sábado, 10 de marzo de 2012

Esclavizado en un campamento de verano - (14) *FINAL*


Capítulo 14 – Haciendo las maletas

              El trasiego del pasillo me despertó. Los monitores gritaban ¡a desayunar!, griterío y portazos inundaban el otro lado de la puerta, no me acordaba lo ruidoso que era aquel pasillo, las mañanas en el piso de arriba no es que fueran tranquilas precisamente, pero tampoco tenían tanto ruido. Al menos fue un despertar bastante corriente y sosegado, teniendo en cuenta los días anteriores.
               Miré a la otra cama, me resultó extraño gozar de toda mi movilidad, estaba libre, sin ataduras. Dani estaba de lado, mirando hacia mí, dormía plácidamente. Me levanté, le agarré el brazo y se lo menee un poco.
-Eh, Dani, despierta, que tenemos que bajar a desayunar –le dije bajito
-Sí, si ya voy ya voy - dijo dormido.
               Comencé a vestirme, también se me hacía raro no tener que esperar a que Roberto me tirase mi ropa al suelo como era la costumbre, estaba en el suelo, eso sí, pero por otros motivos. Cuando estaba poniéndome la camiseta, Dani se decidió a incorporarse.
-¡Hola! – dijo en mitad de un bostezo.
-Hola
-¿Has dormido bien? – me preguntó mientras peleaba por sacar una legaña.
-Sí, la verdad es que bastante mejor que otros días jejejeje.
-Me alegro - dijo con una sonrisa.
-Voy a ir bajando a desayunar – dije terminándome de apretar las zapatillas.
-Vale, como quieras – dijo incorporándose de la cama.
               El pasillo tenía la actividad habitual de la mañana, con gente saliendo con las cabezas empapadas aunque bien peinadas, otros con cara de sueño en zapatillas de estar en casa, y los monitores metiendo prisa a voces para que bajásemos. En la escalera me encontré con Mario, que bajaba solo desde la tercera planta, esperaba que bajase con la rubia estúpida con la que teóricamente había ligado por la noche pero no era así.
-¡Hola! – le dije tratando de ser educado.
-¡Piérdete!
               Parecía estar de mal humor y no quería ni saber por qué, en un rato estaríamos subidos al bus camino de casa y no volvería a ver su cara guapa, aunque de gilipollas.
-¿Ya has recogido tus cosas Marquitos? – me preguntó Javi, mientras mojaba un croissant en el cola cao.
-La verdad es que no.
               Y era cierto del todo, no había vuelto a la habitación desde que me desatase Roberto el día anterior para bajar a desayunar, aunque no tenía mucho que hacer, realmente todas mis cosas estaban dentro de la maleta y bajo llave, así que sería poco más que cogerla y bajar, pan comido, pensé.
-Pues deberías, porque ya nos vamos – dijo mi compañera.
-Sí, lo haré ahora, cuanto termine de desayunar – le dije.
               El que había sido portavoz de los monitores la gran mayoría de los días, se puso en pie cuando los desayunos empezaban a darse por terminados.
-Bueno chicos… se acabó – dijo con un tono triste
               Una oleada de “ooooooooh”, invadió el comedor, alguna chica rompió a llorar abrazándose a sus amigas que la consolaban con palmaditas en la espalda y besitos. Otros mostraron cierta indiferencia, Roberto y Erika estaban tan felices, a fin de cuentas venían de la misma localidad. A mi particularmente me daba un poco de pena por un lado, aunque por otro ya había terminado el calvario al que me habían sometido Roberto y Mario, o eso pensé.
-Ha sido todo un placer –continuó el monitor- compartir con vosotros esta quincena, sois los mejores con los que hemos trabajado.
-¡Eso se los dirás a todos! – dijo uno desde el otro extremo del comedor.
               Estallaron algunas carcajadas que consiguieron levantar el ánimo, incluso arrancó un sonrisa de la chica que se deshacía en lágrimas.
-Sí, es cierto, se lo decimos a todos – dijo el monitor con una sonrisa – pero con vosotros ha sido especial, habéis sido un grupo extraordinario, de parte mía y del equipo de monitores, gracias por los buenos momentos y esperamos veros en otro campamento.
               La verdad es que la quincena había pasado sin problemas de ningún tipo, en otros campamentos en los que había estado siempre surgía algún problema, alguna pelea estúpida, algún incidente con gente fumando en las habitaciones o cosas por el estilo, pero este fue relativamente tranquilo.
-Ahora en cuanto terminéis – prosiguió el monitor-, subid a las habitaciones, haced las maletas, y dejadlas recogidas, y a eso de las once menos cuarto bajáis a la entrada con todos los trastos para subir al autobús, a la hora de comer estaréis en casa.
               La gente empezó a levantarse tras el anuncio, de repente una monitora se levantó
-¡Esperad, esperad!, - dijo elevando la voz -, tengo aquí las fotocopias de la lista con los correos electrónicos, según salgáis recogéis aquí la vuestra.
               Se formó una larga cola, en la que yo iba de los últimos – como no-, me tomaba con calma siempre el tema de desayunar, y comer en general. Recogí el folio después de echarle un rápido vistazo, lo doblé en cuatro y me lo metí en el bolsillo, estaba bien la idea de poder mantener contacto con la gente que habíamos conocido, aunque tenía claro que con alguno preferiría no mantener nada.
