Capítulo 14 – Haciendo las
maletas
El
trasiego del pasillo me despertó. Los monitores gritaban ¡a desayunar!,
griterío y portazos inundaban el otro lado de la puerta, no me acordaba lo
ruidoso que era aquel pasillo, las mañanas en el piso de arriba no es que
fueran tranquilas precisamente, pero tampoco tenían tanto ruido. Al menos fue
un despertar bastante corriente y sosegado, teniendo en cuenta los días
anteriores.
Miré
a la otra cama, me resultó extraño gozar de toda mi movilidad, estaba libre,
sin ataduras. Dani estaba de lado, mirando hacia mí, dormía plácidamente. Me
levanté, le agarré el brazo y se lo menee un poco.
-Eh, Dani, despierta, que tenemos
que bajar a desayunar –le dije bajito
-Sí, si ya voy ya voy - dijo
dormido.
Comencé
a vestirme, también se me hacía raro no tener que esperar a que Roberto me
tirase mi ropa al suelo como era la costumbre, estaba en el suelo, eso sí, pero
por otros motivos. Cuando estaba poniéndome la camiseta, Dani se decidió a incorporarse.
-¡Hola! – dijo en mitad de un
bostezo.
-Hola
-¿Has dormido bien? – me preguntó
mientras peleaba por sacar una legaña.
-Sí, la verdad es que bastante
mejor que otros días jejejeje.
-Me alegro - dijo con una
sonrisa.
-Voy a ir bajando a desayunar –
dije terminándome de apretar las zapatillas.
-Vale, como quieras – dijo incorporándose
de la cama.
El
pasillo tenía la actividad habitual de la mañana, con gente saliendo con las
cabezas empapadas aunque bien peinadas, otros con cara de sueño en zapatillas
de estar en casa, y los monitores metiendo prisa a voces para que bajásemos. En
la escalera me encontré con Mario, que bajaba solo desde la tercera planta,
esperaba que bajase con la rubia estúpida con la que teóricamente había ligado
por la noche pero no era así.
-¡Hola! – le dije tratando de ser
educado.
-¡Piérdete!
Parecía
estar de mal humor y no quería ni saber por qué, en un rato estaríamos subidos
al bus camino de casa y no volvería a ver su cara guapa, aunque de gilipollas.
-¿Ya has recogido tus cosas
Marquitos? – me preguntó Javi, mientras mojaba un croissant en el cola cao.
-La verdad es que no.
Y
era cierto del todo, no había vuelto a la habitación desde que me desatase
Roberto el día anterior para bajar a desayunar, aunque no tenía mucho que
hacer, realmente todas mis cosas estaban dentro de la maleta y bajo llave, así
que sería poco más que cogerla y bajar, pan comido, pensé.
-Pues deberías, porque ya nos
vamos – dijo mi compañera.
-Sí, lo haré ahora, cuanto
termine de desayunar – le dije.
El
que había sido portavoz de los monitores la gran mayoría de los días, se puso
en pie cuando los desayunos empezaban a darse por terminados.
-Bueno chicos… se acabó – dijo
con un tono triste
Una
oleada de “ooooooooh”, invadió el comedor, alguna chica rompió a llorar
abrazándose a sus amigas que la consolaban con palmaditas en la espalda y
besitos. Otros mostraron cierta indiferencia, Roberto y Erika estaban tan
felices, a fin de cuentas venían de la misma localidad. A mi particularmente me
daba un poco de pena por un lado, aunque por otro ya había terminado el calvario
al que me habían sometido Roberto y Mario, o eso pensé.
-Ha sido todo un placer –continuó
el monitor- compartir con vosotros esta quincena, sois los mejores con los que
hemos trabajado.
-¡Eso se los dirás a todos! –
dijo uno desde el otro extremo del comedor.
Estallaron
algunas carcajadas que consiguieron levantar el ánimo, incluso arrancó un
sonrisa de la chica que se deshacía en lágrimas.
-Sí, es cierto, se lo decimos a
todos – dijo el monitor con una sonrisa – pero con vosotros ha sido especial,
habéis sido un grupo extraordinario, de parte mía y del equipo de monitores,
gracias por los buenos momentos y esperamos veros en otro campamento.
La
verdad es que la quincena había pasado sin problemas de ningún tipo, en otros
campamentos en los que había estado siempre surgía algún problema, alguna pelea
estúpida, algún incidente con gente fumando en las habitaciones o cosas por el
estilo, pero este fue relativamente tranquilo.
