengo quejas, yo también empecé como tú, incluso acabé con eso
colgado de los huevos varios días, pero aprendí.
No
daba crédito a lo que oía, aquel muchacho estaba totalmente sometido y
entregado al cabrón de Pablo.
-Pero, y qué me dices del
consolador que te ha metido ¿eh? – le dije perdiendo la paciencia.
-Es por mi bien.
-¿Por tu bien?, ¿pero de qué
hablas?.
-¿Es que no le has visto la polla
al amo? – me preguntó.
-Sí, se la he visto, por
desgracia.
-Pues no quieras que te la meta
sin dilatación, te podría hacer daño de verdad.
No
me había parado a pensar en eso, hasta aquel momento me la había metido el
primo del amo, que no la tenía demasiado grande, pero no había reparado en que
él, más tarde o más temprano me acabaría follando el culo, y realmente tenía
una polla inmensa.
-¿Cómo te llamas? –le pregunté
queriendo cambiar de tema –yo soy Diego.
-Aarón, pero puedes llamarme
perro – me dijo sumisamente.
-Lamento interrumpiros perros –
dijo el amo de pronto.
Apareció
por las escaleras sin que nos diésemos cuenta, no había cerrado la puerta
arriba y como seguía en calcetines era tan silencioso como un gato. Nos
quedamos callados de inmediato, yo giré el cuello para observarle. Caminó hacia
el potro y desató a Aarón y lo hizo caminar hasta la cama.
-Venga túmbate – le dijo Pablo.
-Sí amo - dijo complaciente Aarón.
-Cuando te portes bien probarás
esta cama – dijo el amo mirándome – mientras no cambies de actitud seguirás con
cosas colgadas de los huevos y atado a cadenas y potros.
Me
quedé callado mirando lo que estaba pasando, le habría soltado alguna mala
contestación pero prefería no aumentar el peso que colgaba de mis huevos. Ató
al otro perro las manos a cada esquina de la cama, a la altura de los pies
colgaban dos cadenas, le levantó las piernas y le enganchó cada tobillo a una
cadena, quedando con las piernas elevadas y separadas casi un metro de la cama,
con el culo expuesto completamente. Aarón se dejaba hacer como si fuese un
juguete, parecía estar disfrutando incluso.
El
amo se quitó los vaqueros y los tiró al suelo, llevaba un bóxer negro, se subió
a la cama y se sacó su inmensa polla. Se pajeó un poco y se la metió en la boca
al otro perro.
-Venga, que sea una buena mamada,
enséñale cómo cuidan los perros buenos de su amo.
Aarón
chupaba y chupaba, el amo le acariciaba la cabeza compensándole por el buen
trabajo. El paquete del chico enfundado en el suspensorio creía poco a poco,
debía tener también una gran polla aunque estaba sin trabajo.
-Mmmmm, que bieeen, así es como
me gusta que me la chupen, toma nota perro malo – dijo moviendo la cabeza hacia
donde yo estaba, aunque sin mirarme.
Yo
seguía callado observando la escena, no me estaba gustando lo más mínimo pero
no tenía otra cosa mejor que hacer estando colgando de una cadena.
-Para, para, lo has hecho bien –
dijo el amo sacándole la polla de la boca.
Caminó
de rodillas por la cama, se terminó de quitar el bóxer y se lo tiró a la cara a
Aarón.
-Gracias amo –le dijo este.
Agarró
el enorme consolador que le había metido un rato atrás y tiró de él con delicadeza.
Se lo fue sacando hasta tenerlo entero en la mano, lo puso a un lado y
rápidamente le metió la punta del capullo en el culo.
-Uffff – se quejó el perro.
Pablo
se agarró a sus muslos y comenzó a presionar, entraba muy bien, realmente el
consolador había realizado su cometido.
-Mmm me encanta este culito –
dijo el amo.
-Gracias amo.
Por
alguna extraña razón mi polla me empezó a doler, me la miré, y había ocupado
por completo el espacio de que disponía, me estaba intentando empalmar no sabía
bien porqué pero aquellas señales seguían sin gustarme lo más mínimo.