Subí hasta el tercer piso, despacio, como no queriendo llegar nunca, y me coloqué delante de la puerta de mi cuarto, no me apetecía nada entrar, pero mis cosas estaban dentro y no tenía más opción.
-Hola  -dije nada más abrir la puerta.
               El armario estaba abierto, mis dos compañeros habían sacado sus maletas y estaban colocándolas en las camas de abajo, yo saqué mi maleta y me dispuse a hacer lo mismo.
-¿Qué hostias haces? – me dijo Mario
-Pu… pues sacar maleta para hacerla – dije un poco asuntado.
-Ya la harás, desnúdate y espósate – dijo Roberto dejando lo que estaba haciendo.
-Pero, pero, tíos, por favor...
-Si lo prefieres bajo habitación por habitación enseñando esto – me dijo enseñándome la dichosa cámara digital.
               Sin decir nada, bajé la cabeza y me quité la camiseta, la tiré al fondo del armario malhumorado, me quité las zapatillas sin siquiera sacarme los cordones y me quité el pantalón, saqué las esposas, se senté en el suelo y me até los tobillos y las muñecas. Creí que aquello ya habría terminado, pero por lo visto no.
-Ven aquí – dijo Roberto sentándose debajo de la que había sido su cama.
               Me puse de rodillas y gatee con dificultad hasta donde él estaba. Mario estaba entretenido doblando ropa en su maleta.
-¿Tu te crees putilla, que puedo irme a casa con las zapatillas así? – me dijo pegándome una a la cara.
               Sin siquiera mirarle me agaché y empecé a lamérselas, estaban más bien limpias, pero traté de esforzarme. Desde la otra cama Mario decidió ponerse cómodo y colocó sus pies con sus adidas encima de mi espalda.  Yo continué lamiendo molesto pero era mi deber.
-Yo creo que están, sigue con los calcetines.
               Le desaté las zapatillas y ahí estaban, quince días después los calcetines que me habían llevado a aquella situación, había cumplido con su palabra y no se los había cambiado, y la verdad es que no estaban mal del todo, aunque apestaban. Se los lamí como si fuese la primera vez, era increíble pero me seguían poniendo la polla dura, estaban riquísimos, y aquellos pies eran fantásticos.
-¿Me lo prestas? – preguntó Mario
-Sí, claro, venga, tú, límpiale sus zapatillas – dijo dirigiéndose a mí y apartando sus pies de mi boca.
               Me giré dándole la espalda, Mario bajó uno de sus pies de mi espalda y puso su superstar delante de mí. Se la lamí igual que hiciese con las de Roberto, después bajó la otra e hice exactamente lo mismo.
-Los calcetines perro – dijo mirándome a través de sus fríos ojos azules.
               Le desaté cuidadosamente las zapatillas y sus calcetines nike estaban esperándome, sucios, apestosos y húmedos. Se los chupé enteros, desde la puntera hasta el talón, aquello también seguía poniéndomela dura. De reojo Mario miraba hacia Roberto, que estaba a mi espalda con una sonrisa mientras se metía la mano en el pantalón. De pronto un dolor me paralizó.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah dioooooss que haceees.
-Callaaa puto marica – dijo Roberto.
-Me dueleee
               Acababa de metérmela de un tirón. Sin avisar y sin nada apretó y me la metió, y creo que gracias a que me folló Dani por la noche no me dolió más. Yo paré de lamerle los calcetines a Mario que se puso en pie sacándose se la polla.
-¿Qué creías que no nos íbamos a despedir de ti, zorrita? – dijo Roberto desde atrás.
-Venga abre la boca perro, y hazme una buena mamada como tú sabes – dijo Mario apartándose la melena rubia que el tapaba la cara.
               Con las embestidas que me estaban dando Roberto y sus gemidos a mi espalda conseguí atinar y meterme la polla que me apuntaba en la boca. Estaba más bien dura, comencé a mamársela mientras me follaban el culo.
-Sí, sí, zorraaa te gusta eh te gusta
               No podía ni decir que sí, ni que no, toda mi boca la ocupaba el enorme poyón de Mario, al que no daba abasto, sus gemidos me indicaban que lo estaba haciendo bien y continué. El culo dejó de molestarme y poco a poco fue gustándome conforme la polla de Roberto lubricaba, a fin de cuentas era parecida a la de Dani y con esa disfrutaba muchísimo.
-¡Cambio! – dijo de pronto Roberto
               Se sacó la polla de mi culo y Mario la suya de mi boca. Roberto puso su polla babeante delante de mi cara, pero tardó menos Mario en llegar a mi culo.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaahh noooooooooo paraaaaa
               Qué dolor, seguía siendo insoportable, la metió hasta la mitad y no podía concentrarme en nada, a pesar de la dilatación que me había propinado Roberto aquella era demasiado grande.
-Paraaa por favor otra vez no.
-Calla puta – dijo Roberto cogiéndome de los pelos – y chúpamela.
               Mario empezó a empujar, no podía aguantarlo pero me metí la polla de Roberto en la boca y comencé a lamerla tímidamente.