-Ahora en cuanto terminéis –
prosiguió el monitor-, subid a las habitaciones, haced las maletas, y dejadlas
recogidas, y a eso de las once menos cuarto bajáis a la entrada con todos los
trastos para subir al autobús, a la hora de comer estaréis en casa.
La
gente empezó a levantarse tras el anuncio, de repente una monitora se levantó
-¡Esperad, esperad!, - dijo
elevando la voz -, tengo aquí las fotocopias de la lista con los correos
electrónicos, según salgáis recogéis aquí la vuestra.
Se
formó una larga cola, en la que yo iba de los últimos – como no-, me tomaba con
calma siempre el tema de desayunar, y comer en general. Recogí el folio después
de echarle un rápido vistazo, lo doblé en cuatro y me lo metí en el bolsillo,
estaba bien la idea de poder mantener contacto con la gente que habíamos
conocido, aunque tenía claro que con alguno preferiría no mantener nada.
Subí hasta el
tercer piso, despacio, como no queriendo llegar nunca, y me coloqué delante de
la puerta de mi cuarto, no me apetecía nada entrar, pero mis cosas estaban
dentro y no tenía más opción.
-Hola -dije nada más abrir la puerta.
El
armario estaba abierto, mis dos compañeros habían sacado sus maletas y estaban
colocándolas en las camas de abajo, yo saqué mi maleta y me dispuse a hacer lo
mismo.
-¿Qué hostias haces? – me dijo
Mario
-Pu… pues sacar maleta para
hacerla – dije un poco asuntado.
-Ya la harás, desnúdate y
espósate – dijo Roberto dejando lo que estaba haciendo.
-Pero, pero, tíos, por favor...
-Si lo prefieres bajo habitación
por habitación enseñando esto – me dijo enseñándome la dichosa cámara digital.
Sin
decir nada, bajé la cabeza y me quité la camiseta, la tiré al fondo del armario
malhumorado, me quité las zapatillas sin siquiera sacarme los cordones y me
quité el pantalón, saqué las esposas, se senté en el suelo y me até los
tobillos y las muñecas. Creí que aquello ya habría terminado, pero por lo visto
no.
-Ven aquí – dijo Roberto
sentándose debajo de la que había sido su cama.
Me
puse de rodillas y gatee con dificultad hasta donde él estaba. Mario estaba
entretenido doblando ropa en su maleta.
-¿Tu te crees putilla, que puedo
irme a casa con las zapatillas así? – me dijo pegándome una a la cara.
Sin
siquiera mirarle me agaché y empecé a lamérselas, estaban más bien limpias,
pero traté de esforzarme. Desde la otra cama Mario decidió ponerse cómodo y
colocó sus pies con sus adidas encima de mi espalda. Yo continué lamiendo molesto pero era mi
deber.
-Yo creo que están, sigue con los
calcetines.
Le
desaté las zapatillas y ahí estaban, quince días después los calcetines que me
habían llevado a aquella situación, había cumplido con su palabra y no se los
había cambiado, y la verdad es que no estaban mal del todo, aunque apestaban.
Se los lamí como si fuese la primera vez, era increíble pero me seguían
poniendo la polla dura, estaban riquísimos, y aquellos pies eran fantásticos.
-¿Me lo prestas? – preguntó Mario
-Sí, claro, venga, tú, límpiale
sus zapatillas – dijo dirigiéndose a mí y apartando sus pies de mi boca.
Me
giré dándole la espalda, Mario bajó uno de sus pies de mi espalda y puso su
superstar delante de mí. Se la lamí igual que hiciese con las de Roberto,
después bajó la otra e hice exactamente lo mismo.
-Los calcetines perro – dijo
mirándome a través de sus fríos ojos azules.
Le
desaté cuidadosamente las zapatillas y sus calcetines nike estaban esperándome,
sucios, apestosos y húmedos. Se los chupé enteros, desde la puntera hasta el
talón, aquello también seguía poniéndomela dura. De reojo Mario miraba hacia
Roberto, que estaba a mi espalda con una sonrisa mientras se metía la mano en
el pantalón. De pronto un dolor me paralizó.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah
dioooooss que haceees.
-Callaaa puto marica – dijo
Roberto.
-Me dueleee
Acababa
de metérmela de un tirón. Sin avisar y sin nada apretó y me la metió, y creo
que gracias a que me folló Dani por la noche no me dolió más. Yo paré de
lamerle los calcetines a Mario que se puso en pie sacándose se la polla.