Aarón
se movía con las sacudidas que recibía del amo, cada vez eran más brutales,
Pablo apretaba más y más y a cada meneo aumentaba el ritmo.
-AAAAa aaaaah, si si amo sigue
sigue no paressss – gemía Aarón.
Pablo
lo miraba con cara de placer follándoselo sin compasión, la cama entera se
movía, las cadenas que sostenían las piernas del perro tintineaban, estaba
siendo un polvo bestial. De pronto paró en seco.
-¡Amo sigue por favor! – dijo
Aarón con cara de pena.
Pablo
se puso de pie sobre la cama y se sentó sobre el pecho del perro.
-Enséñale a ese desagradecido
cómo te bebes la leche de tu amo.
Sin
si quiera respuesta abrió la boca dando cabida a gran parte de la polla del
amo, y tras unos pocos lametones comenzó a correrse.
-Aaaaaaah, si siiiiii mmm mmmm,
venga perrito, no dejes caer nada.
El
chico parecía no dar abasto, su garganta hacía los claros movimientos de estar
tragándoselo todo. Terminó de lamerle lo que quedaba en la punta de la polla y
Pablo se bajó de la cama poniéndose el bóxer. Agarró el vaquero que estaba
tirado en el suelo y caminó hacia mí.
-¿Has visto?, así es cómo se
hace, no es tan difícil, y si quieres comer más te vale que imites a ese perro
obediente, o te quedarás en los huesos, ¿me has oído?.
Me
quedé callado mirando a otro sitio, me negaba a aceptar aquello.
-He dicho que si me has oído –
dijo tirando hacia él de la cadena que colgaba de mis huevos.
-AAAAAAAAAAAAAaaaah siii siiii, he oído, está muy claro – dije
con un gran dolor.
-Bien, así me gusta – dijo
poniéndose el pantalón.
Se
dio la vuelta y fue hasta la cama, cogió el pie derecho de Aarón enfundado en
un calcetín y se dirigió a él.
-Buen perro, lo has hecho bien,
como recompensa hoy te dejaré dormir aquí, y mañana tendrás un regalito.
-Gracias amo, pero no es
necesario – dijo servilmente.
-Si digo que te quiero dar un
regalito, te lo daré - dijo haciéndole cosquillas en la planta del pie.
-Jajajajaajajajaaj, vale vale,
amo jajajajaaj para para, lo que tu digas – dijo el perro revolviéndose.
Parecía
tener muchísimas cosquillas a pesar del calcetín, y en vez de soltarle un golpe
o algo así le castigó con eso.
-Bueno perritos, os dejo dormir –
dijo caminando hacia las escaleras- mañana os veo.
Subió
igual de silencioso que había bajado, apagó la luz y la puerta se cerró con su
característico ruido metálico.
-¿Dormir, cómo coño voy a dormir
estando así? – dije en voz baja.
-Te recomiendo que eches la
cabeza para atrás, evitarás despertarte con dolor de cuello – me dijo Aarón
desde la oscuridad.
-Joder no quiero seguir aquí tío
– le dije tratando de buscar apoyo moral.
-No te preocupes, es un buen amo,
siempre me ha tratado bien, tu sólo obedécele y no tendrás de que preocuparte,
y por supuesto no dormirás en aquella cadena.
-¿Te ha dolido cuando te la ha
metido? – le pregunté, me seguía martilleando en la cabeza que más tarde o más
temprano me tocaría recibir esa gran polla.
-Pues un poco al principio, ha
dejado muy poco tiempo para que se dilatase, pero luego podrás disfrutarla, es
genial.
-Disfrutarla, pero tío ¿qué coño
te da para que estés así con él?. –le pregunté asqueado.
-Me lo ha dado todo, todo lo que
tengo, incluso casa y trabajo.
-¿Trabajo? – le pregunté
asombrado.
-Sí, pero no puedo contarte nada,
hasta mañana.
-Eeh, pero oyee, Aaarón…
Pero
no obtuve respuesta, era fiel a su amo y debía tener prohibido hablarme de
aquello. Perplejo completamente, evité insistir, y siguiendo su consejo coloqué
la cabeza para atrás en busca de un esquivo sueño.
no puedo parar, tio , joder
ResponderEliminarLeam