-Mmmm que bien – dijo Mario apretando más y más
-Aaaauuuuuu
               Como pude conseguí coger cierto ritmo con la mamada que me traía entre manos y a Roberto pareció gustarle.
-Ufff, si si joee que bien, sigue  sigueee
               Mario comenzó el vaivén dentro de mi culo. La polla de Roberto babeaba más y más y sin previo aviso comenzó a llenarme la boca de leche.
-MMmmmm si si, eso bébetela toda, no dejes nada.
               Yo tragaba mientras Mario aceleraba y aceleraba, las embestidas eran cada vez mayores. Tras trágame la lefa de Roberto le limpié la polla como pude, los meneos que me daba Mario no me lo ponían nada fácil.
-Ooooooooooooh mmmmmm –gimió Mario
               Mi culo se inundó con la leche caliente de Mario, me dio hasta tres embestidas más y se la sacó, noté como un hilillo me caía por los huevos, era algo habitual degúes de que me follase Mario, aquella polla me dejaba el ojete demasiado dilatado. Roberto se levantó y se fue al baño.
-¡Gírate perro asqueroso! –dijo Mario con su encantador tono
               Me di la vuelta y su enorme polla me esperaba aún con restos de lefa. Se la lamí dejándosela reluciente. Cuando terminé me dio un empujón con el pie que hizo que perdiese el equilibrio y me quedé tirado en el suelo.
-Aauuu
-Así, buen perro, echadito – dijo sonriente mientras volvía a colocar las cosas.
               La ducha sonó, parecía evidente que Roberto estaba dándose la que sería su última ducha en aquella habitación, Mario mientras tanto terminó de hacer la maleta, se puso los pantalones de nuevo y me obligó como ya era habitual a ponerle las zapatillas. Aquella fue la última vez que vi aquellos calcetines amarillos de nike.
               Tras un rato Roberto salió completamente desnudo y medio empapado del baño, se vistió con la ropa que había dejado preparada en la cama, una camiseta azul marino, un bóxer blanco, unos calcetines blancos limpios –cosa que fue una gran novedad-, un pantalón corto vaquero y sus nike blancas.
-¿Estás listo? – preguntó Mario que ya había colocado su maleta junto a la puerta.
-Si ya estoy -dijo acicalándose el pelo de forma que le quedase de punta, como era habitual.
-Pues venga, voy bajando que es casi la hora.
               Yo miraba la escena tirado en el suelo esposado, estaba aterrorizado, parecía que se iban a marchar y me iban a dejar así. Mario abrió la puerta y salió con su maleta, Roberto le siguió y se paró en el marco.
-¡Toma!, esto es tuyo – dijo tirándome la llave de las esposas a escasos centímetros de donde yo estaba tirado –ha sido un placer, y no olvides recoger la habitación – dijo con una sonrisa burlona.
               Cerró la puerta y se marchó. Conseguí coger la llave y con muchas dificultades abrirme las esposas. Me levante, saqué mi maleta del armario y la puse sobre una cama. Entré al baño con intención de lavarme y me quedé paralizado con lo que vi, eran los calcetines de Roberto que me habían perseguido durante todo el campamento, me duché y los cogí, me los había regalado, estaban húmedos aún por mis babas, sucios, y olían mal, pero para mí eran los mejores calcetines del mundo en aquel momento.
               Por fin pude vestirme como yo quise, aunque no usé calzoncillos, estaba más a gusto sin ellos después de tantos días era hasta cómodo. También elegí un par de calcetines limpios y guardé junto con los de Roberto los rosas de Erika. No era lo único que me llevaba de recuerdo de aquel campamento, también estaban los dos pares de esposas que tantas horas me habían mantenido preso.
               Terminé de meter todo en la maleta, recogí la habitación y bajé a toda prisa a la entrada del albergue, donde ya estaba todo el mundo subiendo al autobús.
-¿Dónde te habías metido Marquitos? – Me preguntó uno de los monitores – casi nos vamos sin ti.
-No, nada, en la habitación terminando de hacer la maleta.
-¿Qué pasa que no has tenido tiempo? – dijo con un tono algo cortante
-Sí pero…
               La verdad es que había estado algo ocupado desde que subiese de desayunar pero preferí omitir la actividad exacta en la que había invertido el tiempo. Metí mi maleta como pude en el maletero del autobús, que ya estaba completamente repleto, subí  y me senté junto al que era mi compañero habitual en los viajes, Javi.
-Qué pena ¿no? – me dijo mirando a través del cristal –ya se acabó.
-Sí, lo echaré de menos – le dije contemplando con él el albergue.
               Habían sido quince días de humillaciones, ataduras, folladas y experiencias de todo tipo, aunque también había habido cosas buenas como Dani. Conté las ventanas del segundo piso y vi la que sin duda era la 213, la habitación que había sido testigo de gran parte de las canalladas a las que había sido sometido. Cuando el autobús se puso en marcha reflexioné sobre todo lo que había ocurrido, y la verdad es que me llevaba algo bien aprendido, a respetar y obedecer a un amo.