-¿Qué creías que no nos íbamos a
despedir de ti, zorrita? – dijo Roberto desde atrás.
-Venga abre la boca perro, y
hazme una buena mamada como tú sabes – dijo Mario apartándose la melena rubia
que el tapaba la cara.
Con
las embestidas que me estaban dando Roberto y sus gemidos a mi espalda conseguí
atinar y meterme la polla que me apuntaba en la boca. Estaba más bien dura,
comencé a mamársela mientras me follaban el culo.
-Sí, sí, zorraaa te gusta eh te
gusta
No
podía ni decir que sí, ni que no, toda mi boca la ocupaba el enorme poyón de
Mario, al que no daba abasto, sus gemidos me indicaban que lo estaba haciendo
bien y continué. El culo dejó de molestarme y poco a poco fue gustándome
conforme la polla de Roberto lubricaba, a fin de cuentas era parecida a la de
Dani y con esa disfrutaba muchísimo.
-¡Cambio! – dijo de pronto
Roberto
Se
sacó la polla de mi culo y Mario la suya de mi boca. Roberto puso su polla
babeante delante de mi cara, pero tardó menos Mario en llegar a mi culo.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaahh
noooooooooo paraaaaa
Qué
dolor, seguía siendo insoportable, la metió hasta la mitad y no podía
concentrarme en nada, a pesar de la dilatación que me había propinado Roberto
aquella era demasiado grande.
-Paraaa por favor otra vez no.
-Calla puta – dijo Roberto
cogiéndome de los pelos – y chúpamela.
Mario
empezó a empujar, no podía aguantarlo pero me metí la polla de Roberto en la
boca y comencé a lamerla tímidamente.
-Mmmm que bien – dijo Mario
apretando más y más
-Aaaauuuuuu
Como
pude conseguí coger cierto ritmo con la mamada que me traía entre manos y a
Roberto pareció gustarle.
-Ufff, si si joee que bien,
sigue sigueee
Mario
comenzó el vaivén dentro de mi culo. La polla de Roberto babeaba más y más y
sin previo aviso comenzó a llenarme la boca de leche.
-MMmmmm si si, eso bébetela toda,
no dejes nada.
Yo
tragaba mientras Mario aceleraba y aceleraba, las embestidas eran cada vez
mayores. Tras trágame la lefa de Roberto le limpié la polla como pude, los
meneos que me daba Mario no me lo ponían nada fácil.
-Ooooooooooooh mmmmmm –gimió
Mario
Mi
culo se inundó con la leche caliente de Mario, me dio hasta tres embestidas más
y se la sacó, noté como un hilillo me caía por los huevos, era algo habitual
degúes de que me follase Mario, aquella polla me dejaba el ojete demasiado
dilatado. Roberto se levantó y se fue al baño.
-¡Gírate perro asqueroso! –dijo
Mario con su encantador tono
Me
di la vuelta y su enorme polla me esperaba aún con restos de lefa. Se la lamí
dejándosela reluciente. Cuando terminé me dio un empujón con el pie que hizo
que perdiese el equilibrio y me quedé tirado en el suelo.
-Aauuu
-Así, buen perro, echadito – dijo
sonriente mientras volvía a colocar las cosas.
La
ducha sonó, parecía evidente que Roberto estaba dándose la que sería su última
ducha en aquella habitación, Mario mientras tanto terminó de hacer la maleta,
se puso los pantalones de nuevo y me obligó como ya era habitual a ponerle las
zapatillas. Aquella fue la última vez que vi aquellos calcetines amarillos de
nike.
Tras
un rato Roberto salió completamente desnudo y medio empapado del baño, se
vistió con la ropa que había dejado preparada en la cama, una camiseta azul
marino, un bóxer blanco, unos calcetines blancos limpios –cosa que fue una gran
novedad-, un pantalón corto vaquero y sus nike blancas.
-¿Estás listo? – preguntó Mario que
ya había colocado su maleta junto a la puerta.
-Si ya estoy -dijo acicalándose
el pelo de forma que le quedase de punta, como era habitual.
-Pues venga, voy bajando que es
casi la hora.
Yo
miraba la escena tirado en el suelo esposado, estaba aterrorizado, parecía que
se iban a marchar y me iban a dejar así. Mario abrió la puerta y salió con su
maleta, Roberto le siguió y se paró en el marco.
-¡Toma!, esto es tuyo – dijo
tirándome la llave de las esposas a escasos centímetros de donde yo estaba
tirado –ha sido un placer, y no olvides recoger la habitación – dijo con una
sonrisa burlona.