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Agradezco cualquier comentario,
 
Un saludo,
 
Carcarus

10 comentarios:

  1. Pocas veces un relato me había puesto tan y tan cerdo. TODO en este relato es morboso y perfecto. Ojalá algún día te animes a reunir a todos los personajes y volver a empezar otra aventura de sumisión y zorrerío. ¡Enhorabuena!

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  2. Increíble, enserio increíble!

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  3. necesito que escribas otro de muchas partes del mismo estilo que este pero que sea mas humillante cruza barreras animo!

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  4. Que???????????? ese fue el final????!!!!!! y dani????? no es posible crei que estarian juntos al final, eres un increible escritor el mejor que eh visto, una gran historia, pero un final bastante decepcionante, gracias de todos modos deberian hacer la pelicula jaajajaja

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  5. Sencillo y simple: INCREIBLE

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  6. Deberias buscar a Dani y juntaros de nuevo! Ha sido una historia increible, en serio. Espero que no te dejasen muy marcado XD Ahora en serio: Increible. Un final un tanto inesperado, pero muy "bonito". Busca a Dani y disfrutad de nuevo juntos. (Quiero pelicula XD)

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  7. Dani es la clave!!!
    Me hubiera encantado que al final Dani se erigiera como caballero andante y que hubieran acabado juntos! Hehehe! Pero ha sido una historia genial! Me ha encantado!!!

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  8. me ha encantado al historia, me he cascado cada paja con todas las entregas, espero no te hallan dejado marcas pero en el fondo te lo merecías chucho asqueroso :3

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  9. y dani viera sido un final fantastico que acabaran juntos, y la memoria con el video, te podrian seguir chantajeando

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  10. Buenisima historia de sumision y humillacion la llevo leyendo hace varios anos y no he encontrado una historia asi de caliente en todo este tiempo q sueno de macho ese rubio pollon cabron de mario me encantaria una exeriencia sexual con un macho asi aunq se q sufriria mucho ,me asusta pero me gusta como dice el dicho.Yo de cierta manera tambien e tenido q aprender a palos "literalmente" a respetar y someterme a la fuerza y voluntad superior masculina y por fin conocer de que se trata ser un hombre de verdad

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