Cerró
la puerta y se marchó. Conseguí coger la llave y con muchas dificultades
abrirme las esposas. Me levante, saqué mi maleta del armario y la puse sobre
una cama. Entré al baño con intención de lavarme y me quedé paralizado con lo
que vi, eran los calcetines de Roberto que me habían perseguido durante todo el
campamento, me duché y los cogí, me los había regalado, estaban húmedos aún por
mis babas, sucios, y olían mal, pero para mí eran los mejores calcetines del
mundo en aquel momento.
Por
fin pude vestirme como yo quise, aunque no usé calzoncillos, estaba más a gusto
sin ellos después de tantos días era hasta cómodo. También elegí un par de
calcetines limpios y guardé junto con los de Roberto los rosas de Erika. No era
lo único que me llevaba de recuerdo de aquel campamento, también estaban los
dos pares de esposas que tantas horas me habían mantenido preso.
Terminé
de meter todo en la maleta, recogí la habitación y bajé a toda prisa a la
entrada del albergue, donde ya estaba todo el mundo subiendo al autobús.
-¿Dónde te habías metido
Marquitos? – Me preguntó uno de los monitores – casi nos vamos sin ti.
-No, nada, en la habitación terminando
de hacer la maleta.
-¿Qué pasa que no has tenido
tiempo? – dijo con un tono algo cortante
-Sí pero…
La
verdad es que había estado algo ocupado desde que subiese de desayunar pero preferí
omitir la actividad exacta en la que había invertido el tiempo. Metí mi maleta como
pude en el maletero del autobús, que ya estaba completamente repleto, subí y me senté junto al que era mi compañero
habitual en los viajes, Javi.
-Qué pena ¿no? – me dijo mirando
a través del cristal –ya se acabó.
-Sí, lo echaré de menos – le dije
contemplando con él el albergue.
Habían
sido quince días de humillaciones, ataduras, folladas y experiencias de todo
tipo, aunque también había habido cosas buenas como Dani. Conté las ventanas
del segundo piso y vi la que sin duda era la 213, la habitación que había sido
testigo de gran parte de las canalladas a las que había sido sometido. Cuando
el autobús se puso en marcha reflexioné sobre todo lo que había ocurrido, y la
verdad es que me llevaba algo bien aprendido, a respetar y obedecer a un amo.
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Carcarus
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Agradezco cualquier comentario,
Un saludo,
Pocas veces un relato me había puesto tan y tan cerdo. TODO en este relato es morboso y perfecto. Ojalá algún día te animes a reunir a todos los personajes y volver a empezar otra aventura de sumisión y zorrerío. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarIncreíble, enserio increíble!
ResponderEliminarnecesito que escribas otro de muchas partes del mismo estilo que este pero que sea mas humillante cruza barreras animo!
ResponderEliminarQue???????????? ese fue el final????!!!!!! y dani????? no es posible crei que estarian juntos al final, eres un increible escritor el mejor que eh visto, una gran historia, pero un final bastante decepcionante, gracias de todos modos deberian hacer la pelicula jaajajaja
ResponderEliminarSencillo y simple: INCREIBLE
ResponderEliminarDeberias buscar a Dani y juntaros de nuevo! Ha sido una historia increible, en serio. Espero que no te dejasen muy marcado XD Ahora en serio: Increible. Un final un tanto inesperado, pero muy "bonito". Busca a Dani y disfrutad de nuevo juntos. (Quiero pelicula XD)
ResponderEliminarDani es la clave!!!
ResponderEliminarMe hubiera encantado que al final Dani se erigiera como caballero andante y que hubieran acabado juntos! Hehehe! Pero ha sido una historia genial! Me ha encantado!!!
me ha encantado al historia, me he cascado cada paja con todas las entregas, espero no te hallan dejado marcas pero en el fondo te lo merecías chucho asqueroso :3
ResponderEliminary dani viera sido un final fantastico que acabaran juntos, y la memoria con el video, te podrian seguir chantajeando
ResponderEliminarBuenisima historia de sumision y humillacion la llevo leyendo hace varios anos y no he encontrado una historia asi de caliente en todo este tiempo q sueno de macho ese rubio pollon cabron de mario me encantaria una exeriencia sexual con un macho asi aunq se q sufriria mucho ,me asusta pero me gusta como dice el dicho.Yo de cierta manera tambien e tenido q aprender a palos "literalmente" a respetar y someterme a la fuerza y voluntad superior masculina y por fin conocer de que se trata ser un hombre de verdad
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